miércoles, octubre 29, 2008

CRISIS DE LUZ

El domingo tenía que hacer, y no dediqué tiempo ni atención a la temprana penumbra; el lunes salí un poquito más tarde, y atribuí la oscuridad a ese retraso; pero ayer, finalmente, el cambio de hora cayó como una losa. Después de un día plomizo que estuvo anocheciendo desde las diez de la mañana, finalmente, a la salida del trabajo, contemplé que las seis y media de la tarde eran en realidad las seis y media de la noche. Y no me gustó.

Ya sé que es otoño y que los días son más cortos... por eso precisamente no encuentro la necesidad de acortarlos nosotros más. Por otro lado, también debo reconocer que me agrada que no sea noche cerrada cuando me levanto. Al final, todo es una cuestión de crisis de luz. Hay menos horas al día, y es cuestión de cómo se administren, si por la mañana o por la tarde. Nuestro sabios administradores deciden que es más económico hacerlo así, y así lo aceptamos.

Lo que no deja de parecerme curioso es el apego que tenemos a nuestra terminología. Quiero decir que no por atrasar la hora amanece o anoche antes; lo hace a la misma hora, sólo que nosotros la llamamos de otra forma. Antes amanecía a las seis, ahora a las ocho. Si es mejor empezar a trabajar en las fábricas cuando ya ha salido el sol para no gastar luz eléctrica, ¿por qué no retrasar los horarios de entrada? En lugar de eso, se mantienen los horarios de trabajo, pero se cambia la hora del reloj. No engañamos al sol, nos lo hacemos a nosotros mismos. En Navidad, se decretará que al conejo se le llame cordero, para que todo el mundo pueda hacer una cena tradicional como toda la vida.

Hoy el frío no importa, porque hace sol, y me reconforta saber que al otoño ya le quedan menos de dos meses. ¡No podrá con nosotros!

jueves, octubre 16, 2008

LA WIKIPEDIA DE MI VIDA

Sabemos porque escuchamos, leemos, estudiamos, aprendemos. Sabemos, más o menos, mejor o peor, por información. Hoy, gracias a internet, tenemos acceso a información sobre cualquier tema, concepto, acontecimiento, persona, lugar, obra, etc., a golpe de clic, sólo escribiendo una palabra en google o consultando la wikipedia. Por eso lado, podemos saberlo todo.

Sabemos también por nuestros recuerdos, por lo que hemos visto, por lo que hemos vivido. Sabemos, más o menos, mejor o peor, por nuestra experiencia. Pero internet en esto no nos presta ninguna ayuda. No podemos saber más que lo que recordamos, como lo recordamos y según lo hemos comprendido.

¿No sería maravilloso poder acceder a una wikipedia de tu vida con la que recordar de qué conoces a una persona, tener un youtube propio en el que vernos a nosotros a mismos en situaciones traspapeladas por la memoria, olvidadas o confundidas, tener links a otras páginas en las que ampliar información sobre aquellos que has ido conociendo, incluido uno mismo, entender el porqué de las miradas amables y de los malos gestos, de los favores y las traiciones, de las épocas gafes y de las buenas rachas, comprender, en fin, que todo cuanto te ha pasado en la vida, todo cuanto te han hecho o te han dejado de hacer... no era nada personal, y que todos tus aciertos, meteduras de pata, oportunidades perdidas o cogidas al vuelo... tampoco han sido de hecho cosa tuya?

Pero de momento, lo más que le permite a uno la tecnología es identificar el número de quien te llama por teléfono para que vaya prevenido antes de contestar.

viernes, octubre 10, 2008

¿QUIÉNES SOIS? ¿QUIÉN ERES?

No suele uno esperar muchas cosas de la vida. Incluso tengo cierto espíritu de sacrificio que me hace anticipar esfuerzos a fondo perdido de resultados. Sin embargo, en el trabajo sedentario frente al ordenador uno va y viene con mucha frecuencia de la página que está tratando de escribir a otras cualesquiera que lo distraigan, lo aireen y lo dejen respirar. Y entre el correo electrónico, los periódicos y algunos blogs amigos, siempre se cuela alguna que otra visita diaria al propio blog. Como si por visitarme fuera a encontrarme una nueva entrada escrita por mí sin yo saberlo. Lo que espero es, más bien, que alguien me haya hecho algún comentario al último post... o al penúltimo o a cualquiera. Pero sé que no lo han hecho, porque hubiera recibido un e-mail, avisándome.

Aun así, me puede la curiosidad y, cuando entro, miro un contador de visitas que coloqué, más por comprobar si alguien me leía que por competir y conseguir altas marcas. El caso es que invariablemente, siempre que entro, el número de visitas por día excede en unas cuantas a las que me he hecho yo mismo, y me pregunto ¿quiénes serán, que no me dicen nada? ¿Será tal vez un único y fiel amigo que a lo largo de cada día entra una y otra vez, a ver si he actualizado? ¿O tal vez desconocidos que hayan llegado hasta aquí quién sabe cómo, pues no me consta que me tenga enlazado mucha gente?

Pero más que ninguna otra cosa, me sorprende que frecuentemente, cuando consulto mi blog, el apartado de "conectados actualmente" no sea uno, o sea yo, sino dos personas. Cómo me gustaría entonces saber quién es mi visitante, si es siempre el mismo (o misma, si se me permite fantasear), poderlo ver, saludarle, decirle algo, y que ella (o él, si no se me ha permitido la fantasía) se extendiera en elogios hacia mi persona virtual, la que él (o ella) quieran creer que soy.

Aunque, por otro lado, me dice la experiencia que la realidad será frustrante y prosaica. Que alguien que me conoce entra en el blog por ver si hay algo y vuelve a decepcionarse como cada día, y ya no me dice nada, porque ya me comentó... o porque no me sabe qué decir. Y que luego, por pereza o por si acaso, abre nuevas pestañas en internet para hacer otras consultas, y no sale de mi blog para luego, más tarde, ver si ese día sí, por fin, he escrito algo. Hoy se cumple tu sueño, amigo.

En todo caso, si eres esa hermosa mujer cautivada por mi ingenio y por mi prosa, que acude puntualmente a nuestra no fijada cita, te invito, como a espíritu de ouija, a que te manifiestes. Da un golpe en la mesa, mueve el botellín de agua mineral que tengo ahora mismo al lado de la pantalla del ordenador, háblame en morse si quieres y sabes (aunque no entenderé), pero dímelo: ¿Quién eres?