martes, diciembre 08, 2009

ECLIPSE DE HORA

Miro el reloj: son menos cinco, pero ¿de qué hora? La aguja pequeña ha desaparecido. Sé que son las once menos cinco, pero el largo minutero me tapa la visión del marcador horario. No recuerdo haber visto nunca una conjunción semejante. Si me preguntan, juraría que otros relojes montan las agujas al revés, con la pequeña encima, precisamente para evitar estos eclipses. Por ello, lo valoro como un hecho más singular y me deleito en su contemplación. No sé si habrá que tomar precauciones. Imprudente, lo observo sin radiografías ni gafas de soldador durante ¿30?, ¿40?, ¿60 segundos, todo lo más? El tiempo, que todo lo mueve, ha hecho desplazarse 6 grados al testigo de sus minutos, y por debajo ya asoma el otro centinela, que siempre estuvo allí.

El bolero, por un momento, consiguió su objetivo. "Reloj, no marques las horas".

viernes, noviembre 20, 2009

LA PELUQUERÍA CHINA

Hace cosa de un año pensé que ya había encontrado, por fin, mi peluquería cuando descubrí “La Moderna”, con su aspecto clásico y elegante, su aire tradicional, sus asientos de cuero rojo y la seguridad que transmite su especialización en caballeros. Pero algo no me gustó en mi último corte, cuando el peluquero me atendió sin barrer antes del suelo la pelambre muerta del último cliente, o de clientela anterior, porque para mí que eso era mucho pelo para un solo hombre. Expongo estos antecedentes para que no piensen ustedes que soy un veleta picaflor de barberías que se corta el pelo con el primero que pasa. Yo quisiera ser fiel a una única peluquería buena, bonita y barata, pero no la encuentro.


Cuando héte aquí que, unas semanas atrás, me dan en mi barrio un papel anunciando la inauguración de una peluquería unisex. Eso no es en sí una ventaja. Las mujeres van más que los hombres a la peluquería y, si tenemos que compartir la atención, es frecuente que haya que esperar turno o, incluso, pedir hora, lo que va contra mis principios. Yo tardo en decidirme a cortarme el pelo, pero cuando me decido y encuentro el tiempo, tiene que ser en ese momento. Además, es sabido que en las peluquerías ambisexuadas, los hombres nos dejamos menos dinero que las mujeres y, por tanto, somos clientes de segunda. Sin embargo, dos detalles despertaron mi curiosidad. Uno, que tanto el repartidor como el nombre del local eran inequívocamente chinos, y dos, que los precios eran ostensiblemente baratos. En días posteriores tuve ocasión de localizar el negocio, constatar su buen aspecto, y tomar nota de que está atendido por mujeres. Esa experiencia no me la podía perder.

Podría haber esperado un poco más, pero ya se cumplían más de tres meses y mis puntas comenzaban a hacer volutitas sobre las orejas. La expectativa de una incierta entrevista de trabajo próximamente, y la posibilidad de que, de pronto, no vuelva a disponer tan alegremente de mis días, me terminó de empujar.

Premeditadamente no me lavé la cabeza, para acceder a la tarifa 2 de caballeros: lavar y cortar, 8 euros. Al entrar al local, en primer término, una china joven y atractiva le hacía las uñas a una clienta. A la derecha, otra, con el pelo teñido de tono rojizo con las piernas separadas y detrás de una mujer, parecía estar montada sobre su espalda tratando de domarla. No era así: estaba sentada en otro taburete. Aunque igualmente parecía que trataba de domarla. Una tercera chica, algo más mayor que estas dos, terminaba en ese momento con su clienta, y se dispuso a atenderme. Parecía haber entendido perfectamente que quería lavarme y cortarme el pelo, pero me invitaba a sentarme frente a una mesa sin lavabo que me desconcertaba. Obedecí y encontré que la orden era correcta: me puso el campú sin mojarme la cabeza, y luego, con un botecito de agua, me fue echando chorritos para hacer espuma. La temperatura del agua y el tacto de las manos eran igualmente fríos. La chica se entregaba a su trabajo con dedicación, pero en lugar del suave masajeo capilar que uno esperaba, me estaba dando unas friegas tan fuertes y enérgicas que casi parecería que quisiera sacarme la cabeza de los hombros. Yo suspiraba por que terminara el lavado, pero, al no ver una triste pila delante, no tenía ni idea de cómo pensaba aclararme o si, simplemente, pensaba retirarme la espuma con la toalla.

Mi peluquera por fin dejó de sacudirme el cráneo y empezó a secarse las manos en la toalla que tenía sobre los hombros. Quizá con demasiada fuerza, pues sus manos penetraban en mi espalda. Al tercer frotamiento, me di cuenta de que no era accidental. Seguía haciéndolo igual, y continuaba sus manipulaciones más abajo, haciéndome separarme de la silla para poderme masajear toda la espalda. Mis recelos me impedían relajarme. ¿A qué venía tanto sobo? ¿Acaso era un servicio extra con el que redondear al alza el precio del corte de pelo? ¿Pretendería ofrecerme, como hace poco leí en las noticias, un "final feliz"? Dudé incluso si enfadarme, pero, entre lo mal que me sale y que el brusco zarandeo no me resultaba del todo desagradable, me conformé con un gesto de sorpresa, encogiendo los hombros y volteando las manos hacia el cielo en búsqueda de explicación. La peluquera masajista, a por uvas, siguió a lo suyo, pasándose ya al plano personal en la conversación (como no podía ser de otra manera a estas alturas): "Mu delgado tú", "mucho hueso", dijo. Se rió, y pasó a darme golpes con los cantos de las manos en la zona dorsal de la espalda.

Ahora ya sé lo que siente un coche al pasar por un túnel de lavado, pero, como todo llega, también mi paliza terminó y me pasó a un lavabo que estaba tras una columna. Allí, en dos segundos, me vertió agua calentita del grifo sobre mi espumoso pelo. Por fin algo se aclaraba en mi cabeza. Pero, como parece que se había propuesto convertir un simple corte de pelo en una gymkana alegórica de la vida, no podía brindarme dos estímulos positivos seguidos. Tras el acalarado, vino el secado, con una toalla que olía no sé si a gambas o a esas empanadillas chinas que no me gustan ni en los restaurantes. ¿Dim sum se llaman?

Con la toalla me pasó, ya sí, a la silla de cortar, donde mi simpática amiga quiso emular el modo occidental de cortar el pelo: dando conversación. No soy yo muy partidario de ello, pero al menos no hablamos ni de política ni de fútbol. Mi maternal peluquera se interesó por si yo comía bien, pues le parecía que debía de comer poco, me preguntó si tenía hijos y, a renglón seguido de decirle que no, dedujo que estaba soltero (¿por qué no podría yo estar casado y no tener descendencia? Me intriga esta china), investigó si tenía novia y, al saber que ni siquiera, ya entró a saco a aconsejarme que me buscara una chica para que me diera bien de comer. Yo un poco protesté, diciéndole que yo mismo me cocinaba y que comía bien, pero no quise insistir demasiado. Tal vez quería presentarme a su sobrina Mari-Lí y no quería yo quitarle las intenciones. Vanas ilusiones las mías.

En unos momentos, todo pareció embarullarse. Una china hablaba por teléfono en su idioma, al poco entraba un chino macho en el local, y se ponía a hablar con mi peluquera. Terminaban y al rato la china pelirroja se acercaba a nosotros y se sentaba en la encimera a charlar con ella y echar unas risas animadamente. Juan Liverpool, Lover, Luismi de La Tira y todos los fans de Seinfeld me entenderán si les digo que me sentí como Elaine en el episodio de las manicuras coreanas. Afortunadamente, pude controlar mi susceptibilidad.

Entre tanto, mi china preferida me cortaba el pelo, sin prisa, pero sin pausa; sin pausa... pero sin ninguna prisa, y pasándome el peine por la cabeza como si quisiera ararla para plantar patatas. ¿Por qué en mi imaginación me había elaborado la absurda idea de que una peluquera china sería suave y delicada? Y lo peor es que no terminaba nunca. Llegó un momento en que me preguntó: ¿Así ya? A mí me parecía que no se me podía cortar más el pelo y le dije que sí, deseando irme, pero ella, perfeccionista hasta la exasperación, volvió a retocarme alrededor de las orejas y a cincelarme toda la cabeza con el peine. Paso por alto el detalle desagradable de que, de vez en cuando, me parecía percibir el olor de su aliento y me hacía añorar el de la toalla que olía a gambas. Y no dejaré de mencionar el alivio que sentí cuando, por el espejo, vi en el extremo opuesto de la peluquería, a la china pelirroja propinándole a una nueva clienta un masaje similar al que había recibido yo antes. Parecía, pues, que era una gentileza de la casa para todo el mundo.

Finalmente, todo terminó, y bajé de la silla como quien baja de la noria del parque de atracciones, aunque aún me esperaba cualquier cosa a la hora de pagar. Pero no, fueron los ocho euros que marcaba la tarifa. Ese fue, seguramente, el único punto en que se cumplieron mis expectativas. Pero no me arrepiento: en mi anodina vida, pude vivir en menos de una hora, toda una montaña rusa de emociones: de la sorpresa al desconcierto, pasando por la diversión, el agrado, el disgusto, el placer (poco) y el dolor (pequeño). Como Lope, diré “quien lo probó lo sabe” (y si no, ya se enterará). Aunque no sería del todo sincero si ignorara un cierto sentimiento de pérdida de inocencia que me invadió al salir. En mi corazón rondaba ya la idea vaga de que tampoco será ésta mi peluquería definitiva.

