domingo, marzo 24, 2013

J'SUIS SNOB

           Me reconozco esnob. ¿Quién lo diría? Austero como soy, casi tacaño. Presumo de la edad de mis jerseys y desconozco la procedencia de su lana. Veo pasar los adelantos tecnológicos durante generaciones mientras me aferro a mi móvil sin pantalla táctil o aguanto con una tele de tubo (hasta este año).  Le pongo medias suelas a mis zapatos, los limpio cuando me acuerdo, desconozco los nombres de flores, frutas y animales que definen los mil matices de cada color, uso coches usados por sistema, y viajo en metro. Pero soy esnob. Y no lo digo ya porque disfrute viendo los catálogos de Muji, esa tienda japonesa de materiales puros, líneas sencillas y precios discretamente abultados, sino porque... lo soy, créanme que lo soy. Aunque no, claro, un esnob al estilo Boris Vian (se lo pongo versionado al español por Andy Chango; la canción comienza en el minuto 2:00)



            Mi esnobismo no es completo, es un enobismo parcial dirigido a la alimentación y la salud. Compro las hierbas para infusiones en una tienda de sibaritas a precio aparentemente de oro. Aunque, no se engañen, trae a cuenta. La calidad es infinitamente superior. La cuestión es si me lo puedo permitir, pero si contamos con que la bolsita tan cara de cien gramos de hierbas equivale en peso a cuatro cajas de veinticinco sobrecitos... ¡magia!: resulta hasta barata. Ahí he aprendido que el agua para el té verde no debe llegar a hervir, y que la infusión debe ser corta, de unos dos minutos, para que no amargue. ¡Eso no te lo cuentan en cualquier sitio! Eso sí, durante la estancia en la tienda con música de jazz, aromas de café y té, y una exposición permanente de chocolates exóticos, mermeladas de naranja amarga y de jengibre y todo tipo de golosinas y delicatessen más con cuidada presentación y etiquetas de diseño, tengo que contenerme para no emborracharme y gastar más de la cuenta. Me ayuda que esas cosas sí son caras y verdaderamente no las necesito. Pues vaya una birria de esnob que está usted hecho, dirán ustedes. Así es, ya lo digo, soy un esnob parcial... y de pacotilla.
 
          De hecho, descubrí la precariedad de mi esnobismo ayer mismo, sábado, cuando fui a comprar una barra de pan esnob en una panadería esnob abierta hace sólo unos meses en mi barrio. He renunciado a gastarme más de tres euros en panes esnob elaborados con levadura esnob, digo madre, y me muevo entre dos barras integrales, una de varios cereales, y otra adornada con semillas. Ya sé que es poca cosa, que es sólo un detalle, un grano de arena para pensar que como un poco más sano y que extiendo esta filosofía a mi familia, que me invitan a comer los fines de semana. Pero lo hago convencido. Y este convencimiento, de forma paradójica, convive con un escepticismo y cierta sorna hacia mí mismo, hacia el amplio equipo de panaderas jóvenes y guapas (he contado tres distintas, más dos hombres que como insistan en seguir despachando harán que la experiencia pierda todo el encanto) y, cómo no, hacia el resto de la clientela que se llevan las empanadillas, quiches y tartaletas sin preguntar el precio.
 
           Fue una clienta precisamente ayer quien bajó mis humos esnobes y me hizo reír internamente a carcajadas. No es infrecuente que los clientes de este comercio nos interesemos por las particularidades de cada barra de pan, e incluso su precio, a la hora de elegir. Pero lo suyo no fue eso, fue probablemente, la frase más esnob que puede uno escuchar en una panadería. ¡En una panadería! No quiero ni imaginarme lo que podría llegar a decir en una tienda de zapatos. No les haré sufrir más, ahí la va la frase:
 
           - Vamos a comer salmón ahumado. ¿Qué pan le va?
 
            El panadero, listo como él, aprovechó para colocarle el pan de centeno de levadura madre que llevaban sin vender desde que abrieron la panadería.
 
             Les dejo con la voz de Boris Vian, en imagen fija.
 
         
  

3 comentarios:

Monogatari dijo...

Hombre, el centeno le va muy bien al salmón, todo hay que decirlo. Yo también soy muy snob y compro mis hierbitas en bolsas que parecen caras pero salen más baratas.
Además de snob soy una petarda incorregible que gusta de corregir a otros snobs así que te diré que se dice "masa madre" y no "levadura madre". Lo sé porque en mi casa hay otra persona snob que hace su propio pan.
Saludos!

Álvaro López de Quintana dijo...

Gracias, Eva. Yo creo que el centeno no le va bien a nada, pero seguramente sí sea más tragable con salmón. Te agradezco la corrección, aunque yo juraría que en la panadería decían levadura madre. Incluso no sé si se llama así y todo la tienda.

lover dijo...

A mi, de todo lo que me has contado, lo más snob es que disfrutes oyendo jazz en una tienda...
Me ha sorprendido ver que la RAE no acepta el término snob, y que además, la acepción que le dan en ciertos sitios de internet no es la que todos tenemos en mente... ¡menudos sitos más snobs!