lunes, septiembre 29, 2008

FE DE VIDA. FE EN LA VIDA

FE DE VIDA
Sigo vivo.

FE EN LA VIDA
El otro día fui a visitar a una amiga convaleciente de una delicada operación, y la vida me regaló una bonita estampa que me conmovió. Al entrar en la habitación encontré a una mujer dando de comer a otra, mi amiga, con una sonrisa en la boca, con paciencia y con amor. No era su madre, que haría todo esto por ley de vida, ni una enfermera, que lo haría por imperativo profesional, o una voluntaria, que lo hiciera por vocación. Era su suegra, deshaciendo sin esfuerzo el chiste tópico de las malas relaciones entre suegras y nueras.

En "La palabra", de Dreyer, una nuera atendía y cuidaba a su suegro con un cariño propio de hija. En otro, pero parecido orden de cosas, se encuentra un amigo mío que le regala a los padres de su exnovia las cestas de Navidad, porque a él no le gusta el turrón. Vale que está loco, pero me mola ese buen rollo que mantiene con sus ex suegros, que además de suegros son ex.

La pareja de una persona la elige ella misma, no sus padres (por lo menos habitualmente en el mundo occidental), de modo que los suegros, nueras y yernos que pueda tener una persona en su vida vienen impuestos por la vida. Son los que te tocan, no los que eliges. Por eso encuentro en estas relaciones una cualidad especial que valoro mucho: la aceptación. La vida me da una suegra y la acepto. ¡Ojo!, cuando digo aceptación no digo resignación. La resignación es un disgusto callado y sordo que arrastra las circunstancias de la vida sin atreverse a rebelarse. La aceptación es el gusto de cumplir con amor y alegría las responsabilidades que a uno le tocan en cada momento. Y mirando la cara sonriente de la mujer que atendía el otro día a mi amiga se sabía que ella aceptaba su labor. Al igual que mi amiga aceptaba su enfermedad con entereza y los cuidados de su suegra con alegría.

Mi amiga es un encanto y muy buena gente, y se merece a unos suegros que también lo sean. Sus suegros me parecieron muy buenas personas y muy agradables, y seguro que también merecen una nuera como mi amiga. Eso facilita las cosas, pero no le resta ni un poquito de belleza a la escena que contemplé el otro día.

(Si me he puesto muy moñas, decídmelo)