No obstante, no descarto volver.

martes, noviembre 10, 2009

SONETOS DEL FUTBOLISTA CONTRIBUYENTE

Me ha indignado lo de los impuestos de los futbolistas extranjeros multimillonarios. No que se los vayan a subir, sino enterarme de que están pagando menos que nadie. Beneficiándose por una ley hecha para atraer cerebros, hemos traído melones. No tengo nada en contra de que vengan, y que jueguen; me parece exagerado que se les pague tanto, pero ya sabrán los empresarios si al final compensa, y si es así, me alegro por todos. Bueno, ni me alegro ni me dejo de alegrar: allá cada cual. Aunque habrá que ver cómo reaccionan los socios que, con esfuerzo, pagan sus abonos, entradas, camisetas y merchandising, al conocer que, probablemente, sus ídolos tienen tipos impositivos menores que los suyos y que, si pierden sus privilegios, amenazan hasta con huelga. A partir de ahora yo, desde luego, no me gastaré un duro en ver un partido. Claro, que ¿cómo lo van a notar, si nunca he ido al fútbol?

Pero la indignación no es estado habitual de mi carácter ni quiero yo establecerme en ella, sino usarla tan sólo de trampolín para espacios más elevados del espíritu. En este caso, me ha despertado el ingenio y la ironía para sacar adelante estos sonetillos satíricos que, a falta de mejor publicación, comparto en esta ventana con ustedes.

1
La ministra Salgado tiene vista
y ve bien lo que pagan los demás
y si alguno al pagar se queda atrás,
descuidad, que no se le despista.

A la caza está ya del futbolista:
“Los Agüeros, Henrís y Benzemás
tendrán que apoquinar un poco más”
ha dicho la ministra, que es muy lista.

Si se aprueba la norma, los fichajes
se comprarán un jet y harán más viajes,
que todo deportista que se forra

acaba, me lo dice la experiencia,
cambiando de lugar de residencia,
que, para ahorrar, no hay nada como Andorra.

2

A Kaká, que es un chico muy creyente,
Y trabaja en Madrid, no hace turismo,
lo quieren convertir, no al islamismo,
sino a que se haga un buen contribuyente.

Párate ya galáctico, detente,
deja de practicar el escapismo,
que hay quien paga cuarenta por lo mismo
por lo que tú tributas sólo veinte.

¿Por qué estos privilegios y prebendas,
que no tenemos nadie con Hacienda?
¿Tan grande es el poder que tiene el lobby

de extranjeros de ficha millonaria?
Que paguen por igual bramán y paria.
Que paguen ya Chygrynsky, e Ibrahimovic.

3
Parecerá ironía hacer pagano
a un Cristiano de nombre verdadero.
Mas si en tu sueldo cobras cinco ceros
el no pagar, Ronaldo, no es cristiano.

Si paga el socio y paga el canterano,
que tributen lo mismo los dineros
de los cracs millonarios extranjeros
es justo, necesario, sabio y sano.

Sin embargo, los clubes los protegen
y piden al Gobierno que los deje,
pues coinciden en el mismo mes de mayo

el final de la liga con la cuenta
del incómodo impuesto de la renta,
y temen en el campo algún desmayo.

4
La ley, que algunos llaman desatino,
la verdad es que a mí me reconforta,
pues ha podido unir a Joan Laporta
con el presi rival, con Florentino.

Los dos dicen lo mismo: “Estoy que trino”,
pues el chollo fiscal ya se les corta
(aunque a los clubs modestos, les importa
el tema poco menos que un pepino).

Y haciendo como han hecho buenas migas,
los grandes capitostes de la liga
se han propuesto el hacer acción conjunta:

con llevar, amenazan, un parón
a la más principal competición.
Se me ponen los pelos, ay, de punta.

5
Habrá en los equipos cambios de rol:
el defensa rompedor que era un paquete
se habrá de reciclar en un piquete.
Las cosas son así en el fut-ból

Y el delantero que ose meter gol
por tener fama y gloria como ariete
sólo obtendrá, y eso en un periquete,
el baldón deshonroso de esquirol.

Estará consternada la afición.
¿Qué pondrán los domingos en la tele,
para que al hincha no le dé un telele?

Algo inventará la televisión:
Si la liga de fútbol entra en huelga,
pondrán liga de fútbol. Pero belga.

6 (SONETO INVERTIDO)

Pero en todo este asunto hay un detalle
que hace que suene mal toda mi charla,
pues parece que hubiera algo que falle:

Si la huelga es en contra de un patrón,
¿cómo puede el patrono convocarla
y a quién quiere con ello hacer presión?

La idea que en el aire está sin fecha,
si lo piensa uno bien, a mí me pega
que salió del magín de un estratega
llamado Pellegrini, es mi sospecha.

¿A quién mejor que a él esto aprovecha,
que al cuello la camisa no le llega?
Semana en que la liga no se juega,
es semana también que no le echan.

martes, noviembre 03, 2009

EN QUÉ ESTARÍA YO PENSANDO

De vuelta a casa andando, paso por delante de un local en obras sobre cuyo escaparate han pegado varios carteles de publicidad. En un fugaz instante, leo de un tirón el titular de uno de ellos, único en la calle, y me sorprende. Es una propuesta que no se refiere a ningún campo profesional, académico o comercial, sino que invade directamente la esfera personal y quiere influir sobre el carácter de las personas. Me hace gracia, no obstante, y hasta simpatizo con él, pero es tan increíble que tengo que pararme y frotarme metafóricamente los ojos para volver a mirar y leerlo detenidamente. En efecto, como me temía, no podía ser. El cartel invita a matricularse en un curso de moda con un gancho tan objetivo y concreto como “Hazte estilista”. ¿De dónde había sacado yo que ponía “Hazte elitista”? En qué estaría yo pensando.

jueves, octubre 22, 2009

ONCE

Ojito. Desde el viernes de la semana pasada se me vienen ocurriendo ideas para posts y, por otros encargos o por falta de rigor y voluntad propia, los he ido aparcando, eso sí, apuntándome un titular para no olvidarlos, y añadiendo día a día ese acontecimiento, reflexión, experiencia o emoción que he pensado, merecían un post. Seguidores habituales, pues, si los hubiera, no creáis que esta nota que leéis constituye por si misma la actualización del día. No, señores, hoy traía trabajo acumulado y he hecho mis deberes: diez posts como diez soles. Y con éste, once.

Ahora, a ver si hay narices que comentarlos todos y volverme loco.

POR HABLAR

Ayer estuve en acupuntura, y mientras dejaba que las agujas clavadas sobre puntos estratégicos hicieran su trabajo, el médico recibió una llamada de una persona que tenía gripe. El doctor le sacudió la paranoia de que fuera gripe A y le recomendó remedios sencillos que conozco pero que no divulgaré para que no demanden por instigar a la automedicación. Yo entonces pensé: “Cuánto tiempo hace que no me pongo malo”, como suelo pensar una o dos veces al año. Y también, como siempre, involuntariamente me arrogué cierto mérito por tener una buena constitución y por cuidarla adecuadamente. De forma instantánea y casi automática me sacudí esos sentimientos de vanidad y, en segundo término, quise minimizar la reflexión. Incluso no haberla hecho nunca. Pero fue inútil: el pensamiento ya estaba lanzado al universo. Y alguien debió de oírme. El dios de las bromas, mi tutor castigador del curso del 63 cósmico, o mi ángel de la guarda, atento a que no se me suban los humos, ¿quién sabe? El caso es que, como era de esperar, en la misma tarde noche de ayer empecé a notar el picor en la garganta tan característico de mis constipados. Y a estas horas se lo puedo confirmar con toda seguridad: estoy constipado. Y con ello, otra constatación: la bufanda de verano ya no es suficiente.
(Por cierto, para información sobre la gripe A recomiendo este link:
http://vimeo.com/6790193 )

YO TE QUISE

Mi amigo Dani ha escrito y rodado un corto, “Yo te quise” que ya es visitable en youtube y en su página web:

www.loctary.blogspot.com

El otro día me invitó a la “premier”, su primera exhibición en público. Me gustó, es muy divertido. El personaje principal es una chica a la que le gusta mucho cantar y se graba sus propias canciones “a capella”. Me he sentido un poco identificado, y me han dado ganas de colgar mis “Grandes Éxitos”, pero siento un cierto temor reverencial a dejar cualquier tipo de prueba material de mi existencia en la red. Eso que dice la campaña de Telemadrid – “en internet tu imagen no es sólo tuya, es de todos” – ha hecho mella en el adolescente neurótico que llevo dentro, así que ni un vídeo ni una foto y ni siquiera mi voz. Aunque, ahora que ya tengo mis “Obras Completas” pasadas a DVD, cualquier día me suelto el pelo. Amenazo.

MI EX

Una amiga, convencida de que un hombre y una mujer tendrían una inmediata afinidad si coincidían en dos puntos: ser solteros y heterosexuales, me presentó el correo electrónico de una amiga suya: Álvaro, éste es el e-mail de X; e-mail de X, éste es Álvaro. Tras comprobar en un par de “citas a ciegas” puramente epistolares que no pegábamos nada, viví la extraña circunstancia de “cortar” con alguien con quien no había salido nunca y que, por cierto, no conocía ni mi cara (Yo sí la suya; hay personas más desinhibidas a la hora de colgar su foto en internet; por mi parte, creo que bastante hago con firmar con mi nombre real). El caso es que un amigo mío, chistoso él, bautizó a la chica con la que no había tenido ninguna relación, como “Mi ex”.
Pero, rizando el rizo de la teoría de los seis grados de separación que no inventa pero sí divulga mi amigo Juan (http://www.liverpoolmadrid.com/2008/04/la-teora-de-los-seis-grados-de.html), amigo por cierto de mi chistoso amigo, resulta que estoy a dos grados de separación de mi ex por otro camino, ya que ha resultado ser amiga de la novia de un amigo.

La carambola termina por el momento con un bloqueo de las sincronicidades tan absurdo que raya en lo milagroso. Ya es raro verme en un bar. Pues el otro día estuve. Estuvieron también mi amigo, su novia, “mi ex” y más gente. En este caso, la posibilidad de que no nos llegáramos a conocer, bien porque nos presentaran, bien porque participáramos en una misma conversación, era realmente baja, y sin embargo se dio. Incluso me atrevería a decir que, sin yo esconderme ni ella evitarme (aunque no tengo certeza de ninguna de ambas cosas), nunca estuve en su ángulo de visión. Ni siquiera cuando participamos en el mismo corrillo: la conversación la coparon ella y mi amigo y luego desapareció por donde había venido.

