jueves, octubre 22, 2009

¿MARKETING O TRABAJO BIEN HECHO?

A punto de bajar las escaleras que llevan a mi andén del metro oigo una melodía delicada que mi oído reconoce y que mi cuerpo todo acepta con agrado. Vuelvo a la vista, y al fondo del pasillo, veo a un hombre mayor sentado, tocando el violín, y a un lado otra persona que, interpreto, maneja otro instrumento. De inmediato identifico la pieza: el Ave María de Schubert . Con un reflejo prosaico del que me avergüenzo, echo un vistazo para comprobar que mi tren aún no llega y me encamino hacia el viejo. Según me acerco, todos los elementos van tomando forma y realidad. El acompañamiento orquestal no es en directo, sino una grabación que el maestro, como tantos otros músicos de la calle, trae en algún tipo de reproductor; la persona que se sentaba a su lado, pues, no hace un dueto musical con él. Quizá sí en la vida: tiene todo el aire de ser su mujer.

Ya llego a la funda abierta de su instrumento donde exhibe varias estampas de vírgenes y una pequeña cestita para recibir el agradecimiento de su público transeúnte. Nunca he visto en el metro una cesta más llena. El violinista, viejo, bajito, calvo, resulta entrañable. Alguno nos quedamos un instante enfrente de él, por hacer los honores a su arte, y contemplamos el gesto sonriente con que acepta las monedas. Retardamos nuestro paso, pero no nos atrevemos a quedarnos de pie como pasmarotes en la esquina. Las cuatro o cinco personas que han pasado en estos segundos le han dejado algo. Coincide también que todas ellas eran personas de edad que quizá hayan empatizado con el viejito simpático o incluso con el exhibicionismo de su fervor mariano. En todo caso, mérito suyo por acertar de pleno con su público objetivo. Si lo pilla Antena 3, lo mete de jefe de programas.

2 comentarios:

Daniel S dijo...

Desde que me he venido a vivir a "la capital" lo que más me llama la atención es el asombroso número de veces al día en el que de una más o menos pasiva alguien me pide dinero. Creo que me estoy deshumanizando, pero ya he decidido que no le doy a nadie. Una ¿pena?

Anónimo dijo...

Esto me recuerda a una vez en París, que había un vejete que tocaba el saxofón que parecía Charlie Parker. Tan bien lo tocaba que me hizo dudar si estaba tocando él realmente o era "playback" -porque el saxofón estaba enchufado a un aparato amplificador.

Total, que al final no le di.