martes, octubre 05, 2010

ALGO PASA CON EL BANCO DE SANTANDER

No es que venga ahora a quejarme de cláusulas abusivas y comisiones. En realidad, el único vínculo que mantengo con el banco de Santander es que, hará unas semanas, durante un breve trayecto a pie, me fijé por casualidad en una placa roja que había en la fachada de una sucursal suya en la calle del conde de Peñalver. ¿Qué decía esta placa? Ni más ni menos que esto:

Efectivamente, en clara rebeldía con las normas de ortografía, estaba acentuada la palabra "Peñalver" a pesar de ser palabra aguda terminada en"r". Error mayúsculo sobre letra minúscula, ya que, además de quebrantar una de las más sólidas convenciones del idioma, se mostraba en ello una incoherencia interna preocupante, pues el propio nombre del banco - Santander - responde al mismo esquema silábico: trisílabo agudo terminado en "r" (más aún; en "er"), y estaba sin tilde.
Omito mis aventuras fotográficas: sólo diré que esta instantánea fue cualquier cosa menos instantánea. Pero aquí está. Y quizá me la hubiera guardado en una carpeta perdida, a la espera de descubrir otras faltas en señalizaciones urbanas de todo tipo: vallas publicitarias, letreros luminosos, rótulos de comercios, etc. Pero he aquí que pronto encontré una foto hermana con la que relacionarla. ¿Héla dónde has dicho? Aquí:
En José Abascal volvía a repetirse el mismo patrón... si es que fuera un patrón, que no lo era por lo que ya he indicado: que en ese caso, Santander también habría habido de llevar su correspondiente tilde.
Y obstinado en su error, el rotulista del banco rojo (en el sentido más literal del color, por supuesto), volvía a hacer de las suyas treinta números más abajo.



¿Qué pasa con el banco de Santander? Como lingüista licenciado ofrezco desde aquí a quien corresponda mis servicios de corrector de rótulos que buena falta les hace. ¿Sólo por tres errores?, dirán ustedes. No se crean. En breve me acercaré a la oficina de Maria de Molina para hacer la correspondiente fotografía a la placa, que ya le he echado el ojo, y compartirla con ustedes. Sí, sí, "Maria", han leído bien. Es el Santander el que lo ha escrito mal.
Y con esto, inauguro una etiqueta en mi blog.
Estaremos atentos a más delitos contra las inocentes palabras.
















domingo, octubre 03, 2010

RELACIONES Y MATEMÁTICAS

- Lo nuestro no puede ser - le dijo él a ella -. ¿No ves que tienes sólo veinte años y yo cuarenta? Te doblo la edad. ¿Te das cuenta? Cuando tú tengas treinta años, yo tendré sesenta; cuando tú tengas cuarenta, yo tendré ochenta, y cuando tú te mueras, yo seré demasiado mayor para cuidarme solo.

viernes, octubre 01, 2010

KRIPTONITA

Esa música que no es música sino ruido atronador ataca al animal: agarrota los músculos y muele los huesos. En cuanto a lo que pueda haber de espíritu en uno, lo desmorona al primer instante, de un solo golpe en la base misma de la débil construcción. No es mucho mejor la melodía sensiblera y acuosa que ablanda el hueso y enñoñece el alma, pero en este caso se trataba de música seca y percutida en un local amplio empequeñecido por efecto de la poca luz y del mucho público. Ha sido entrar y constatarlo una vez más. Los minutos justos para despedirme como quien pierde un avión, y me he ido. No, mejor dicho: he huido. Es demasiado tarde, el daño está hecho; pero ha sido a tiempo, podía haber sido peor. Búscaré música clásica y tal vez dentro de un mes, siendo optimistas, reine otra vez la armonía.
Qué extraño magnetismo tienen algunas palabras (¿Escribí ya sobre ello o sólo pensé en hacerlo? No atribuyo esta duda a mi memoria, sino a la pereza literaria que me habita desde hace meses, sin apenas oposición por mi parte). La palabra "fiesta", por ejemplo, sigue despertando en mí una extraña y nerviosa expectación. ¿Expectación de qué? ¿Acaso no he comprobado que todos los tipos de fiesta posible que son sólo una ceremonia de venenosos excesos? Saturación de comida, azúcares, alcoholes y música tóxica de diversa índole. ¿Por qué la celebración de la vida se empeña en destruirla?

Si en lugar de un cumpleaños familiar es una cena de adultos, se añade la fantasía de un posible acercamiento a alguna bella joven. No niego que en ocasiones, y aun sin probar gota de alcohol, se produce en mí un cierto efecto de borrachera social y se me suelta la lengua, y entonces, si los astros me proporcionan encanto, quizá pueda acaparar por un tiempo la atención de mi círculo. Pero todo es vano e inconcreto.

¿Quizás aún permanezca un algo residual de antiguos boicoteos propios, un insano apego a la frustración...? No creo, uno ya ha conquistado el "Puedo". Puede haber tardado media vida (que en este momento aún es toda) en convencerse, pero un día se da cuenta: Puedo. Ese mismo día se pregunta: ¿Debo?

Entonces, en algún momento la música hace inaudible la conversación y me deja sin armas, el humo hace el aire irrespirable y tomo conciencia de que al día siguiente, justo al día siguiente, tengo que estar en perfecto estado de revista y conviene irse, que aquí no hay nada más que hacer, nada más que ver. Entre otras cosas, porque la luz se ha hecho escasa e intermitente. Así que me voy. Y terminó la fiesta y quedó en nada.