Vamos, que mi ex y yo no nos hablamos... pero de buen rollo.

DAR RECUERDOS

De camino a casa paseando (el frío pedía metro, pero me empeñé), veo a dos personas juntas, una de las cuales habla por el móvil con una tercera que parece ser conocida de ambos. La que lleva el teléfono transmite a su acompañante algo que le dice su interlocutor en las ondas: “que le da recuerdos”. El recordado se rebela y pide coger el móvil para que se los dé directamente a la oreja. No sé en qué quedaría la cosa, pero me mueve a reflexión, porque si esta persona llega a ponerse al teléfono, ¿qué le diría el otro? “Hola, Fulano, muchos recuerdos”. Imposible.

Los recuerdos son algo que nunca se pueden dar personalmente. Parecería que son una especie de encargo incómodo que uno puede dar a alguien para que se lo dé a otro, pero que no quieres ver la cara que pone el receptor cuando los recibe. Un ejemplo: le has comprado a un primo segundo un regalo de boda que crees que es adecuado y que le gustará pero a ti no te convence. No vas con el jarrón en brazos para dárselo; se lo mandas por mensajero o por medio de alguien que sabes que lo va a visitar. Igual con los “recuerdos”. Es como si fuesen algo de lo que avergonzarse. Por eso, el empeño por ponerse al teléfono de esa persona tenía algo de desafío. “¿Cómo que me manda recuerdos? ¡Eso no me lo dice a mí a la cara! ¡Trae el teléfono! “, y cuando lo coge: “Venga, venga, dime ahora eso que me querías decir. ¿Qué es lo que me mandabas...?”.

Pero, claro, tiene sentido. A un tercero le puedes decir que le diga a alguien que te acuerdas de él, pero si estás hablando con esa persona directamente, esos recuerdos están de sobra. ¿Cómo no te vas a acordar si estás hablando con él?

CRISIS DE NACIONALIDAD

Escucho que la National Gallery expone en estos días piezas de imaginería española del siglo XVII, que es acogida con recelo por los visitantes, acostumbrado a una representación más alegre de un Jesucristo resucitado o, en todo caso, a ninguna representación de la divinidad. Les parecen nuestros muñecos los precursores morbosos y gores de “La Pasión de Cristo” de Mel Gibson, y yo, de pronto, me siento hermanado con el escandalizado y horrorizado público inglés y tengo ganas de gritar: Lo mismo, lo mismito pienso yo. Mi sentimiento es igual, mis argumentos, en caso de tenerlos que dar, serían idénticos. Y es entonces cuando me asalta la duda: “A ver si voy a ser yo inglés”.

TEMPORADA DE SANDALIAS

En realidad, debería haber acabado hace ya tiempo, cuando aquella semana de frío en septiembre anunció que el verano había terminado. Pero volvieron a subir un poco las temperaturas, y algunas mujeres, llevadas por una frívola mezcla de irresponsabilidad y filantropía, aún seguían sacando de paseo las esmaltadas uñas de sus pies. El frío de ahora ya viene más en serio, y en un exhaustivo repaso por los pasillos del metro, apenas he llegado a encontrar un par de zapatos de empeine corto sugiriendo pícaramente el cuádrupe escote de los cinco dedos, pero de esas impúdicas desnudeces de una semana atrás ya no queda nada: se ha echado el cierre. La temporada de sandalias ha terminado.

¿MARKETING O TRABAJO BIEN HECHO?

A punto de bajar las escaleras que llevan a mi andén del metro oigo una melodía delicada que mi oído reconoce y que mi cuerpo todo acepta con agrado. Vuelvo a la vista, y al fondo del pasillo, veo a un hombre mayor sentado, tocando el violín, y a un lado otra persona que, interpreto, maneja otro instrumento. De inmediato identifico la pieza: el Ave María de Schubert . Con un reflejo prosaico del que me avergüenzo, echo un vistazo para comprobar que mi tren aún no llega y me encamino hacia el viejo. Según me acerco, todos los elementos van tomando forma y realidad. El acompañamiento orquestal no es en directo, sino una grabación que el maestro, como tantos otros músicos de la calle, trae en algún tipo de reproductor; la persona que se sentaba a su lado, pues, no hace un dueto musical con él. Quizá sí en la vida: tiene todo el aire de ser su mujer.

Ya llego a la funda abierta de su instrumento donde exhibe varias estampas de vírgenes y una pequeña cestita para recibir el agradecimiento de su público transeúnte. Nunca he visto en el metro una cesta más llena. El violinista, viejo, bajito, calvo, resulta entrañable. Alguno nos quedamos un instante enfrente de él, por hacer los honores a su arte, y contemplamos el gesto sonriente con que acepta las monedas. Retardamos nuestro paso, pero no nos atrevemos a quedarnos de pie como pasmarotes en la esquina. Las cuatro o cinco personas que han pasado en estos segundos le han dejado algo. Coincide también que todas ellas eran personas de edad que quizá hayan empatizado con el viejito simpático o incluso con el exhibicionismo de su fervor mariano. En todo caso, mérito suyo por acertar de pleno con su público objetivo. Si lo pilla Antena 3, lo mete de jefe de programas.

PAGAR “DE OÍDO”

El jabón de lavavajillas es caro. Ahora lo venden en pastillas comprimidas o en pequeñas bolsas con la dosis justa de jabón líquido. En la última compra tuve que reponer, y, aunque ya me había decidido por una marca líder, cuando llego al pasillo me encuentro con que no sé si su liderazgo es de ventas, de investigación y desarrollo, de variedad de productos o de confusión al consumidor. Quiero decir que tenía, al menos, dos bolsas diferentes. En una, las dosis contienen sólo jabón verde; en la otra, añaden otro líquido azul engarzado con el verde en un dibujo en plan yin-yang. Dice que abrillanta. En mi casa nadie me he quejado nunca del brillo de la cristalería, así que me llevo la normal. ¿Pero qué tamaño? Me dejo guiar por mi instinto. Mi instinto de ahorrar, quiero decir. Hay una bolsa que dice que en caja me descuentan directamente dos euros y medio. ¡Pues ésa y no se hable más!

Compro más cosas. No muchas, pero sí las suficientes para olvidarme del precio del lavavajillas y de la estupenda oferta de la que me voy a beneficiar. Cuando voy a pagar, algo me suena raro. Me parece mucho dinero para las pocas cosas que llevo. Caigo en que el lavavajillas vale como ocho euros, con lo cual ya es fácil que llegue a la cantidad que me ha dicho la cajera. Pero en el mismo momento me doy cuenta de que, a esos ocho euros y pico hay que hacerle un descuento. ¿Me lo habrán hecho? No padre. Lo reclamo. La cajera confirma que es así, pero no se la ve muy suelta ejecutando el operativo de la oferta. Una compañera le explica que simplemente me dé el dinero (yo ya he pagado), y que pegue la pegatina en el ticket. Accedo a irme sin mi comprobante de compra. No creo que le fuera a sacar más partido.

Minutos después, en la frutería compro cuatro cosas con intención de bajar en un par de días con una lista más amplia. A la hora de pagar, el precio vuelve a sonarme alto. Es aproximadamente la misma cantidad que suelo gastar, pero me he llevado menos cosas. El ticket no menciona el género; sólo el peso, el precio del kilo, y el resultante. No consigo asignar a qué corresponde cada cosa, y el frutero vuelve a pesarlo todo. En efecto, me estaba cobrando dos euros y pico de más.
Vaya tarde. Si compro en un par de tiendas más, me forro. Ahora, como no empiece a trabajar pronto me voy a convertir en contable.

SI LA COSA FUNCIONA

He ido a ver la última de Woody Allen, lo reconozco, con ciertas expectativas. Después del bajón existencialista de “Match Point”, de la intrascendente “Scoop”, que ni fu ni fa (aunque la he vuelto a ver recientemente y me ha gustado más), me pareció que con “Vicky Cristina Barcelona” se había entregado al morbo por el morbo, y no hice intención ni de verla (si alguien cree que merece la pena, le invito a que me quite mis prejuicios). De pronto, veo el trailer de “Si la cosa funciona”, en la que vuelve Nueva York, sus clásicos de jazz y sus diálogos ingeniosos. Vuelve, en fin, Woody Allen.

Uno se cree mejor a Larry David haciendo de su “alter ego” que a otros jóvenes – y no tan jóvenes – anodinos que solía utilizar últimamente. Claro, el protagonista, neurótico, obsesivo, pesimista, está a años luz de alcanzar la paz interior y nadie en su sano juicio querría ponerse en su piel, pero la peli tiene algo que para mí vale oro: el humor. Es una comedia, es divertida y, aunque el genio deja traslucir su nula confianza en la especie humana, el resultado es alegre y uno sale del cine con una sonrisa y buen sabor de boca. Sí, quizá el que las cosas vayan bien sea fruto de la casualidad, pero si la cosa funciona... Y funciona.

EL PARTIDO DEL VIERNES

Después de dejar que la vuelta al cole se asiente, llega el momento de que los Padres y Antiguos Alumnos reconquistemos nuestros terrenos: los campos de futbito, el del patio y el del polideportivo. El viernes comenzamos la temporada de este curso, en mi caso con muchas ganas y totalmente resignado a sufrir agujetas hasta el próximo partido. Desde finales de mayo lo más cerca que he estado de hacer deporte ha sido restaurando un futbolín este verano (eso merecería un blog entero, pero se me pasó el momento), y la inactividad pasa factura. Así y todo, encaro el curso deportivo con ilusión y alegría. Creo haber comentado alguna vez que jugar al futbol es, con toda probabilidad, la única actividad que me divierte. Así que, si puedo jugar, doy gracias... ¡y hasta que el cuerpo aguante!

