jueves, enero 08, 2009

AGENDA DEL CREADOR

No uso agenda. Lo que tengo que hacer lo llevo en la cabeza. Tampoco estoy metido en demasiados fregados. ¿Qué apunto? Hoy, lunes: a las diez, entrar a trabajar; a las seis y media, salir de trabajar. ¿A ver qué tengo que hacer el martes? ¡Huy, lo mismo! Espero acordarme.

Pero cada año la Sociedad General de Autores y Editores me envía su Agenda del Creador (¿Tú no eras de Derechos de Autor de Medios Audiovisuales? En lo audivisual sí, pero tengo obra dramática declarada en la otra gestora, monopolista en este asunto, que por supuesto no me ha reportado ningún beneficio). Hace pocos días tiré la correspondiente al año 08. Su esmerado diseño y calidad de materiales merecían mejor destino y por eso la conservé, pero, transcurrido el curso, no tenía sentido, así que la he desarmado para poder reciclar el papel por un lado, tirar la espiral del lomo por otro, y quedarme con los separadores transparentes de plástico duro por si me sirven para algo. Lo irónico es que he tardado un año en decidirme a deshacerme de ella, y en cuanto lo he ello, ¡zas!, recibo el ejemplar de 2009.

Pero a lo que iba es al chiste que inevitablemente me sugiere cada año el petulante nombre de "Agenda del Creador". No puedo evitar imaginarme a Dios apuntando sus "cosas que deben ser hechas" (del latín "agenda"): Lunes.- Hacer la luz; distinguir día y noche; Martes.- Hacer el firmamento; Miércoles.- Crear la tierra y el mar, y en la tierra, la vegetación; Jueves.- Hacer el sol y la luna para señalar el día y la noche; Viernes.- Crear animales en la tierra y en el mar; Sábado.- Crear al ser humano; Domingo.- Llamar a Zeus para ir al cine.

Y a continuación, pensar en el tópico: ¿Qué hubiera pasado si Dios hubiera sido español? Que la creación habría tardado mínimo dos años. Uff, ¿ahora me voy a poner a crear la luz? Con la de cable que hace falta para eso. Y los animales los haré, pero sin prisas, que las cosas bien hechas bien parecen. ¿Mira que si además es valenciano y los perros los hace con el hocico a un lado, como el Cobi de Mariscal?

Y yo me pregunto: ¿la dialéctica entre el creacionismo y el evolucionismo se puede aplicar también al campo de la imaginación y la invención y redacción de textos? Porque a mí llamarme "creador" me queda alto, pero reconocerme "evolucionista" parecería una confesión de plagio, y tampoco es eso, que a uno sus ideas le cuestan un esfuerzo y unas neuronas.

¡Con lo discreto que sería el título "Agenda del autor"!

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