jueves, mayo 24, 2007

EXCESO

Los ordenadores e internet me sobrepasan.
Uno es sencillo.
Necesitaba un ordenador para escribir y para mandar y recibir correos electrónicos.
Pero no hay un ordenador sencillo; todos están superdotados.
Claro, luego alguien te manda una foto o un vídeo, y si el ordenador no es un poco potente se te queda colgado.
Mis documentos caben en un extraíble de 512 megas; mi ordenador es de unas 100 Gigas.
De las que, por cierto, 30 las ocupa el propio ordenador con su sistema operativo, programas y demás.
Eso sí, el word (que era lo único que necesitaba) no lo incluía, me lo tuve que comprar aparte.
Por supuesto, en un paquete que incluye el office (que, aunque poco, sí utilizo) y otros dos programas que no me sirven para nada.

Necesitaba internet sólo para el correo, alguna consulta a google, ver la cuenta del banco, y visitas a blogs (que tampoco son precisamente imprescindibles, incluido el mío).
Entre entrar y salir varias veces a diario, y lo lento que iba, tardaba tanto que me animé a coger una adsl.
Claro, que ahora va tan rápido que tardo poquísimo en hacer lo que necesito, y parece que no amortizara la tarifa plana.
Ya que la tengo, lo suyo sería hacer más cosas en internet.
Aunque no las necesite.
Un amigo me ha puesto el e-mule para descargar películas.
Me descargué una peli en 24 horas.
En el ordenador se puede ver; en el dvd no.
Luego me puse a descargarme vídeos de mi programa de la tele, para conservarlos. ¡Lo que tardaba!
Cuando los tenía, me daba reparo salir de e-mule porque había gente que se estaba descargando mis vídeos.
(Una serie de dibujos japonesa que me dio este mismo amigo).
Uno podría pasarse toda la vida conectado bajando y colgando cosas.
Con esa posibilidad, uno querría descargarse la filmografía universal completa, completamente gratis.
Pero no es necesario.
Y no es completamente gratis.
Descargarte una peli no te da trabajo, pero te mantiene pendiente.
Es como ir de pesca.
Pero más tiempo.
Y crea ansiedad.
Uno lo quiere todo.
Propongo racionalizar la "pesca" en internet.
Pescar sólo lo que vayas a ver; pescas una peli y la ves.
Yo la mía todavía no la he visto (en el ordenador apetece poco).

Tantas posibilidades, aparentemente a nuestro servicio, tal vez nos esclavicen.
Es el consumismo de la información.
Parece gratis, pero te roba el tiempo y la dedicación.
Hagamos lo que tengamos que hacer, pero hagamos cuentas.

viernes, mayo 18, 2007

UNA CUESTIÓN DE PROTOCOLO

Los gurús del protocolo se preocupan mucho de las grandes celebraciones sociales y cenas de gala con invitados de alta alcurnia, pero a este que escribe se le ocurre que también en la vida diaria debe haber un protocolo más doméstico. Plantearé un problema. A un vecino, al tender la ropa en un patio interior, se le cae un calcetín en la cornisa de la ventana del vecino de abajo. ¿Corresponde a éste coger el calcetín y subírselo a aquél o más bien es tarea del de arriba bajar a por su prenda? Soy de la opinión de que, aunque sería un rasgo de cortesía por parte del de abajo subírselo al de arriba, es obligado por varias razones que el de arriba baje a buscarlo. 1) Es él quien lo ha perdido, 2) Es él el propietario del calcetín, 3) Es él quien puede haber incomodado a su vecino con esa "invasión" de su cornisa.

Hablamos en este caso de un calcetín, una prenda que se presta a cierto escrúpulo, a pesar de estar presumiblemente recién lavada, y a que no puede considerarse del todo "ropa interior". ¿Pero y si fuéramos más allá y la prenda caída fueran unos calzoncillos o unas bragas de mujer (¿de quién si no?). Eso sí que sería una invasión de la intimidad... pero con la intimidad como invasora no como invadida. Si lo (o la) hubiéramos perdido nosotros, ¿no daría un poco de vergüencilla que viniera un vecino a traérnosla (o lo)?

En fin, que uno como presidente de la comunidad está dispuesto a llamar a la puerta que haga falta para informar, pedir, mediar o negociar con los vecinos por el bien común, pero de los calcetines propios que se preocupe cada uno. Así que, como no lo hayan recogido en una semana, yo lo tiro.

martes, mayo 08, 2007

NECESITA REFORMA

Creo recordar que al principio me sorprendían, pero uno se acostumbra y es hoy cuando, de pronto, vuelvo a caer en el sinsentido que suponen. Me refiero a esos anuncios cutres, escritos a mano y un poco feos, que se encuentran por la calle, pegados con celo en las farolas, anunciando pisos que se venden.