Hablaría de lo cortos que estamos de efectivos los naranjas este año, del gran fichaje que hemos hecho y de más que habrá que hacer, pero mi blog es personal y en esta nota he venido a hablar de mi intervención en el partido. Porque estuve enorme. Podía no haberlo estado y lo habría dicho. O, al menos, me habría callado. Pero no sé que tuve, presencia tal vez, un estar permanente en mi sitio, que sin casi moverme llegué a desesperar a nuestros contrarios los blancos. Aguanté cuando debía, salí cuando fue oportuno, tapé hueco en todo momento sin perder la vertical. Y casi sin yo saberlo, mis reflejos sacaron la mano en varias ocasiones a una altura y distancia del cuerpo absurdas, despejando lo que era un gol cantado. Mientras, nuestras filas iban entrando en calor y, tras un tercio largo del encuentro sin hallar portería, conseguimos marcar. Después, poco a poco, sin prisa pero sin pausa, fueron cayendo más goles.

En nuestro lado, también cayó alguno: un tiro imparable, después de rechazar dos disparos a bocajarro, y otro en una jugada sucia de córner en que – ahí sí que no estuve bien – no salí a defender mi territorio. Saqué un balón del suelo en la misma línea, pero uno de los míos, que cubría el poste, impidió con su pierna que el balón saliera de la puerta, y un delantero blanco la empujó. Resultado: Naranjas, 7; Blancos, 2.


Al terminar no necesité las felicitaciones de mi equipo, aunque las hubo. Yo sabía el partido que había hecho, aunque también sentía que no lo había hecho yo, sino que, simplemente, había dejado actuar al cuerpo sin interferir, y éste había sabido estar en su sitio y hacer lo que debía. De vuelta a casa, sólo notaba un tirón en la parte posterior del muslo izquierdo, que ya traía yo de días anteriores. El sábado, no tenía más agujetas que si me hubiera pasado la tarde jugando a las cartas. Así pues, resultado: Satisfacción, 100; Cansancio, 0.

viernes, octubre 16, 2009

VÉRTIGO

A las preguntas "¿En qué trabajas?", "¿A qué te dedicas?" e incluso la extensa e indeterminada "¿Qué eres?", uno acostumbra a saber qué contestar. Parecen las tres una misma cosa, y sin embargo puede uno dedicar su vida a algo completamente diferente de su trabajo - la familia, la justicia social, la poesía... - y, por supuesto, ser mucho más que un mero profesional de alguna cosa.

Bien está la reflexión, pero lo cierto es que uno ha entrado siempre a ese trapo y no voy ahora a hacerme el exquisito. O quizá sí, porque, estando como estoy en un periodo de inactividad profesional, la respuesta a esas preguntas empieza a no ser tan clara ni tan rápida.

Aún no ha llegado el momento de cambiarla, pero ya me entran dudas con el tiempo verbal. El presente habitual, "soy", implica una absoluta confianza en volver a trabajar de lo mismo en un plazo razonable, estableciendo así (como hasta ahora ha pasado) una continuidad atravesada por varias interrupciones, unas más cortas y otras más largas. Pero ¿y si no volviera a llamarme nadie, si no volviera a trabajar en "lo mío"? ¿Seguiría "lo mío" siendo "lo mío" sin mí?

Evidentemente, mis contactos, conocimientos y experiencia, mi curriculum en definitiva, van a posibilitar más fácilmente un nuevo trabajo donde me era habitual. Ahora, por ejemplo, tengo pendiente una entrevista, y un ex-jefe y sin embargo amigo me ha encargado que escriba unas cosas para un proyecto que quiere presentar.
Otra cosa es que no surja nada de todo esto, el tiempo siga pasando, y uno empiece a perder la costumbre y la mano, y se le olvide lo que siempre le había sido fácil. Ahora, por ejemplo, no consigo ponerme a escribir lo que debo. ¿Y si llega el plazo y no tengo nada y le dejo colgado?
También pudiera ser que quien pierda la costumbre sea el medio, y aprenda ya a funcionar sin ese tornillito que soy yo. Hay que asomarse a todas las posibilidades. Aunque algunas dan un poquito de vértigo.
Por eso, no siendo adivino y sin poder anticipar lo que me deparará el futuro, si me preguntan a qué me dedico, encuentro más adecuado usar un pretérito perfecto: "Hasta ahora he trabajado como...", que no implica que no pueda volver a ganarme la vida como siempre, pero que tampoco lo da por hecho. La fórmula creo que es idónea incluso para cuando uno está trabajando. Es como ponerse una traba para, aunque sea testimonialmente y por sólo un instante, poner en cuestión nuestras certezas; en especial la de la propia identidad: ¿Quién soy yo? No vale decir "carpintero" o "taxista" o "escritor". Uno para, duda, y dice: "Trabajar, trabajo de camarero, pero ser... no tengo ni idea de quién soy".

Por lo que a mí respecta, ya me he hecho algún cursito que otro a lo largo de los años por si tuviera que hacer un repentino cambio de carril (que no de acera), pero la verdad es que no tengo demasiada confianza en poderme desenvolver bien en esas otras labores ni mucho menos que me pudiera ganar la vida ni la mitad de bien que hasta ahora. De momento, estoy aprendiendo otras destrezas, como apuntarme al paro en un solo día y sin madrugar. ¡Ojo!, que hay pasar por cuatro sitios (¿tiene sentido que haya que esperar una cola para que te den un impreso?). Tuve suerte, ayer inauguraban en mi oficina un turno de tarde extraordinario, martes y jueves de cuatro y media a seis y media.

martes, octubre 06, 2009

SEXO MINIMALISTA

1. A veces uno camina por la calle y se encuentra a una mujer de esas de belleza ligera y delicada que tanto apreciamos algunos, caminando en su misma dirección. Entonces juega a "probársela", a ver "si le queda bien". Es tan sólo andar junto a ella, a cierta distancia, respetando unos límites para no molestar, y mirando de reojo, por contemplar su paso elegante y natural, nunca altivo, con la secreta esperanza de comprobar que, milagrosamente, pese a no ser uno tan distinguido, caminamos acompasados al mismo ritmo y que, el paso no engaña, "somos de la misma talla". El juego termina cuando ella llega a su boca de metro o entra al restaurante asiático en que trabaja.

2. Mirando a las desconocidas, uno en ocasiones se topa de frente con sus miradas. Despectivas las de las guapas y ambiciosas que se sienten por encima de ti después de subirse a sus tacones; incitadoras las de algunas profesionales que parece que te van a contagiar a distancia toda su miseria y la de sus clientes; muchas sonrientes, sin más; algunas, despistadas, y también las hay neutras o indiferentes. Pero un día te encuentras con una mirada que en menos de un segundo transmite seducción, deseo y satisfacción, todo en un mismo instante y sin necesidad de contacto físico. Al momento, te has ido de allí, siguiendo tu camino, con un cierto sabor a "qué chica más maja" y sin ninguna ansiedad por saber su nombre ni volverla a ver.

jueves, octubre 01, 2009

REMORDIMIENTOS

Todos los expertos, economistas y políticos, coinciden en relacionar la crisis con el descenso del consumo, y tratan de incentivarnos para que no tengamos miedo y sigamos comprando como si nada. Y entonces observo mi vida, mi obstinada austeridad, mi maldisimulada tacañería, y, por un momento, siento remordimientos. También yo... ¡cómo soy! Podría comprarme algo más de ropa, hacer algún viaje, cenar fuera alguna vez... gastar, en definitiva. Pero no, soy un mal ciudadano que emplea el dinero que gana sólo en las cosas imprescindibles, necesarias y útiles. A eso conducen doce años de colegio sin Educación para la Ciudadanía. A eso llevan la Religión, la Filosofía y el Latín. Mea culpa. Sí, lo reconozco. Yo tengo la culpa de la crisis porque, pudiéndome permitir una tele de pantalla plana (que ahora no son tan caras) sigo con una vieja de las de tubo. ¡Pero es que me la compré en marzo de 2005! ¡Tendré que darle unos añitos de vida útil, al menos! Además, estando como estoy sin trabajo, me parecería mal gastarme el dinero del paro en televisiones. Imagínate que me mandan a un inspector del INEM y me ve con una de esas teles enormes y lujosas. "Si tienes para pantallas de plasma, tendrás también para comer", podría decirme. Y retirarme la prestación.

Y sin embargo, aplicando un elemental método científico, puedo deducir que no, que no soy yo el culpable. De ningún modo puedo serlo. Cuando todo era bonanza y vacas gordas, gastaba lo mismo y, como hoy, sólo contribuía al sostenimiento de tres negocios: la frutería, el herbolario y el banco. El mercado inmobiliario no se ha podido hundir por mí, ni le he retirado mi apoyo al sector automovilístico. Simplemente, nunca se lo he dado. Nunca he ido a un concesionario a gastarme el sueldo de varios meses en estrenar el modelo que yo eligiera en mi color preferido; he optado por esperar a que los coches vinieran dóciles a mí cuando les correspondiera, con el mínimo quebranto de bolsillo. Y el mundo giraba, y todos vivían como ricos.

Ahora, cuando escucho hablar de "incentivar el consumo", me parece oír un mensaje oculto: "Si no quieres ser pobre, gasta como un rico". Al final, la crisis pasará y no habremos aprendido nada. Y eso sí que debería causarnos remordimientos.

jueves, septiembre 24, 2009

VISIONES

Dos visiones en los dos últimos días:

AUTOTROMPETISTA

Un hombre, más joven que mayor, en su vehículo comercial, más coche que furgoneta, parado en medio del tráfico, más por el semáforo que por un atasco, aprovecha el tiempo y, en lugar de tocar la bocina impacientemente tratando de que el primer coche salga como un resorte en cuanto cambie el disco, saca su instrumento y ensaya con él. Suerte tiene de que sea una trompeta y no un contrabajo o un piano de cola, pero la sorpresa para mí es igualmente mayúscula. E igualmente mayúscula la simpatía que despierta en el trompetista que pude ser. Más renuente que frustrado, me considero un aficionado tramposo que cogió el atajo de la imitación. Ya sé que no es lo mismo. ¡Bravo por el trompeta!

