sábado, agosto 31, 2019

A MÍ CHIQUITO ME COGÍA EL TELÉFONO. PRÓLOGO: "Y CON ESTO YA ACABO"

A nada que tengan ustedes el libro físicamente entre las manos habrán deducido que este título es mentira. Me permitirán la licencia. Imbuido por el espíritu periodístico he decidido reinterpretar el dogma “que la verdad no te estropee una buena noticia” en mi propio beneficio. En este caso la realidad no iba a arruinarme un bonito título. Por otro lado, si bien en sentido estricto no es cierto que con este capítulo acabe el libro, sí es una buena descripción de su contenido, pues he decidido empezar por el final para continuar en un anárquico flashback sin orden ni concierto cronológico, tal como es, por otra parte, la vida del guionista de televisión.

El contenido de este capítulo es piedra angular en la redacción de un libro que ideé hace casi doce años. Si me he resistido a terminarlo ha sido porque difícilmente iba a poder evitar que pareciera una despedida de mi carrera en televisión y yo todavía, como el que se resiste a levantarse de la cama por la mañana para dormir un poquito más, pretendía también poder seguir trabajando aún unos añitos en el medio. Soñaba tal vez con una buena racha de dos o tres años en un mismo programa o enganchando proyectos; quizá un nuevo “Camera Café”, con su estatus de ficción y el reconocimiento público. Y luego ya sí, retirarme como el George Constanza de Seinfeld: “dejándolo en alto”. Ha debido resultarle a mi karma un sueño demasiado ambicioso que yo no merecía, así que me ha tocado una travesía en el desierto que creo haber vivido con dignidad y sin demasiada queja.

Y ahora ya sí, por fin, después de unos años combinando largos periodos de paro con algunos de mis trabajos más breves y a la vez gratificantes, años en los que a menudo me asaltaba la sospecha de que la tele me había prejubilado sin avisar; después de cerrar un círculo al volver a trabajar con mi primer jefe y completar así la ronda de televisiones nacionales en mi curriculum; de volver a abrir el círculo y ser rescatado por otros compañeros de camino, entre ellos mi segundo jefe; después de volver a Canal Sur, de crearme expectativas y cancelarme renovaciones, después de reencontrarme con entornos familiares y llegar a sitios nuevos; de ser un astronauta en Real Madrid Televisión y de volver a Telecinco a las caracolas donde no llegué a trabajar en mi año de Informal; después de intentarme reinventar imaginando oficios creativos sin rentabilidad ni futuro; después de pasear mi incierta suerte entre la alegría y la preocupación, entre aceptando y resignado, con mi poquito de envidia, pero no demasiada, a quien tuvo más fortuna, y mi interna satisfacción por haber hecho bien las cosas y poderme permitir este paradójico lujo de vivir del aire y de milagro; después de todo eso, hoy, por fin, la vida me presenta una oportunidad distinta y me animo a probar suerte en otro mundo que me ofrece lo que tanto me ha faltado: certidumbres, estabilidad… y los niños que no he tenido.

Irónicamente, me ha pillado trabajando y debo renunciar y despedirme de un prometedor y divertido concurso en fase de preproducción que podría ser un éxito y durar bastante tiempo.  Pero lo que en principio me parecía una broma de mal gusto del universo para conmigo, puedo verlo ahora como una magnífica ocasión para salir por la puerta grande y, con la cabeza alta, diciéndole al mundo de la tele: “No me echas tú, me voy yo”.

Y por eso este pequeño capítulo dedicado a “El Bribón”, aún por estrenar, y a los que han sido mis últimos compañeros, me sirve a la vez de despedida y de punto de inflexión para echar la vista atrás y hacer memoria sentimental de mis modestas vivencias a lo largo de más de treinta años.

Cuando tengan ustedes este libro entre las manos, quizá el programa que he dejado esté haciendo historia y yo me tire de los pocos pelos que me quedan o quizá solo haya pasado a la historia y yo pueda resoplar pensando “me salvé”. Por fidelidad y amistad a quienes han sido mis compañeros aun por solo unas semanas, prefiero la primera opción: mucho éxito ¡y que dure! Por lo que a mí respecta, como anticipaba en el título, con esto ya acabo. Bueno, y empiezo.