jueves, abril 17, 2008

CONFESIONES: MI VIDA AMOROSA

Me preguntan un día por mi vida amorosa y ahora que reflexiono yo la descubro intensa.

Me levanto a diario con amor. Con un poco de sueño también, claro, que con amor sacudo. Con amor me preparo un desayuno que ha de darme energía para el cuerpo, me ducho y visto luego, y hago con entrega mi tarea. Bajo a la calle, y me admira tener a mi disposición un coche, doy gracias mentalmente a mi benefactor, que lo puso en mi mano, y al orden universal que reservó mi hueco en la noche anterior, aunque tuviera que dejarlo en un paso de cebra de momento, para bajar después a cambiarlo de sitio.

Cuando llego al trabajo, aparco con amor, que amor es escoger, entre dos sitios, aquel que es más pequeño, dejando libre el otro a un coche más largo que pueda llegar luego. Camino entre adosados, escucho pajarillos y con amor recibo al sol que me deslumbra y la lluvia molesta y necesaria, cuando viene. Al entrar saludo al de seguridad, con... digamos simpatía, no se me entienda mal.

Con amor y cuidado me reviso la prensa, buscando las noticias más graciosas. Trabajo con amor, y con humor también, lo pide el puesto. Con amor intercambio palabras a millones y opiniones opuestas con mi buen compañero que me gana la mano por el nombre, pues se llama Amador, y dejo que al final sea él - así lo quiere- quien en nombre de ambos encaje las enmiendas y críticas feroces que el jefe nos dedica, quizá sin mucho amor. Y yo le escucho atento, pero sin comprensión (porque a veces no hay alma que le entienda), igual que lo haré cuando lleguen elogios (pues no sólo de amor, que también de ilusión vive el guionista).

Si se nos hace tarde, acepto estar pringando hasta las tantas, y tomo la penumbra y el aire viciado de esta redacción limpia como no ha habido otra cual si fuera mi casa (cada sitio en que estoy es cada vez mi casa). Agradezco incluso el no salir muy pronto y librarme por tanto de atascos infernales. Así puedo, además, llevar a compañeros y aligerarles un poco la carga de la vuelta. Yo agradezco también su compañía, su charla o su silencio, que justifica además que saque el coche y comparta entre varios mi cuota personal de contaminación, mal karma. Si no tardara el doble en tren o en autobús podría amar al planeta un poco más. Mis compañeros, me temo, me odiarían.

Y cada vez que luego llego a casa, también es amor la ciega confianza que pongo en encontrar plaza de aparcamiento. No la hay a la primera, mas sé que encontraré en la siguiente vuelta, en que tampoco hay, en la tercera, cuarta, o en la que ahora proyecto mentalmente. Odio, y lo sé, no debería, a todos los capullos, cabrones, hijoputas, que conducen el coche justo anterior al mío y me quitan los sitios antes que llegue yo. Y mi venganza es saber que, pese a todo, el cosmos me protege y aparcaré hoy también, una vez más.

Con pereza es frecuente y con esfuerzo siempre, hago después en casa mi tarea. Con amor, por supuesto, ésa es la cosa. Me preparo la cena - ya está descongelada, lo previne amoroso el día anterior -, y la ceno mirando con amor la tele, prefiriendo a menudo algún canal, pero sin despreciar por ello el trabajo de otros (mentira, lo sabéis, mentira y gorda). Me acuesto con frecuencia un poco tarde, con amor a la almohada y confianza en dormirme tranquilo y despertar mañana, y hacer mi cometido como siempre o mejor.

No cambio mi semana por la que vive un conde. Amo los viernes pues no trabajo ya para sobrevivir, aunque para vivir trabaje más que nunca, y, por tanto, los jueves, que sólo queda un día. Los miércoles también, porque mañana es jueves; los martes que encarrilan la semana, e incluso amo los lunes porque, por qué negarlo, mi trabajo me gusta, y, fuera ya de bromas, me entrego cada día a hacer lo que me toca, responsable y dispuesto. Sábados y domingos, que trabajo lo mismo o más que un viernes, y son mis favoritos, quiero no distinguirlos y amarlos por igual que a cada día, pues todos son mis días, y de alguna manera soy el padre de todos e hijo de cada uno.

Sigo mi recorrido por mi vida amorosa, y he de decir que amo, ¿os asombra?, la plancha. Es un amor, confieso, que es bastante infrecuente, y ha de saltar barreras que parecen gigantes. Me da mucha pereza, decirlo me avergüenza, sólo sacar la tabla, y lo dejo y pospongo para luego, después, mañana, otra semana... y a veces hasta un mes. Pero cuando lo hago pongo atención y amor. No digo yo que planche, ni mucho menos, bien, pero sí que hago bien cuando yo plancho. Estoy, con todo, lejos de ser un ser perfecto. Mi corazón se entrena, pero le falta tiempo, y aun alberga algún odio en sus rincones. Como digo lo uno, también diré lo otro. Hay algo que no amo y no hago con amor. Lo sé, voy a cambiarlo, pero al menos ahora de momento podéis señalarme censores con el dedo. Confieso y me arrepiento: odio limpiar.

domingo, abril 13, 2008

RECOMENDACIÓN: PLAN AMÉRICA

Médicos voluntarios en algún lugar perdido de Sudamérica, en condiciones difíciles, rodeados de guerrilleros, contraguerrilleros y narcotraficantes. Personajes creíbles, muchos exteriores y mucha acción. Una serie diferente. Y es española.

¿Sabíais que la estrenaron el lunes pasado en TVE 1? Parece que mucha gente ni se enteró. El lunes por la noche la ponen otra vez, y quién sabe si más veces. ¿No se hacen buenas series españolas o es que siempre queremos ver el mismo tipo de serie? Plan América se merece una oportunidad. El lunes, a las 22:00 en TVE 1.