PERRO SALTARÍN

Un perro blanco y peludo de esos samoyedos de zonas frías cruza un paso de cebra con alegres saltitos, quizá contento de que el verano se acabe y anticipando otro invierno helador más adecuado a su constitución y abrigo. Corre como al trote, con una gracia especial, como de puntillas. Se diría un perro bailarín. No es muy grande, aventuro que es cachorro. Detrás de él, a tres o cuatro metros, pasa su dueña, sujetándolo con una correa ni floja ni tirante, con la tensión justa y, sobre todo, constante. Ni el perro la arrastra tras él ni tampoco pierde el ritmo el animal, de modo que la cuerda caiga fláccida al suelo. La mujer no es vieja, pero tampoco una jovencita, y se mueve acompasada al paso ligero de su amigo. Cruza con una extraña carrera que es rápida, pero no tiene prisa, sin casi tocar el suelo. La ciudad, por unos instantes, no hace ruido.

miércoles, septiembre 23, 2009

PUBLICIDAD ENGAÑOSA

Se dice que la publicidad engaña, que la publicidad miente. Y es lógico que disfrace un poco la verdad para presentar las cosas mejor de lo que son con objeto de vendérnoslas. A todo eso estamos acostumbrados, y ya vamos alerta.

Lo que no me explico es que mienta sin interés. Me refiero al anuncio de unos seguros cuyo nombre, paradójicamente, no recuerdo con seguridad. Dice el anuncio, más o menos: "¿Dónde está el acomodador? ¿Dónde está el hombre que te ponía la gasolina? Todos han sido sustituidos por máquinas". ¿Por máquinas? ¡Por el amor de Dios! ¿Ha visto alguien algún robot en una sala de cine que te mire las entras y te ilumine el camino hacia tu asiento con un haz de luz láser? ¿Estoy haciendo el tonto cuando yo mismo cojo la manguera de la gasolina, la enchufo al depósito del coche y aprieto el gatillo? ¿Hay algún automatismo desconocido que podría evitarme esta labor? No, señores, no lo hay. Los dos ejemplos (pocos, por otro lado, para ilustrar un concepto) son erróneos. Ni el acomodador ni el gasolinero han sido sustituidos por máquinas. Han sido suprimidos. Donde estaba el acomodador, ahora no hay nadie; donde estaba el gasolinero, sólo hay aire.

Quiere el anuncio hacer ver que su empresa es buena, que no ha echado a nadie, y tiene mucho personal para atenderte. Claro, es que, si siguiera el ejemplo de los cines y las estaciones de servicio, se quedaría con una oficina vacía en la que sonarían los teléfonos sin que nadie los cogiera.

El anuncio es bonito, pero no funciona porque uno se queda enganchado en el error. Algo le ha sonado mal, aunque no sepa qué y, mientras lo piensa, termina el anuncio sin haber aprendido el nombre de los seguros y con una nebulosa de desconfianza. Es un recelo inconsciente que uno no termina de concretar. ¿Por qué no me fío de estos seguros? En el fondo es muy sencillo: Si te engañan con el anuncio... ¿qué no harán en la letra pequeña de los contratos?

martes, septiembre 15, 2009

¡TODOS A VER A MALAJE!

Como dice el protagonista de esta nota, voy a contar una cosa... antes de que se me olvide. Ya ni me acordaba de cómo entrar en mi blog, pero la próxima actuación en Madrid de mi admirado amigo Malaje me impulsa a hacer una recomendación.

MALAJE SOLO, como su propio nombre indica, es más bien una soledad en la escena que una compañía de teatro, similar al nombre del grupo que acuñó Pablo Carbonell cuando empezó a cantar en solitario y se presentaba en los conciertos con el saludo de: "Hola, somos los Pablo Carbonell".

Así, Malaje Solo, aunque en su página web parece haberse rodeado de algún otro actor, yo lo he conocido actuando solo, y no sólo en los límites de una sala, sino solo en el mundo, porque ha ideado un género del que él y sólo él es el único representante: el "humor aburrido".

Este concepto genial, pese a lo paradójico que pueda parecer en sus términos, es absolutamente preciso y descriptivo del humor que realiza. Tiene algo de literario, de filosófico, de poético y de naïf. Si les gusta Augusto Monterroso a lo mejor no les gusta Malaje, pero yo diría que sí. A mí me gustan los dos.

Se desmarca Malaje del tópico del andaluz "grasioso" y abraza el término "malaje", de dudosa etimología, que algunos vinculan con "mal ángel" y con el que se cataloga a las personas sosas, siesas, sin "duende", sin "arte", sin gracia. Malaje no engaña a nadie: no tiene gracia, pero tiene más humor que cuarenta cuentachistes juntos. O sea, que Malaje no tiene gracia, pero es gracioso.

Después de meses sin escribir una nota, ni siquiera de despedida o de suicidio, soy consciente de que habré perdido al poco público que tenía y que mi poder de convocatoria habrá bajado de cero a menos cero, pero, por si acaso, no quería dejar de hacer la recomendación. Aquellos de mis lectores que vivan en - o cerca de - Madrid, y quieran ver a un humorista único acérquense a la

Sala El Montacargas, en la
calle Antillón, 19,
el jueves 17 de septiembre a las 21:00.
Dentro del Festival de Clown de Madrid, podrán ver su espectáculo
¿CUÁNDO SE COME AQUÍ?
(Quizá, dadas las horas de la representación, lo cambie por Cuándo se cena aquí).

Me preguntarán ustedes: ¿Tú vas a ir? Y yo contestaré como el novio solícito y enamorado que le decía a su novia cómo la quería y cómo estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella, recorrer el mundo, subir y bajar montañas, luchar contra animales feroces, atravesar el Atlántico a nado, etc. Ella, encandilada, le preguntaba "¿Vendrás a verme mañana?", y él contestaba: "Si llueve no". Yo trataré de ir, no obstante.

Y también, quizás, me pregunten ¿Volverás a escribir en el blog? Tal vez, ¿quién lo sabe? Este verano he arreglado un futbolín que estaba para tirar y soy un hombre nuevo. Habrá que ver qué conservo del antiguo.

martes, mayo 19, 2009

EL HUMOR DE MI VIDA. CÁNDIDO

Habiendo descubierto hace poco de manera clara la necesidad de humor en mi vida, me ha parecido bueno dedicar atención a estudiar las referencias humorísticas que he tenido y que de una u otra forma han sido importantes para mí y, por supuesto, a agradecerlas. Y en primer lugar, debo recordar a Cándido, el simpático y entrañable personaje de Mena, cuyas tiras cómicas encabezaron durante muchos años una página del ABC, inmediata anterior a las que decían de "huecograbado", en la que compartía espacio con un crucigrama, un jeroglífico y quizás el horóscopo. Era Cándido un personaje flaco, calvo, con dos pelos, y gafas, que protagonizaba unas sencillas historias de humor blanco y sin palabras, en tres o cuatro viñetas. Me recuerdo de niño yendo con avidez a mirar en el periódico el chiste de Cándido, y recogijarme con sus chistes o, al contrario, alarmarme y angustiarme cuando, muy de vez en cuando, no entendía el chiste y me lo tenían que explicar. Es Cándido, por tanto, para mí, humor de infancia mantenida en el tiempo, y hace un tiempo me sorprendió enormemente descubrir que en internet no había una sola imagen de este personaje. Recordé que una hermana me había regalado un par de tazas de desayuno adornadas con chistes en color de este dibujo (que siempre vi en Blanco y Negro en las páginas de ABC), y decidí hacer una foto a cada viñeta para compartir con mis lectores este recuerdo. Y también, un poco, por hacer labor de documentación: la próxima vez que alguien busque a Cándido o a Mena, aparecerá columnadejuguete. Aquí va su tira:




¿Lo han entendido o se lo explico?

Gracias, Cándido.

domingo, abril 19, 2009

VUELVE LA SINCRONICIDAD

Conservo como amigos a dos jefes de mis primeros tiempos profesionales. Tengo un infrecuente, pero afectuoso contacto con ellos, que algunos años se limita a felicitarnos las navidades y el año nuevo. La tarde del jueves mi móvil apagado recibió una llamada de uno ellos, que no dejó mensaje. Le llamé al día siguiente: quería confirmar mi dirección para enviarme una invitación a la presentación de un libro suyo (teniendo en cuenta que esta semana he acudido a otra presentación de libro, ya me resulta llamativo). Más aún el que, por la tarde, mientras jugaba al fútbol, me llamara el otro, con recado de que me pusiera en contacto cuando pudiera. Le contesto la llamada, y es también para pedirme la dirección. Los dos en el mismo día y para lo mismo. En este caso, el motivo era otro: una invitación de boda.

martes, abril 14, 2009

LA SINIESTRALIDAD EN SEMANA SANTA

Leo que la siniestralidad en Semana Santa ha caído a mínimos históricos. ¿Será verdad? Yo encontré las procesiones igual de siniestras que siempre.



Se refiere la noticia a la caída de los accidentes de carretera, que ha habido menos, y con menos muertos. Contrasta esta satisfacción abstracta (nadie siente ser superviviente, nadie cree pertenecer al 18% menos de víctimas que el año pasado) con el dolor concreto de quienes han perdido a alguien esta vez. Se celebra, pues, la estadística, con satisfacción, pero sin alegría ni triunfalismos.



Y después de este bajón, para dejarlo en alto, comparto con ustedes este simpático gesto subversivo encontrado en Trujillo.



Por cierto, dato extraño: de mis acompañantes, las personas más descreídas eran las más interesadas en las procesiones, mientras que a los más religiosos nos producían un rechazo tendente a infinito.

Y digo yo: ¿no podríamos inventarnos un folclore más festivo, menos morboso y que no juegue con las cosas sagradas, para entretener a los turistas?

miércoles, marzo 04, 2009

PALABRAS COMO ROSAS

Si la paciencia tiene su recompensa, la pereza también. Después de cerca de veinte días sin actualizar, mi blogamiga Sakura (sakuranomonogatari.wordpress.com) me ha concedido el premio Palabras como Rosas, ex aequo con otros seis blogs. El galardón, como la nobleza, me obliga:


-Debe otorgarse a SIETE blogs que se consideren gestores de la palabra en todas sus formas.


-Debe mostrarse y compartirse incluyendo el link de quien lo entregó, y no olvidar avisar a quienes les sea concedido.


