lunes, mayo 27, 2013

I DO LIKE MONDAYS (¿SE DICE ASÍ?)

Tras varios meses de esfuerzo, en que he cambiado el yogur griego por uno desnatado y he comido sardinas cada dos días para bajar el colesterol, hoy me han confirmado que he conseguido mi propósito: tenía 224 y ahora tengo 222. Pero no lo he conseguido, porque sigue alto. Pero no importa, porque no soy fumador. Y el caso es que 224 tampoco importaba. Vamos, que he hecho dieta para nada. A lo mejor los médicos tienen orden de ponernos instrucciones a los parados para mantenernos entretenidos.

Luego, en la Juan March, concierto. Algo bastante pintoresco: un enjambre de saxofones. Sí, lo de enjambre es traducción libre de "ensamble", pero siendo un instrumento zumbón creo que le viene bien. Saxofones, saxofones y saxofones, de todos los tipos y tamaños. Saxofonazos que llegan al suelo y se tocan sentados, y saxofonitos que no parecen saxofones porque no dan esa vuelta de Jota tan característica del instrumento y se quedan en una mera i latina gorda, como un clarinete dorado o un enorme matasuegras venido a más, a mucho más. He llegado a contar hasta quince saxofones. Sin duda ha sido el espectáculo más saxual que he llegado a ver en mi vida.
 
Las piezas han sido todas adaptaciones, nadie compone para una orquesta de saxofones, y resultaba ínteresante ver obras para órgano desdobladas en una multiplicidad de instrumentos de tonos diferentes. De tonos musicales, porque de color todos eran iguales. ¿Se habían preguntado alguna vez para qué quieren el oro todos esos que lo compran?¡Para hacer saxofones! Chistes aparte, no sé de qué metal se fabrican y por qué, si son de latón, de plata, aluminio o acero inoxidable ni si el dorado es natural o es un baño de lujo y para qué.
 
Sí ha habido una pieza escrita para saxofones, de un joven compositor, que además ha dirigido su obra. El nombre prometía: Espectra-Rítmica. Me ha pasado como a Septiembre aquel personaje de "El destino se llama Clotilde" (de Giovanni Guareschi, el creador de Don Camilo), que no sabía si las cosas le habían gustado hasta que se lo preguntaba a su padre.
 
"...Septiembre describió también algunas chicas con las cuales había paseado, describió espectáculos de teatro, de cine, excursiones, baños calientes.
- Te has divertido - le decía de cuando en cuando el padre. No valía la pena, era una ópera pésima. En ese concierto te has aburrido mortalmente".
 
Igualmente yo no he sabido valorar si el hecho de hacer sonar una orquesta como una psicofonía de Cuarto Milenio era excentricismo o genialidad, ni me ha gustado ni me ha disgustado, me ha interesado, me ha resultado agradable por momentos y al instante también incómodo y absurdo. De modo que he aparcado mi valoración, a ver si ustedes me podían decir algo.
 
Sí he terminado entusiasmado con una alegre obertura de Berstein al final, al término de la cual, mientras algunos asistentes se levantaban porque se había hecho más tarde que de costumbre, los aplausos se han extendido porque eran muchos los artistas que se los tenían que repartir y porque, también hay que decirlo, no se movían del escenario. El director sí se ha ido, ha contado tres, y ha vuelto con un bis. "Un pasodoble", ha dicho. "Imposible", dirán ustedes. Lo ha dicho. Y lo han tocado. Y con el pasodoble me han tocado también las narices, porque el pasodoble sólo tiene sentido en una plaza de toros o una verbena, lugares adonde yo, sabiendo que hay bandas que matan a los toros y otras que tocan pasodobles, no voy nunca. Pero me he quedado. Las cosas hay que hacerlas hasta el final.
 
Y ello ha tenido también su recompensa,  porque al salir, por las escaleras, he escuchado a una mujer mayor, con más sorna que vehemencia, y con seguridad de entendida, que ha sintetizado su crítica a Espectra en una frase: "Si el que lo ha compuesto no se la sabía de memoria, que ha tenido que seguir la partitura, es que no hay quien la entienda". Y en esa frase sin valoraciones, me ha parecido entender que no le había gustado. Así que igual me quedo yo también con eso, que si no no voy a poder dormir con la duda de si la experiencia elevó mi espíritu o me irritó.

¡Y no han sido los únicos metales de hoy! De pronto, en Saber y Ganar se les ocurre hacer una prueba (Última llamada) de relacionar unos cortes de audio con la obra musical a la corresponden. Todos ellos ¡de trompetas! No es que sea inquietante, pero es una casualidad digna de atención, ¿no?
 
Lo que sí sé que no me gusta es limpiar. Sobre todo porque no sé si lo hago bien, si utilizo el producto adecuado con la herramienta indicada y lo aplico de la forma correcta. Me lleva mucho tiempo y no me queda bien del todo. Podría decir lo mismo de muchos de mis dibujos, pero me divierten más. No obstante, me estaba haciendo consciente de que no podía prolongar por más tiempo mi desorden, el caos no aguantaba más esta situación, quería ya un compromismo de mi parte: o tenemos un síndrome de Diógenes o rompemos. Y hemos roto. Hoy he hecho limpieza.
 
Lo divertido es que he tenido que fingir que quería vender mi casa para obligarme a hacerlo. Una agente de captación ha quedado en venir por la tarde, y la vergüenza de que viera mi casa en semejante estado ha hecho de catalizador para movilizar todas mis dotes de limpiador. Claro, que al verla un poco más limpia y ordenada, me han dado ganas de quedarme a vivir aquí siempre.
 
Tampoco ahora se hagan una mala idea de mí. Yo limpio con frecuencia. Cada vez que veo pelusas, cojo la escoba y barro el lugar, e incluso a veces me extiendo por otras zonas. Y no pasan nunca más de dos días sin que el montón de pelusa vaya a la basura. Y sin embargo, a pesar de mis esfuerzos, la fregona ha vuelto negros como cinco cubos de agua. No ha sido una limpieza exigente ni muy general, pero trataré de no manchar mucho, y espero que el nuevo orden pueda aguantar el verano. Ya les tendré al corriente.
 
El día ha dado mucho más de sí, no se crean, porque saltándome las órdenes de la policía macrobiótica, me he hecho un plato solanáceo de patatas, pimientos y chapiñones que me ha quedado francamente bueno, y luego en Matiz (Pilar de Zaragoza, 58 - publicidad subliminal) he dibujado a un hombre desnudo de un solo trazo y sin escandalizarme. A ver si localizo a la señora de la Fundación Juan March y le pregunto si me ha gustado. Yo creo que sí, pero no cuenten con que en Lápiz de Quintintas (www.lapizdequintintas.blogspot.com) abra una nueva sección con "El chico del lunes", que todo tiene un límite.
 
Y como soy así de chulo, voy a publicarlo sin revisar.

No hay comentarios: