jueves, abril 26, 2007

EMOCIÓN Y REFLEXIÓN

¿Qué quieren? Uno no es del todo de piedra y hay cosas que también le emocionan aunque probablemente no las mismas que a todo el mundo.

Recojo a un sobrino en el colegio y veo la siguiente escena: Un niño pequeño, rebelde, no acepta una galleta que le da su madre para merendar, la tira al suelo y se va. El padre, que está cerca, va a por el niño, lo coge de la mano, lo trae junto a la galleta y le obliga a recogerla y a dársela. Luego, le mira serio a los ojos y le dice que no vuelva a hacer eso. De pronto me emociona ver a un padre cumpliendo con su deber, mostrando su autoridad y educando a su hijo. Hubiera sido más fácil recoger él mismo la galleta y tirarla a una papelera sin más, ahorrándose el paripé del padre enfadado y aguantar el berrinche del niño. Pero esa lección es necesaria. Esto, que una persona desempeñe su papel y, como en este caso, eduque a su hijo, es algo más cercano al amor que la mayoría de las carantoñas de las parejas que se dicen "de enamorados". Y a mí me emociona más.

Ahora la reflexión. Ayer nos sorprendía la noticia de una madre asturiana que había pedido al Principado que se hiciera cargo de su hija de trece años, a la que le es imposible mantener a raya. Siento compasión por estos padres que tienen que lidiar con una hija irrespetuosa, agresiva y ladrona que no les reconoce ninguna autoridad, y desde luego no me atrevería a formular ningún juicio sobre ellos. No son un caso único. Mis amigos profesores se ven abocados a ejercer de meros celadores de una generación de adolescentes ineducados que, en el mejor de los casos, se limitan a simplemente no crear problemas. No sé nada de ellos y sus circunstancias familiares, pero me ronda la cabeza una reflexión. ¿Alguien, cuando eran niños, les cogería de la mano y les obligaría a recoger esa galleta, juguete o papel que hubieran tirado al suelo en acto de rebeldía? ¿Alguien les miraría a los ojos con autoridad alguna vez y les explicaría las reglas del juego del respeto y la convivencia?