Aquí cumplo. Nombro merecedores del premio Palabras como Rosas a:


- Planseldon (www.erasmusreloaded.blogspot.com), por sus siempre interesantes posts, su pasión por la lengua griega, sus poemas (soy más de la Camarera del cine Doré que del Epitafio a Mr. Spock) y, por supuesto, por sus tiras cómicas.

- Dulós (www.sisinmispechos.blogspot.com), porque ha encontrado en la palabra la mejor arma para defenderse y luchar, sin perder la sonrisa, la alegría y la dulzura en ningún momento.

- Humoradas (www.humoradas.blogspot.com), a cuyo autor no conozco personalmente y estoy seguro de que el premio le parecerá una bobada y hasta es posible que me odie por incluirle en esta lista. Lo hago por dos motivos fundamentales: 1) que su blog es literaria y lingüísticamente del nivel más alto de los que conozco (además de divertido), y por tanto me siento obligado a reconocerlo, y 2) que habida cuenta de que la dejación de las responsabilidades anejas al premio no conlleva ningún tipo de maldición, tampoco es tan grave el compromiso en que pongo a mi admirado don Enrique.

- Desconvencida (www.desconvencida.blogspot.com), otra desconocida a la que he llegado desde Sakura (de igual modo que llegué a Sakura desde Humoradas... y no sé cómo llegué a Humoradas). No obstante, debo hacer mención de que, en el juego de casualidades que la vida nos regala a cada instante, un compañero de trabajo me vio entrar en este blog y se sorprendió: es amigo personal de su autora. El premio es de agradecimiento por su magnífica labor de selección de diálogos de películas.

- Javi Chan (www.epetecaundeblog.blogspot.com), por su afición al humor retórico, y obviando sus fotos y vídeos chuscos, que los hay. Todos esperamos más de este joven prometedor.

- La navaja en el ojo (www.lanavajaenelojo.blogspot.com), por sus agudos análisis del mundo audiovisual y de otros mundos, y porque es uno de mis enlaces más antiguos.

- Loctary (www.loctary.blogspot.com), porque, aunque acostumbra a dar más de una patada oral y escrita al diccionario, debemos entender que el prolongado silencio creativo que mantiene en su blog no es sino una muestra de respeto por nuestra lengua. Bueno, y porque es mi amigo. ¡A ver si actualizas!

(Y ahora, a avisar a todos).

LA COMUNIDAD

Las comunidades de vecinos y sus reuniones y juntas son un socorrido tópico para la comedia negra. La realidad habitualmente confirma y hasta supera toda ficción, desbordando iniquidades, rencillas y malos rollos. Por ello, me es obligado dar gracias por tener la comunidad que tengo, todo lo contrario del sombrío paradigma que está en el imaginario colectivo. Y no es que mi ingenuidad me nuble la vista, puesto que pude reconocer perfectamente a un vecino indeseable en otra comunidad a la que pertenecí en una época ya pasada. Aunque quizá también deba agradecerle a él su antipatía, ladridos y malos modos, que fueron un factor que tuve en cuenta para buscar mejor acomodo.


Mi comunidad actual es, y toco madera, una balsa de aceite. A las juntas faltan la mitad de los vecinos, pero el resto siempre estamos y solemos estar de acuerdo. El martes tuvimos un escuetísimo orden del día: aprobar cuentas, aprobar presupuestos, cambio de contadores de agua, cuestiones sobre las bombillas de la comunidad y renovación de junta de gobierno. No hubo discusiones, sólo información, algún intercambio de impresiones, y listo. Incluso el siempre problemático punto de la presidencia de la comunidad se resolvió bien. Un vecino eligió voluntario a otro y se erigió él mismo como vicepresidente. Hay que decir que, esté quien esté, ellos siempre echan una mano. Desempeñaron el cargo hace años durante varios cursos seguidos, pero se borraron por un incidente con una vecina que demandó a la comunidad por un malentendido con los anteriores administradores. Cambiamos de administradores, la vecina fue presidenta, y ellos la ayudaron como a todos. Todo ha vuelto a la normalidad.

La junta duró una hora. Fue en un salón parroquial lejos de la casa y volvimos todos juntos, dando un paseo y charlando amigablemente.

Reconozco que hubiera sido más gracioso describir enfrentamientos, insultos, los argumentos absurdos y enquistados de unos vecinos contra otros, pero no fue así, y lo prefiero. Y lo agradezco. Estas cosas también hay que decirlas, no todo va a ser la crisis.

domingo, febrero 15, 2009

EXCESOS INOCENTES

Si la moderación es constante, rigurosa e inflexible, ¿no es excesiva? Y si es exceso la moderación, ¿no sería entonces moderación el exceso que la interrumpe? O tal vez sólo estoy tratando de justificar mi exceso del viernes, que lo fue consciente, aceptado y querido. No me emborraché, no trasnoché ni me drogué ni me di a vicios. Jugué al fútbol.
- ¿Y eso es exceso?
- Dos partidos.
- Ah.
Y cuando digo fútbol digo fútbol sala, y cuando digo jugué digo de portero, que es de lo que juego. Los excesos se pagan, claro, y así me he pasado el sábado, molido de cuerpo entero, y sin embargo sin sufrir, pues disfruté tanto los partidos que el propio cansancio me resultó, de una extraña y masoquista forma, placentero.
El caso es que estoy en racha y quería aprovecharla. Ya el viernes anterior hice un buen partido y el primero de esta tarde también lo fue. Ningún anal de la historia del deporte escolar habrá de recogerlos, pero en mi historia reciente sentí una recuperación de sensaciones perdidas, pero más conscientes. ¿Que cómo paré? Ni yo mismo lo sé, pues las intervenciones no son premeditadas ni diseñadas, pero sé que me sentí habitando el cuerpo y dominando mi espacio, lo que agradeció la portería. Mi voluntad guió mis reflejos en los disparos a puerta, me animó a salir seguro en los balones altos de los córneres que suelo esperar atrincherado en la línea, y me hizo preciso y oportuno en las salidas a los contraataques, para desesperación de los contrarios, que una y otra vez se estrellaban contra mí en sus intentos de hacer gol. Alguno marcaron, por supuesto, pero eso no enturbia en absoluto la seguridad propia de haber hecho las cosas bien.
Por eso, al acabar, y al ver que los equipos que iban a sucedernos en el campo, cortos de efectivos y sin portero, lanzaban al aire una petición de socorro en forma de invitación a jugar en sus filas, mi satisfacción se sintió insatisfecha y se tentó. Fue una tentación que no podría comparar con nada, pues ni siquiera soy goloso que después de un pastelito quiera otro: con un poco de chocolate, ya estoy harto. La temperatura, aun de invierno, era agradable, y yo me hice pequeño y me repetí a mí mismo en esas tardes de verano de mi infancia en las que todo mi mundo era un balón y jugar al fútbol hasta que se hiciera de noche, y las chicas mayores de la pandilla de mi hermano me llamaban "pagtito", porque siempre andaba buscando gente con quien jugar, con el único gesto de enseñar un balón y preguntar "¿partido?" con una erre mal pronunciada.
Sabía que no debía, que no estoy acostumbrado a tanto exceso físico, que me iba a cansar demasiado, pero... ¡cómo me apetecía! Y como, al fin y al cabo, no tenía compromiso alguno con el absurdo día de san Valentín, al día siguiente, dije "Me quedo".
También hice buen partido este segundo, si se lo preguntan, pero ayer, no podía doblar la espalda más de treinta grados ni avanzar las piernas mucho más, de modo que hice mis recados despacito, que tampoco es mala cosa.
Está bien, vale, no me miren con esa cara. No lo volveré a hacer.

viernes, febrero 13, 2009

INVENTARIO DE AUSENCIAS

Propongan un asunto sobre el que desean informarse, un nombre propio del que quieran descubrir detalles biográficos, un vocablo sobre cuya ortografía o significado exacto haya surgido una duda. Ahí está internet para desvelar todos los secretos, para poner a su disposición todo cuanto el ingenio y el conocimiento humanos hayan podido crear y alcanzar. Todo está en internet.

¿Todo?
¡Pues no! En mis últimas semanas de silencio he podido encontrar sin dificultad dos ausencias en la red. De hecho, ellas son en parte responsables de mi silencio, pues he tenido dos ideas para escribir entradas documentadas y no he podido hacerlo por no encontrar mis referencias. Una de ellas me ha frustrado especialmente, porque iba a ser mi primer vídeo chispas. Sí, amigos, por vez primera, y tal vez no última, iba a poner un vídeo en mi literario y poco ilustrado blog.

Pero no me resigno: he movido unos hilos para conseguirlo y es probable que en breve y gracias a una amiga y compañera puedan ver una entrada que incluya un triángulo isósceles con el vértice a la derecha y la instrucción “play”. El tema no lo adelanto.

En cuanto a la otra entrada, sólo pretendía incluir unas imágenes estáticas de una tira cómica para ilustrar la primera entrada de una serie que he ideado escribir bajo el título genérico “El humor de mi vida”, y en la que quisiera rendir homenaje a determinados autores y obras que han alimentado mi necesidad vital de humor, presente desde mi más tierna infancia, y que por alguna circunstancia, propia o ajena, por alguna asociación mental o emocional, pienso que han tenido alguna relevancia en mi vida.
El por el momento frustrado primer protagonista iba a ser un personaje que nunca alcanzó una gran trascendencia, pero que seguramente fue mi más temprano descubrimiento humorístico, mi “primer humor”, si se me permite el juego de palabras. Se trata de Cándido, un gracioso monigote flaco, narigudo y pelón que protagonizó unas tiras cómicas mudas en la página de pasatiempos del ABC durante más de treinta años, hasta la muerte de su dibujante, Mena . No digo mucho más de él, para no repetirme cuando escriba su entrada.
Lo he buscado en internet y no lo he hallado. La única referencia al Cándido de Mena a quien quería, por un momento, en mi modesta columnita, rescatar del olvido, la encontré en el sentido texto que un conocido del autor le dedicó en su día como obituario. Y digo yo: ¿cómo es posible que habiéndose publicado una tira diaria durante varias décadas (ni siquiera he encontrado el dato exacto) en un periódico de difusión nacional, no haya en internet ni una sola tira cómica de Cándido?