Que una señora rumana, ecuatoriana o polaca, seria, responsable, limpia y con buenas referencias, ofreciéndose para trabajar en casas limpiando o cuidando niños, se dé a conocer en hojas de libreta cuadriculadas manuscritas pegadas en los portales me parece normal, y hasta aplaudo su esmero en hacer buena letra en cada original, porque muchas veces no fotocopian, sino que escriben todos y cada uno de los avisos. Pero que en la farola de al lado, en plena calle, te encuentres la oferta de un piso de 144 metros en un séptimo piso en Pintor Rosales (zona) por poco más de 600.000 euros ya es más llamativo (probablemente sea un chollo, no digo que no, aunque ya me enseñó mi padre aquello de "a cuarto va la vaca; si no hay cuarto, no hay vaca").

Hay varias cosas curiosas en este fenómeno. Primero, la ausencia total de selección del cliente. Esos anuncios se dirigen a todo el mundo, como si cualquiera que pasase por la calle pudiera comprarse el piso. Supongo que, al igual que uno se ha acostumbrado a ver esos anuncios, puede haberse despertado entre los compradores una rutina. Antes, quien quisiera comprarse una vivienda, consultaba en las inmobiliarias y miraba los anuncios por palabras de los periódicos, preferiblemente especializados. Ahora, se va uno "de farolas", "a ver qué se vende por ahí".

Otra cosa es el detalle de escribir el texto a mano. Las asistentas lo hacen con cuidado y pulcritud, porque precisamente ese texto es un indicador de lo que ofrecen. Los anuncios de pisos, al contrario, son abigarrados y sucios. Si es por el aspecto del papel, lo mismo podían estar ofreciendo un chalet en Majadahonda que una fregona de segunda mano. Me parece absurdo. ¿Cómo es posible que alguien tenga un piso de cien millones y no tenga un ordenador? ¿Es que cuanto más cutre el cartel más chollo parece? Yo más bien diría lo contrario. Tomen nota los anunciantes, porque, antes que los pisos, son sus anuncios los que "necesitan reforma".

lunes, mayo 07, 2007

FRIVOLIDADES

Permítanme los lectores un frívolo apunte sobre una frivolidad. Sí, después de escribir de fútbol el otro día, hoy (estoy degenerando) me toca hacerlo sobre la tonadillera. Qué encantadora palabra: "tonadillera". La usan en los medios de comunicación como un nombre denotativo de profesión, neutro y sin matices, y sin embargo, cómo suena a epíteto repleto de ironía y retintín. Yo no puedo evitar pensar en los locutores de informativos reprimiendo una risilla cada vez que sueltan con insultante hipocresía ese "tonadillera", con cara de "yo no he dicho nada que no sea cierto; ¿no canta tonadillas? pues es tonadillera". Hasta los informativos pueden darnos alguna vez una alegría lingüística. Pero no quería hablar de la tonadillera (otra vez) sino del otro.

Leo, y no sé si creer, que el afamado y presuntamente infame exalcalde de Marbella, Julián Muñoz, se ha puesto en huelga de fame, o sea de hambre. ¿Siguiendo los pasos de algún otro preso? ¿Y cuál es el objeto de su reivindicación? Parece ser que protestar por la detención y el trato aplicados a su amiga (la tonadillera). ¿Y qué pretende ahora este sagaz estratega con su huelga? ¿Que el mundo gire hacia atrás, hasta antes de detener a la cantante (no hay que abusar de la palabra), y así haya ocasión de no detenerla ni tratarla mal? Pienso que alguien debería aclararle que no se puede hacer presión sobre el pasado. Lo más que puede conseguir es hacer desaparecer todos los documentos judiciales y policiales, y que algún sicario intervenga las hemerotecas para quemar todas las noticias referentes al tema, de forma que en la Memoria Histórica no quede rastro del maltrago sufrido por la tonadillera. Pero lo que pasó, si pasó, pasó.

Por lo demás, me parece aberrante que se utilice una huelga de hambre como si fuera una pataleta de niño caprichoso. En este caso, hasta la huelga de hambre de aquel otro preso que todos sabemos me parece más digna. Respondería a unos ideales criminales nada respetables, pero ideales al fin y al cabo, y, en todo caso, fue bastante más inteligente. De hecho consiguió lo que pretendía.

