lunes, enero 26, 2009

VIDA REGALADA

En el mismo "feliz sábado" del otro día, que esto no lo conté, me llama la atención un nuevo local moderno y de vistosos colores. Es de comidas preparadas. Ahora no como en casa, y cuando como, la comida me la preparo yo; otra cosa me parece "hacer trampa". No obstante, bueno es saber que está por si acaso. Total, que en mi tranquilo y curioso pasear me paro y veo que hacen paellas de encargo. ¿Cuánto costarán? Al verme merodear, se asoma una simpática encargada y me invita a entrar. Me da un folleto-carta, me comenta el asunto del negocio, en qué consiste, que elaboran diferentes platos a diario que poderse llevar como menú o desparejados, que también sirven un menú en un comedor anejo, que todo es casero, de calidad, como si lo cocinara tu madre, etc. Y para que así me conste, me regala un táper de ragú de pollo para que lo pruebe. Lo probé y estaba bueno. El sitio se llama "Hoy cocina Lola" o algo así, y Lola no es, ya lo pregunté, mi anfitriona, sino una señora mayor y, por lo que a mí respecta, misteriosa.

Un poco más tarde, en la frutería, me regalaron el medio papayón que me llevé (porque uno entero es mucho, y se me termina estropeando). Resulta que lo tenían ya preparado porque otro señor se había llevado el otro medio, como en el chiste del armario.

(INCISO. CHISTE DEL ARMARIO:
Un hombre entra en una tienda de muebles y ve un armario que le gusta, llama a un dependiente y se lo dice. "Me gusta este armario, pero es demasiado grande para mí; me bastaría la mitad, ¿no me lo pueden cortar". El dependiente trata de sacarle la idea de la cabeza, pero como el cliente insiste, termina por decirle que tiene que hablar con el encargado. Total, que va al encargado a preguntarle indignado a ver qué hace porque un "gilipollas de los cojones" se ha empeñado en que quiere sólo medio armario. El encargado pone cara de circunstancias, y el dependiente se da cuenta de que ha metido la pata. Efectivamente. Se vuelve, y ahí está el cliente caprichoso, pero, con rapidez de reflejos, el de la tienda resuelve: "Menos mal que este señor quiere el otro medio".)

Llega mi hermano, que le han cambiado de edificio, y algunos utensilios que tenía no le valen, y me ofrece unas bandejas para dejar cosas. Entiendo que son estas bandejas para papeles y carpetas que se ponen encima de la mesa y que, además de acotar un espacio para el trabajo entrante, el saliente y el inclasificable, pueden apilarse una sobre otra en varios niveles, para hacer urbanismo vertical de oficina. Al final era un bandeja clasificadora de objetos que se coloca en una cajonera para poner bolis y un montón de cosas pequeñas más, incluyendo un rollo de celo. Contando con que en el trabajo tengo un solo boli que no uso, no es que sea muy útil, pero, ¡oye!, es un regalo. Así que como tal lo contabilizo.

Por alguna asociación de ideas que no recuerdo, formulo en voz alta en mi trabajo el grato recuerdo que tengo de una serie de televisión de mi infancia, "Kung Fu". De la que, por otro lado, en más de treinta años quizá no me haya acordado más de un par de veces (si bien lel apelativo "pequeño saltamontes" estuvo bastante presente en nuestros intercambios dialécticos familiares). Al rato, un compañero me dice que me puede conseguir la primera temporada, porque un amigo suyo que trabaja en la distribuidora se la regaló y a él no le interesa (no diré nombres para no poner en compromisos innecesarios a nadie).

Y hoy, apenas una hora después de llamar a informática en el trabajo porque de un tiempo a esta parte cada vez que trataba de pinchar un enlace en una página de internet se me cerraba el explorer, me vienen casualmente a cambiar el ordenador. Porque tocaba, no por no arreglármelo. Así que estoy estrenando equipo. Esto no es un regalo exactamente, porque el ordenador no es de mi propiedad, ni siquiera de la empresa, que creo que los tienen en renting, y precisamente por eso, me retiraban el antiguo (a mí y a otros tres compañeros): para devolverlo. Ya habrá otra empresa más pobre, en estos tiempos de crisis, que los aproveche, digo yo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Venga, va, como nadie comenta este pizpireto post lo comento yo.

¡Suertudo!