martes, octubre 08, 2013

MÚSICA DE CALLE

ALL OF ME

Llevo desde el lunes de la semana pasada sin poderme quitar un tema de la cabeza, y digo tema en el sentido de canción, no de asunto o materia. A cada rato se me presenta un tarareo mental de "All of me", el clásico estándar de jazz que, acabo de descubrir en wikipedia, se compuso en 1931 (o sea que tiene 82 años nada menos) y es uno de los temas más grabados de este tipo de música.

La cosa empezó al ver a un conjunto de músicos tocando en la calle. Eran tres y ya no me acuerdo de sus instrumentos. Había un contrabajo, eso no se olvida,  quizás un viento - trompeta, clarinete o saxofón -y probablemente una guitarra. Parecían de ese grupo tan animado que eran como diez o doce y tocaban con mucho swing, rollo "gypsy jazz", y te alegraban el día cuando te los encontrabas. Siempre me planteé cómo podía salirles a cuenta. Aunque sacaran el doble que cualquier acordeonista triste, entre tantos no tocarían a nada. Bueno, pues se ve que han hecho las mismas cuentas que yo, y ahora salen sólo tres. Los EREs han llegado a la música callejera.

Yo iba a hacer un recado, eso no tiene importancia, y me quedé un rato a verlos. Lo bueno de no tener horarios es la libertad para hacer este tipo de actos lúdicos. Por unos momentos, me sentí dentro de una película de Woody Allen. Como mero figurante y sólo en la banda sonora, pero algo es algo. Ahora mismo no sé si la ha incluido en alguna de sus películas, pero sería de extrañar que no. El tema tiene un punto sentimental y triste:

All of me, why not take all of me?
Baby, can't you see I'm no good without you?
Take my lips, I'll never use them
Take my arms, I want to lose them

Your goodbye left me with eyes that cry
Tell me how can I go on, dear, without you?
You took the part that once was my heart
So why not take all of me?
Pero, al igual que Woody Allen lo disfraza todo con diversión, comedia y chistes, la música viva y alegre también parece hacer una parodia de la letra en esta canción.

Por cierto, que yo no recordaba cómo seguía, más allá de la primera estrofa, y tenía curiosidad por conocer su evolución y su final. Imposible, al cabo de un minuto y medio de melodía e improvisación, cuando esperaba algún tipo de giro inesperado, el trío volvió a empezar. Bien, pensé, quizá esta canción tiene esa estructura, en la que se repite todo una vez, y luego hace un cambio para terminar. Tampoco. La improvisada small-band de la plaza de Neptuno parecía haber entrado en bucle. No es de extrañar: ¿quién, salvo yo, se queda más de un minuto escuchándolos? Por eso, con saberse un trozo largo de canción pensaban que iban sobrados, nunca nadie descubriría que en realidad no sabían acabarla. Pero mi inesperada incorporación como público - que pensé que les halagaría - les estaba dejando en evidencia. Consecuentemente, las efusivas y abundantes sonrisas de agradecimiento que me prodigaron al principio se empezaron a tornar en esquivos rictus incómodos.

Al cabo de ocho minutos y cinco repeticiones y media, la cosa empezó a resultar tan angustiosa que opté por irme. Quizá ya era tarde. Una música tan alegre y pegadiza escuchada tan de seguido encontró en mi desocupada cabeza el terreno propicio para arraigar, y desde entonces cada pequeño silencio interior es inmeditamente cubierto por "All of me", en versión instrumental, que hasta ahora tampoco me sabía la letra.

Después de este relato, me parece obligado enlazarles a alguna referencia de la canción y, por no decantarnos por uno u otro, les he seleccionado a un anónimo con un "gypsy style" similar  a los músicos de la calle.

http://www.youtube.com/watch?v=_cZfMLVdvxI

EL CHANTAJISTA

De camino a la compra, en una esquina cercana a mi casa, me encuentro a un músico silente, de pie, apoyado contra la pared, con el acordeón en el suelo, no haciendo nada. Pienso que está justo en el recreo, tiene derecho el hombre, cinco minutos de pausa a la hora, o un pequeñísimo receso entre canción y canción o, quién sabe, acaba de terminar su repertorio, y está pensando por dónde seguir. Yo, que sí sé por dónde seguir, paso de largo y voy a mis recados.

Al cabo de treinta minutos... veinte... quince como poco, vuelvo sobre mis pasos con la carga de la compra hecha y, en la misma esquina, me encuentro al mismo hombre en idéntica actitud y con el mismo acordeón callado. ¿Por qué?, me pregunto. ¿Terminó su jornada laboral? Entonces, ¿qué hace ahí, que no se va a su casa? ¿Le ha entrado pánico escénico? No se le ve asustado. De hecho, hace tiempo que no veo a nadie en actitud más relajada. ¿Quizá un bloqueo artístico? ¿Como el miedo a la hoja en blanco del escritor, pero en música? Sólo encuentro razonable una explicación:

El hombre no ofrece la música para conseguir unas monedas... ¡nos chantajea con ella! Y es probable que le salga más rentable la amenaza de sacar el acordeón que el tocarlo realmente.


OPOSICIONES

Y ahora resulta que el Ayuntamiento de Madrid va a convocar oposiciones para poder tocar música en la calle.

http://www.elmundo.es/elmundo/2013/10/07/madrid/1381147856.html

Miento, no son oposiciones, la noticia no habla de plazas limitadas, sólo de la necesidad de tener autorización. ¡Con lo bonito que es que se puedan hacer cosas libremente, sin necesidad de carnés ni autorizaciones! ¿Que uno toca mejor? Le das dinero y te quedas a escucharlo. ¿Que no te gusta "El cóndor pasa"? Pues pasa tú. Pero ahora va a hacer falta una "Prueba de idoneidad". ¿Será por audiciones o por curriculum? ¿Es suficientemente idóneo un sin papeles con ocho años de violín en el Conservatorio, probablemente no demostrables?

Supongo que a los músicos idóneos les obligarán a sacarse un IAE, hacerse autónomos y pagar impuestos por el dinero recaudado en los días de trabajo, que a lo tonto puede ser más que el salario mínimo, y no porque hagan mucha caja, sino porque el salario mínimo es verdaderamente mínimo.

Y digo yo: ¿y si les hiciéramos pruebas de idoneidad a los políticos?