jueves, octubre 01, 2009

REMORDIMIENTOS

Todos los expertos, economistas y políticos, coinciden en relacionar la crisis con el descenso del consumo, y tratan de incentivarnos para que no tengamos miedo y sigamos comprando como si nada. Y entonces observo mi vida, mi obstinada austeridad, mi maldisimulada tacañería, y, por un momento, siento remordimientos. También yo... ¡cómo soy! Podría comprarme algo más de ropa, hacer algún viaje, cenar fuera alguna vez... gastar, en definitiva. Pero no, soy un mal ciudadano que emplea el dinero que gana sólo en las cosas imprescindibles, necesarias y útiles. A eso conducen doce años de colegio sin Educación para la Ciudadanía. A eso llevan la Religión, la Filosofía y el Latín. Mea culpa. Sí, lo reconozco. Yo tengo la culpa de la crisis porque, pudiéndome permitir una tele de pantalla plana (que ahora no son tan caras) sigo con una vieja de las de tubo. ¡Pero es que me la compré en marzo de 2005! ¡Tendré que darle unos añitos de vida útil, al menos! Además, estando como estoy sin trabajo, me parecería mal gastarme el dinero del paro en televisiones. Imagínate que me mandan a un inspector del INEM y me ve con una de esas teles enormes y lujosas. "Si tienes para pantallas de plasma, tendrás también para comer", podría decirme. Y retirarme la prestación.

Y sin embargo, aplicando un elemental método científico, puedo deducir que no, que no soy yo el culpable. De ningún modo puedo serlo. Cuando todo era bonanza y vacas gordas, gastaba lo mismo y, como hoy, sólo contribuía al sostenimiento de tres negocios: la frutería, el herbolario y el banco. El mercado inmobiliario no se ha podido hundir por mí, ni le he retirado mi apoyo al sector automovilístico. Simplemente, nunca se lo he dado. Nunca he ido a un concesionario a gastarme el sueldo de varios meses en estrenar el modelo que yo eligiera en mi color preferido; he optado por esperar a que los coches vinieran dóciles a mí cuando les correspondiera, con el mínimo quebranto de bolsillo. Y el mundo giraba, y todos vivían como ricos.

Ahora, cuando escucho hablar de "incentivar el consumo", me parece oír un mensaje oculto: "Si no quieres ser pobre, gasta como un rico". Al final, la crisis pasará y no habremos aprendido nada. Y eso sí que debería causarnos remordimientos.

4 comentarios:

Sakura dijo...

¿Crees que si hubieras tenido la asignatura de Educación para la Ciudadanía te comprarías una tele de plasma para ver la Eurocopa, pedirías un crédito rápido para unos implantes de silicona o, como estás en paro, le pedirías quinientos euros a tus padres para comprarte un móvil? Pues los que yo conozco que hacen eso ni siquiera saben que "Educación..." es una asignatura. Así que para mí que el Latín no tiene nada que ver.

Álvaro dijo...

Lo de la tele o el móvil no, pero los implantes... Lo que no sabría muy bien es dónde implantármelos.

Anónimo dijo...

Muy bueno :D

http://planseldon.stripgenerator.com/strip/298170/

El Autor dijo...

Te sientes culpable porque estudiaste religión. Y las religiones en general y la católica en particular... son una enorme losa de culpabilidad.

Yo también estudié religión, claro. Pero la abandoné y ahora tengo una tele de plasma que alucinas. ¡Donde va a parar!