miércoles, abril 17, 2013

ENAMORADO

Así de directo lo digo: me he enamorado. A estas alturas, a mi edad y con lo inaccesible que parezco, ¿verdad? Aplauden un par de amigas celestinas que siempre desconfiaron de mi independencia. La verdad es que me he pensado mucho el proclamarlo. ¿Será esto amor, no será una mera atracción pasajera, un apasionamiento del momento, una atracción fuerte? El caso es que salgo a la calle a cualquier rato y con cualquier pretexto para encontrarnos. Salgo a la compra por tres tonterías, y sin lista, como tentando a la suerte para que se me olvide algo y tenga que volver a salir.
 
No es, por si lo estáis pensando, la cajera pizpireta del Eroski center, con su flequillo moderno y su pelo recogido, con sus idiomas (que una vez se puso a hablar en inglés con un cliente) y su alegría, que siempre te sonríe como si le gustase su trabajo. No me importaría, claro, que me diera un poco más de bolilla y me preguntara ¿cómo compras yogures desnatados, con lo bien que se te ve?, y yo le contara lo del colesterol y todo eso. Pero sólo me pregunta si voy a necesitar bolsa, que yo le digo que no, presumiendo de previsor, y luego me dice cuánto es, y yo le pago de más para que me dé las vueltas en la mano.
 
En su presencia pierdo la prisa, camino despacio para hacer durar más el tiempo... y pienso que esto que siento es para siempre. ¿Es eso amor? Yo creo que sí.  Ah, y por cierto, es correspondido. Me acuesto confiado en que mañana la veré también, que estará conmigo, que no se habrá ido. Eso sí, igual que es correspondido es compartido, pero en esto no soy celoso; al contrario, sería partidario de una poligamia universal: cuantos más mejor.
 
La queremos conocer, la queremos conocer, palmotea mi amiga (he dicho que eran dos, pero sólo caigo en una). La conocéis. La veis todos los días. Y si tenéis sangre en las venas os habéis enamorado también. Es la primavera, no cualquier primavera: esta primavera de estos días. Una primavera que parece verano y que de pronto hace que el paro parezca vacaciones. Una primavera tardía que se esperaba para la primera quincena de marzo y ha llegado con un mes de retraso y calor de verano. Que salgo a la calle solo con camiseta y una chaqueta de lo que dicen entretiempo. ¡Y sin jersey! Y aún paso calor. Pero la prudencia no me deja salir solo en manga corta todavía. Es muy pronto aún para nosotros.
 
Es tan agradable su temperatura, que no parece casual: parece un experimento, como si el Universo estuviera probando cuál es la temperatura ideal para el ser humano. ¡Pues has acertado! ¡Es esta! No la toques más. Quiero exactamente este sol, este calor y estas horas de luz para siempre.
 
Lo veo en mí y sé que está mal, pero me abandono y dejo que me entre este nerviosismo y esta ansiedad de querer retenerla, aunque sé que es imposible. Quiero captar todo el sol, toda la luz y todo el calor todo el tiempo, porque sé que en algún momento esto terminará. No va a seguir así hasta el verano, lo sé. Volverá a hacer frío, quizá vuelva a llover, que le ha cogido gusto, y llegará el verano en serio y a lo bestia, con mucho más calor y hasta sudores, tan distinto de estos días tan perfectos que se dirían sagrados. Y volverá el infierno de cuarenta grados y diabólicos pantalones cortos y piernas largas de las chicas que viven si siempre fueran a la piscina.
 
Ahora que os lo he contado, lo dejo ir. Lo que dure, durará, y estará bien. El día que me muera, tendré una bonita historia de temperaturas que contar. Siempre nos quedará aquel abril. 

3 comentarios:

Unknown dijo...

Escribe un cuento sobre ello. El tipo enamorado de la primavera. La alegría y la angustia de saber que es efímera. Parece una historia hecha, pero piensa alternativas, quizá dejarlo todo y viajar para no separarse de ella. Y quizá a lo largo del viaje... ¿quién sabe? Quizá el tipo acabe con la cajera del Eroski.

Álvaro López de Quintana dijo...

No sé, ya me parece que me extiendo demasiado en los posts, pero me lo pienso. Te agradezco la sugerencia.

lover dijo...

Ha sido llegar el mal tiempo, acordarme de tu relato y pensar: "la primavera ha abandonado a Álvaro". Ay, ¡qué ladinas son a veces! (las primaveras, no las cajeras).