LA RAZÓN DE LA MINORÍA

El sábado volví a ver, después de años, "Un enemigo del pueblo", de Ibsen, y descubrí algunas razones y argumentos que no recordaba y me sorprendieron. El doctor Stockmann, médico del balneario de su ciudad, descubre que las aguas están contaminadas con metales pesados, por lo que será necesario cerrarlo para reformarlo. Su hermano, director del balneario y alcalde de la ciudad, y los medios de comunicación, viendo peligrar la prosperidad de la ciudad, intentan acallarlo y consiguen que la gente, que ha oído campanas pero no sabe dónde, lo considere "un enemigo del pueblo". El pueblo sólo llega a oír la versión del alcalde, y nunca la información del médico, pero ante la sola posibilidad de cerrar temporalmente el balneario, prefieren no saber. Thomas Stockmann, en un ejercicio de incorrección política impensable actualmente, arremete entonces contra los fundamentos de la democracia y el sufragio universal. "¿Por qué ha de tener razón una mayoría de borregos manipulables y manipulados?" viene a decir el doctor.

Creo recordar que hace años un anuncio publicitario utilizaba el argumento de que "millones de personas no pueden equivocarse" como eslogan para su producto. Recuerdo que a veces al pensarlo me ha quedado una extraña sensación interior de que debería ser justo al revés. La mayoría de la gente está equivocada; sólo unos pocos tienen la razón. Lo difícil es reconocer quiénes son, porque ser minoría no garantiza estar en posesión de la verdad. Eso nos llevaría a un extraño sistema de elecciones en el que habría que dar el triunfo al grupo menos votado.

Políticos, medios de comunicación y ciudadanos están representados en la obra, y ninguno de ellos queda bien parado. Políticos y ciudadanos vimos la obra y la aplaudimos, sin darnos nadie por aludido.

jueves, mayo 03, 2007

IGNORADOS

Me entero por el blog chicadelatele de que hay un videojuego que se llama TV Giant en el que tienes que gestionar una cadena de televisión. He entrado a verlo. Dice lo siguiente:

"TV Giant
¡Por primera vez en un videojuego, podrás gestionar y dirigir tu propio canal de televisión!
4 canales de televisión se reparten la red local de la ciudad y sus espectadores. Como director de tu cadena, deberás intentar reunir la mayor audiencia, ganar los máximos anunciantes posibles y obtener el más alto nivel de satisfacción por parte de los telespectadores.
Para ello tendrás que echar mano de las mejores estrategias a tu disposición:
- Contrata y despide a los presentadores, actores, realizadores, cámaras…
- Compra los estudios necesarios para realizar tus programas
- Produce tus propias emisiones, telefilmes, series…
- Modifica a tu gusto la parrilla de programación
- Gestiona la administración y forma tus equipos
- Organiza la publicidad en la cadena y en cada uno de los programas
- Negocia los spots publicitarios difundidos por vuestra antena
Pero sobre todo decide las emisiones que serán pasadas en tu canal, su formato y horario… en función de los sondeos de opinión, para convertirte así en el rey de la audiencia. ¿Conseguirás seducir a todos los telespectadores de menos de 50 años ?"

Llamo la atención sobre la primera de las estrategias: Contrata y despide a los presentadores, actores, realizadores, cámaras... ¿Y dónde quedan aquí los directores, redactores y guionistas? Luego dice "Produce tus propias emisiones, telefilmes, series...". Que, claro, supongo que las escribirán los presentadores, o las improvisarán los actores, con las directrices del realizador y el visto bueno del cámara.

No es por ir de susceptible, pero en una serie en que trabajé, el actor protagonista y productor ejecutivo de la misma, reunió al equipo en un momento de crisis para agradecer el gran trabajo que se estaba haciendo (o se había hecho, no sé si ya terminábamos). Y felicitó, uno por uno, a todos los actores y a todos los equipos, dejando para el final a los guionistas. Tan para el final, que ninguno oímos que se nos mencionara.

Buena enseñanza ésta para que aprendamos a ir por la vida desaparecidos, sin darnos importancia, como si no existiéramos.

miércoles, mayo 02, 2007

LIVERPOOL

No soy demasiado futbolero. Ni soy socio de un club ni he ido nunca a un estadio - ni pienso - ni hago esfuerzos por ver los partidos en televisión. Cuando los veo, los suelo coger empezados, aunque, eso sí, si simpatizo con un equipo, me altero con el desarrollo del juego, los goles que fallan, las jugadas de peligro, las injusticias arbitrales o los golpes de fortuna.

Ayer puse el Liverpool-Chelsea a mitad de la segunda parte, a ver cómo iban. El Chelsea me cae mal, porque me parece un equipo prepotente, bien representado por el chulo de su entrenador Mourinho. Con el Liverpool, sin embargo, simpatizo por varias razones. Por ejemplo, que el entrenador es español y muchos de sus extranjeros también. Quizá jueguen en el Liverpool más españoles que en otros equipos de aquí.