Aprovecho para lanzar dos retos a mis lectores, si los hubiera y los quisiesen recoger. Uno, que, si pueden encontrar alguna, antigua ya en cualquier caso, tira cómica de Cándido, me digan dónde está o la cuelguen en la red y me pasen el link. Quedo agradecido. Y dos, que por su parte se sumen a mí en esta iniciativa de hacer “inventario de ausencias” en internet. Puede ser divertido descubrir entre todos lo que la red ignora. Aunque, claro, por el mero hecho de comentarlo en un blog, ya no lo ignore tanto. Ahí dejo la paradoja.

jueves, enero 29, 2009

LOS PODERES DE LA IGLESIA

Cuando se habla del poder de la Iglesia (católica) suele referirse al que tienen las jerarquías eclesiásticas, olvidándose de que la Iglesia es toda la comunidad de fieles. Y si los obispos tienen un poder, los fieles - especialmente las "fielesas", y especialmente las de más edad - tienen un poder, un superpoder diría, que no entiendo cómo ha pasado desapercibido en nuestra sociedad.
Se trata del poder de CONVERTIR CUALQUIER CANCIÓN EN LA MISMA CANCIÓN.

Los de mi quinta hemos conocido cómo "The sound of silence" de Simon & Garfunkel o "Blowing in the wind" de Bob Dylan se asimilaban sospechosamente a "Como brotes de olivo" o "Qué alegría cuando me dijeron" (una canción cuya música por cierto desdice el título ya en sus primeros acordes). Bien, no eran temas especialmente marchosos, pero estoy seguro de que, con un poco de tiempo y sin ningún esfuerzo, la Congregación para la Anulación del Ritmo podría transformar cualquier fin de fiesta carnavalero brasileño en un lastimoso cántico para cerrar la novena a santa Adela.

Y en Cuatro haciendo "La Batalla de los Coros"... ¡Que se lleven a un grupo de beatas, y ya verás qué pronto acababan con todos!

miércoles, enero 28, 2009

IF

Quería hacerme con una traducción es español del célebre poema "If" de Rudyard Kipling, y en internet he encontrado varias que no me han terminado de convencer. Las hay que me parece que se dejan algo en el tintero; otras descolocan totalmente el orden; alguna no se esfuerza en mantener la estructura de poema medido y rimado, aunque sea en asonante; la que más me convencía me resultaba un tanto redicha en ocasiones. El objeto de esta traducción requiere (o prefiere, al menos) cierto paralelismo verso a verso o, en todo caso, tomar como una unidad a cada par de versos. He tomado de una y otras, y he aportado algo de mi cosecha para conseguir este poema que ya llamaría más versión que traducción. A todo esto, sin tener la certeza de haber conseguido como original al poema verdadero. Como quiera que no estoy muy suelto con el inglés, me tomo la libertad de invitar a mis lectores (que sé que hay algunos que dominan la lengua de Shakespeare) a hacer sus comentarios y hacer algún aporte que mejore mi trabajo, teniendo en cuenta estas claves:

- Versos medidos y rimados, aunque sea en asonante.
- Traducción verso a verso o, a lo más, considerando las unidades de sentido de dos en dos versos.

Os quedo agradecido y os invito a que disfrutéis del poema, en inglés, el que pueda, o en la versión empobrecida española (espero no haberme dejado detalles importantes ni haberme inventado muchas cosas).

IF - Rudyard Kipling

IF you can keep your head when all about you
Are losing theirs and blaming it on you,
If you can trust yourself when all men doubt you,
But make allowance for their doubting too;
If you can wait and not be tired by waiting,
Or being lied about, don't deal in lies,
Or being hated, don't give way to hating,
And yet don't look too good, nor talk too wise.

If you can dream - and not make dreams your master;
If you can think - and not make thoughts your aim;
If you can meet with Triumph and Disaster
And treat those two impostors just the same;
If you can bear to hear the truth you've spoken
Twisted by knaves to make a trap for fools,
Or watch the things you gave your life to, broken,
And stoop and build 'em up with worn-out tools.

If you can make one heap of all your winnings
And risk it on one turn of pitch-and-toss,
And lose, and start again at your beginnings
And never breathe a word about your loss;
If you can force your heart and nerve and sinew
To serve your turn long after they are gone,
And so hold on when there is nothing in you
Except the Will which says to them: "Hold on!"

If you can talk with crowds and keep your virtue,
Or walk with kings - nor lose the common touch;
If neither foes nor loving friends can hurt you;
If all men count with you, but none too much;
If you can fill the unforgiving minute
With sixty seconds' worth of distance run
Yours is the Earth and everything that's in it,
And - which is more - you'll be a man, my child !

(encontré en uno, que terminaba "you'll be grown, my child", que no concuerda con la idea que tenía, pero quizá esté equivocado).

SI... - Rudyard Kipling -

Si sabes conservar la cabeza tranquila,
cuando todos la pierden y te culpan a ti.
Si tienes fe en ti mismo cuando nadie se fía,
mas respetas las dudas que ellos puedan sentir.
Si sabes esperar, y esperar no te hastía,
o si, siendo engañado, no engañas tú también,
o si, cuando te odian, no das rienda a tu ira,
ni te ves santo y sabio si haces las cosas bien.

Si sueñas y a tus sueños no los haces tu guía
Si piensas, y tu idea no se adueña de ti;
Si encuentras el triunfo o el desastre total,
y a los dos impostores los tratas por igual.
Si tu verdad escuchas, y hacerlo no te espanta,
convertida en engaño, en tramposa mentira;
Si al ver rota la obra por que diste tu vida,
coges las herramientas y otra vez la levantas.

Si haces un montón con todas tus riquezas
y te lo arriesgas todo a un golpe, a cara o cruz,
y pierdes, y otra vez desde cero comienzas,
sin mencionar lo rico que un día fuiste tú;
Si tus músculos, nervios y corazón exprimes
y obligas a servirte, y se mantienen firmes
cuando se han agotado y en ti ya nada existe,
salvo la Voluntad que les pide: “¡Resiste!”.

Si hablas con el pueblo, y guardas la virtud,
o entre Reyes no pierdes el sentido común;
si amigos o enemigos ya no te hacen herida,
cuentan contigo todos, pero no en demasía.
Si el tiempo inexorable de tu minuto llenas
de sesenta segundos que merecen la pena
tuya es la Tierra y tuyo todo su contenido,
y lo que es más aún ...
¡serás hombre, hijo mío !

lunes, enero 26, 2009

VIDA REGALADA

En el mismo "feliz sábado" del otro día, que esto no lo conté, me llama la atención un nuevo local moderno y de vistosos colores. Es de comidas preparadas. Ahora no como en casa, y cuando como, la comida me la preparo yo; otra cosa me parece "hacer trampa". No obstante, bueno es saber que está por si acaso. Total, que en mi tranquilo y curioso pasear me paro y veo que hacen paellas de encargo. ¿Cuánto costarán? Al verme merodear, se asoma una simpática encargada y me invita a entrar. Me da un folleto-carta, me comenta el asunto del negocio, en qué consiste, que elaboran diferentes platos a diario que poderse llevar como menú o desparejados, que también sirven un menú en un comedor anejo, que todo es casero, de calidad, como si lo cocinara tu madre, etc. Y para que así me conste, me regala un táper de ragú de pollo para que lo pruebe. Lo probé y estaba bueno. El sitio se llama "Hoy cocina Lola" o algo así, y Lola no es, ya lo pregunté, mi anfitriona, sino una señora mayor y, por lo que a mí respecta, misteriosa.

Un poco más tarde, en la frutería, me regalaron el medio papayón que me llevé (porque uno entero es mucho, y se me termina estropeando). Resulta que lo tenían ya preparado porque otro señor se había llevado el otro medio, como en el chiste del armario.

(INCISO. CHISTE DEL ARMARIO:
Un hombre entra en una tienda de muebles y ve un armario que le gusta, llama a un dependiente y se lo dice. "Me gusta este armario, pero es demasiado grande para mí; me bastaría la mitad, ¿no me lo pueden cortar". El dependiente trata de sacarle la idea de la cabeza, pero como el cliente insiste, termina por decirle que tiene que hablar con el encargado. Total, que va al encargado a preguntarle indignado a ver qué hace porque un "gilipollas de los cojones" se ha empeñado en que quiere sólo medio armario. El encargado pone cara de circunstancias, y el dependiente se da cuenta de que ha metido la pata. Efectivamente. Se vuelve, y ahí está el cliente caprichoso, pero, con rapidez de reflejos, el de la tienda resuelve: "Menos mal que este señor quiere el otro medio".)

Llega mi hermano, que le han cambiado de edificio, y algunos utensilios que tenía no le valen, y me ofrece unas bandejas para dejar cosas. Entiendo que son estas bandejas para papeles y carpetas que se ponen encima de la mesa y que, además de acotar un espacio para el trabajo entrante, el saliente y el inclasificable, pueden apilarse una sobre otra en varios niveles, para hacer urbanismo vertical de oficina. Al final era un bandeja clasificadora de objetos que se coloca en una cajonera para poner bolis y un montón de cosas pequeñas más, incluyendo un rollo de celo. Contando con que en el trabajo tengo un solo boli que no uso, no es que sea muy útil, pero, ¡oye!, es un regalo. Así que como tal lo contabilizo.

Por alguna asociación de ideas que no recuerdo, formulo en voz alta en mi trabajo el grato recuerdo que tengo de una serie de televisión de mi infancia, "Kung Fu". De la que, por otro lado, en más de treinta años quizá no me haya acordado más de un par de veces (si bien lel apelativo "pequeño saltamontes" estuvo bastante presente en nuestros intercambios dialécticos familiares). Al rato, un compañero me dice que me puede conseguir la primera temporada, porque un amigo suyo que trabaja en la distribuidora se la regaló y a él no le interesa (no diré nombres para no poner en compromisos innecesarios a nadie).