Pero, sobre todo, porque tengo un buen amigo (¿los hay malos?) que es seguidor suyo. Seguidor de irse hasta Turquía para ver la final de la Champions. No comparto su visión apasionada del fútbol, pero reconozco en su afición y la de toda su hinchada algunos valores.

En aquella final de Turquía, el Liverpool se fue al descanso perdiendo 3-0. Muchos hinchas se habían gastado una pasta en el avión y la entrada, y en sólo 45 minutos el partido estaba ya perdido de forma humillante. ¿Pero qué podían hacer? ¿Aguantar la segunda parte con la cara hasta los pies rezando porque el Milán no les metiera más goles? Era una posibilidad. Ellos escogieron ponerse a cantar el himno de su equipo, "you'll never walk alone".

Otra razón, por cierto, de mi simpatía hacia ellos: cantan todos juntos sin pudor alguno una balada melódica de contenido casi religioso (nunca caminarás solo), y demuestran una fidelidad por el grupo poco usual. Aquí muchas veces parece que los socios de un club son los "dueños" de los jugadores y el entrenador y pueden exigirles que cumplan su trabajo y mostrarles desprecio si hay malos resultados. La sensación que me da el Liverpool (tal vez me equivoque) es que todos, jugadores y afición, son lo mismo.

En la segunda parte de aquella final el Liverpool empató y le sobró tiempo. Luego hubo prórroga y penaltis, y ganaron la Copa de Europa. Los jugadores - y Rafa Benítez - se convirtieron en héroes. Pero aunque hubieran perdido, la afición ya había hecho su heroicidad particular.

Parafraseando la última campaña de publicidad del zoo de Madrid ("los animales nos enseñan a ser personas"), podíamos decir con respecto al fútbol que, en algunos casos, algunas aficiones también nos enseñan. (¡Hala, lo que ha dicho!)


Ayer, al terminar el partido, vi que me estaba poniendo nervioso por algo que en realidad ni me va ni me viene, y no quise ver los penaltis. Luego miré cómo habían quedado, y me arrepentí. Espero que en el informativo repitan la tanda de penaltis. Yo también soy portero, y cuando uno de nosotros para un penalty, siento un absurdo orgullo gremial (no os preocupéis, que me lo estoy trabajando).

Todo este post se puede resumir en dos cosas:
- que los Reds me parecen un equipo con corazón
- y que ¡enhorabuena, Amador!

martes, mayo 01, 2007

FESTIVOS

Esto de trabajar en casa tiene un algo de ir a la contra. Cuando todos trabajan, uno se siente de vacaciones; cuando es fiesta, que pringa. Lo digo porque hoy estoy currando. Y mañana también.
No me gustan estos festivos entre semana. Rompen el ciclo natural de la semana, que empieza, se interrumpe y vuelve a empezar para terminar al día siguiente sin que a uno le dé tiempo a acostumbrarse ni al trabajo ni a las vacaciones. Mientras tanto, cierran las tiendas, y acostumbrado como estoy, a comprar de poco en poco en las tiendas del barrio (frutería, herbolario, y un par de supermercados), esto de saber que durante dos días enteros no puedo comprar nada si lo necesito, la verdad, me da un poco de vértigo. ¿Qué sería de mí en tiempos de guerra? Tendría que acostumbrarme a hacer una exhaustiva lista de la compra antes de salir o exponerme mil veces entre las trincheras y los tiroteos para llegar a la frutería a por un par de limones y un poco de perejil que se me había olvidado. Diréis que compre más en cantidad para que me dure, pero es que los plátanos, por ejemplo, no los puedo comprar más que de cuatro en cuatro, porque se me pasan.

En el mundo de las fiestas, es todo muy extraño. ¿Por qué el día del trabajo se celebra sin trabajar? Y si los días de la madre y del padre se les hace regalos a los susodichos, ¿por qué en el día del trabajador los empresarios no nos envían un jamón a los currantes? Por cierto, ¿sabrá mi productora que estoy trabajando? Nosotros, por la mecánica del trabajo, no podemos tomarnos un día libre, porque se descabalaría todo, de modo que, o descansamos o trabajamos, pero tiene que ser la semana entera. En semana santa optamos por lo primero, y hemos tenido que firmar un papel diciendo que nos tomábamos lunes, martes y miércoles de vacaciones. Ahora tendré que pedirles que nos firmen otro dándose por enterados de que hemos trabajado el 1, el 2 y el 15 de mayo, san Isidro, que también le daremos a la tecla.

Aquí lo dejo, que al final va a ser verdad que no trabajo.