Y hoy, apenas una hora después de llamar a informática en el trabajo porque de un tiempo a esta parte cada vez que trataba de pinchar un enlace en una página de internet se me cerraba el explorer, me vienen casualmente a cambiar el ordenador. Porque tocaba, no por no arreglármelo. Así que estoy estrenando equipo. Esto no es un regalo exactamente, porque el ordenador no es de mi propiedad, ni siquiera de la empresa, que creo que los tienen en renting, y precisamente por eso, me retiraban el antiguo (a mí y a otros tres compañeros): para devolverlo. Ya habrá otra empresa más pobre, en estos tiempos de crisis, que los aproveche, digo yo.

lunes, enero 19, 2009

FELIZ DÍA

¿Será verdad eso de que uno siembra lo que recoge? Nuestro receloso acervo tiene un refrán para el karma negativo: "Quien siembra vientos recoge tempestades". Incluso aquello de que "el tiempo pone a cada uno en su sitio" se suele emplear con una connotación aviesa, y no deseando éxitos y parabienes a nadie. Pero, siendo justos, a quien hoy siembra soles se le puede suponer que recoja días de playa en el futuro.

En la nochevieja del 84 y primero de año del 85, escuché aquí y allá, como todos los unos de enero, el tradicional saludo "Feliz Año Nuevo". Dicha felicitación se extiende desde el final del saliente hasta los primeros días del entrante, de modo que, si uno ve a un compañero, amigo o conocido por primera vez en el año antes de, por ejemplo, el 15 de enero, pueda aplicársela. Pero de tanto usarse parecería que pierde sentido la expresión, y en aquellos días de mi convulsa adolescencia, encontré un desfase abismal entre los entusiastas "Feliz Año" y los rutinarios "Buenos días" de los días inmediatos. Era como si al decir Feliz Año Nuevo deseáramos felicidad sólo para la jornada de Año Nuevo, y al instante siguiente todos nuestros buenos deseos se hubieran olvidado, de modo que pensé: ¿por qué felicitar el año todo de una vez y no día a día? Y tuve la ocurrencia, quizás algo cursi, no lo niego, pero también simpática, de saludar a todo el mundo cada mañana con un enérgico "Feliz Día". No era yo tan feliz por aquel entonces que pudiera repartir felicidad a troche y moche, pero ¿qué quieren?, desearla es gratis, y conseguía sin mucho esfuerzo ponerle buena a cara a todos los tiempos. No sé hasta cuándo logré seguir el juego. Como mucho, hasta final del curso escolar.

Sería presuntuoso por mi parte arrogarme la propiedad de la expresión "feliz día", toda vez que son dos palabras, adjetivo y sustantivo, bastante comunes en español, y bien puede cualquier hablante ponerlas juntas. Pero, puesto que nunca antes se lo había oído decir a nadie en ese contexto - y puede que en ningún otro, creo que sí puedo atribuirme la paternidad del saludo, aunque tenga que ser compartida con muchos desconocidos que, con parecidas o distintas razones que yo, y sin tener noticia unos de otros, hayan acuñado también la misma frase, sintiéndose originales (como yo me sentí).

El caso es que el sábado, veinticuatro años después de entonces, fui a una tienda de cafés e infusiones (artículo aparte merece la disquisición de qué nombre darle, puesto que cafetería, tetería o herbolario se aplican a otro tipo de negocio), y cuando hube comprado y pagado mis cien gramos de menta piperita , recibí como un boomerang sutil que alegró mis oídos la atenta despedida de la dependienta (quizá dueña). ¿Qué me dijo? "Feliz día". Gracias. Lo fue.

lunes, enero 12, 2009

TO BE FREE OR NOT TO BE FREE... GRAT IS THE QUESTION

Una conocida compañía de telecomunicaciones me envía el siguiente mensaje de texto a mi móvil:

"Fulanistar publi premiamos tus 8 años de fidelidad, habla en 2009 con Fulanistar 1000 min.gratis/ultima semana/mes hsta agosto.Alta hsta17/01(3e+IVA)info 4545(0,23e)".

Para ser una compañía de comunicación, se comunican bastante mal. Errores de puntuación, acentuación, elisión aleatoria de vocales (no se trata del lenguaje SMS de un adolescente, más bien parece una redacción desidiosa) y, por supuesto, un mensaje poco claro. ¿Te regalan 1000 minutos al mes, todos los meses hasta agosto o 1000 minutos en total? ¿Los tienes que consumir en las últimas semanas de cada mes o es que la promoción empieza a final de enero y de forma continua hasta agosto? ¿Y por qué ponen una barra entre "última (mejor con acento) semana" y "mes", dejando las palabras "mes hasta agosto" como si constituyeran una misma frase. Y luego, por supuesto, la traca final: ¡te cobran el "regalo"!

Verdad es que mis ocho años de permanencia no responden a la fidelidad, sino más bien a la desconfianza de que ninguna otra compañía te vaya a timar menos. He pensado a veces en Simyo por el precio, y no lo descarto, aunque recelo de su cobertura y servicio. Fulanistar, aunque apela a mi fidelidad, sabe que no lo es tal. Pero eso no le autoriza para vacilarme. Si para disponer de 1000 minutos gratis tengo que pagar tres euros más IVA (¿una sola vez o todos los meses?), hay algo que está muy claro: ¡Esos minutos no son gratis!

Gratis es lo que se da "de balde", "por gracia", a cambio de nada. 1000 minutos a cambio de tres euros más IVA (o, probablemente, 21 euros más IVA, si te lo cobran cada mes desde febrero hasta agosto) puede ser barato, no lo sé, ¡pero no es gratis! Ni es gratis, por supuesto, pagar 0'23 euros por simplemente llamar al 4545 para solicitar información sobre este "premio", algo totalmente imprescindible después de recibir el mensaje críptico que te han mandado.

En fin, que nadie da duros a peseta ni euros a céntimos, y si el tiempo es oro, evidentemente nadie te va a regalar los minutos.

domingo, enero 11, 2009

BREVE HISTORIA DE AMOR EN 6 CAPÍTULOS MÍNIMOS

(MÁS HIPERBREVES)

1 TELEPATIA

- No - dijo ella.

Él no había dicho nada.

2 RESPUESTA FALSA

- No - dijo ella.

- Yo sí que no - dijo él.

3 SEDUCCCION

- No - dijo ella. Y guiñó un ojo.

4 DESPECHO

- Sí - dijo ella.

- Pues ahora no.

5 IRONÍA

- Sí - dijo ella, y añadió - ¿y qué más?

6 IRONÍA TAMBIÉN, PERO DEL DESTINO

- De acuerdo - dijo ella.

Él salió a la calle para pedir un taxi que los llevara a su casa, lo más rápido posible, antes de que cambiara de opinión, pero le atropelló un autobús

jueves, enero 08, 2009

AGENDA DEL CREADOR

No uso agenda. Lo que tengo que hacer lo llevo en la cabeza. Tampoco estoy metido en demasiados fregados. ¿Qué apunto? Hoy, lunes: a las diez, entrar a trabajar; a las seis y media, salir de trabajar. ¿A ver qué tengo que hacer el martes? ¡Huy, lo mismo! Espero acordarme.

Pero cada año la Sociedad General de Autores y Editores me envía su Agenda del Creador (¿Tú no eras de Derechos de Autor de Medios Audiovisuales? En lo audivisual sí, pero tengo obra dramática declarada en la otra gestora, monopolista en este asunto, que por supuesto no me ha reportado ningún beneficio). Hace pocos días tiré la correspondiente al año 08. Su esmerado diseño y calidad de materiales merecían mejor destino y por eso la conservé, pero, transcurrido el curso, no tenía sentido, así que la he desarmado para poder reciclar el papel por un lado, tirar la espiral del lomo por otro, y quedarme con los separadores transparentes de plástico duro por si me sirven para algo. Lo irónico es que he tardado un año en decidirme a deshacerme de ella, y en cuanto lo he ello, ¡zas!, recibo el ejemplar de 2009.

Pero a lo que iba es al chiste que inevitablemente me sugiere cada año el petulante nombre de "Agenda del Creador". No puedo evitar imaginarme a Dios apuntando sus "cosas que deben ser hechas" (del latín "agenda"): Lunes.- Hacer la luz; distinguir día y noche; Martes.- Hacer el firmamento; Miércoles.- Crear la tierra y el mar, y en la tierra, la vegetación; Jueves.- Hacer el sol y la luna para señalar el día y la noche; Viernes.- Crear animales en la tierra y en el mar; Sábado.- Crear al ser humano; Domingo.- Llamar a Zeus para ir al cine.

Y a continuación, pensar en el tópico: ¿Qué hubiera pasado si Dios hubiera sido español? Que la creación habría tardado mínimo dos años. Uff, ¿ahora me voy a poner a crear la luz? Con la de cable que hace falta para eso. Y los animales los haré, pero sin prisas, que las cosas bien hechas bien parecen. ¿Mira que si además es valenciano y los perros los hace con el hocico a un lado, como el Cobi de Mariscal?

Y yo me pregunto: ¿la dialéctica entre el creacionismo y el evolucionismo se puede aplicar también al campo de la imaginación y la invención y redacción de textos? Porque a mí llamarme "creador" me queda alto, pero reconocerme "evolucionista" parecería una confesión de plagio, y tampoco es eso, que a uno sus ideas le cuestan un esfuerzo y unas neuronas.

¡Con lo discreto que sería el título "Agenda del autor"!

miércoles, enero 07, 2009

¡POR FIN!

Queda atrás la Nochebuena, más de belenes que de Nacimientos, con mucho niñojesús y muy poco Dios; la Nochevieja con sus fiestas por decreto, y los Reyes que hemos usurpado a los niños los mayores. Damos gracias por una familia grande y bien avenida, pero acogemos con gusto la vuelta a la cotidianidad, a que los días sean lo que son y no vengan los lunes disfrazados de viernes ni los martes de domingo, y la comida no falte, pero tampoco sobre. Podemos abandonar las expectativas y volver a las esperanzas, dejarnos de "sueños e ilusiones", y tratar de despertar, para que las luces de la calle y los comercios no reemplacen a la que debería haber dentro de cada uno.