Ayer, mientras espero a una amiga en el teatro, observo a la gente. Miro a las chicas sin preocuparme de si lo hago demasiado fijamente. Una me devuelve la mirada y se me queda mirando más fijamente que yo. Casi me asusta, como si me reprobara. En realidad estoy hablando de segundos. La chica en cuestión me pregunta, como identificándome: ¿Fernando? Qué alivio, no es que yo la haya mirado impertinentemente; es ella la que me ha mirado a mí, creyendo conocerme. "No", le digo, "te has debido de confundir". Ella se justifica, un poco cortada: "Es que eres idéntico". Y, yo, por aliviarle el apuro a la mujer, y por decir algo, suelto sin pensar: "Tengo un hermano que se llama Fernando, eso sí". Lo digo como una anécdota, como una casualidad: ese nombre está en mi vida. Pero es el de un hermano como podía haber sido el de mi padre o el de un perro; es decir, que no lo digo creyendo que eso vaya a solucionar la confusión. Ella sí agarra el cabo: "¿y vais por El Espinar?". En efecto, el Fernando al que ha reconocido es mi hermano. Mi hermano que nunca ha llevado barba, como la llevo yo ahora, que no acostumbra a llevar gafas, como hago yo siempre, y que, desde luego, tiene una nariz más grande que la mía, que ya es decir. "Pues sí, claro, de El Espinar". Ella se identifica, enumera amigos comunes de mi hermano y ella, y sale airosa. Y yo me quedo flipado de que, en ausencia de propios, se me presenten encuentros delegados. Luego, porque la cosa no quede así, me encuentro a una conocida propia, guionista de Globomedia. Esa es mi auténtica coincidencia de la tarde.
Me remito ahora al tema con el que comencé mi blog: los parecidos. A mí me sacan muchos parecidos, y no es (no creo) porque tenga una cara demasiado estándar. ¿Es normal que a uno, fuera de las asociaciones familiares (te pareces a tu padre, a tu madre, a tu tío o tu abuelo) le saquen tantos parecidos? En un programa de televisión en que trabajé había una sección de anónimos parecidos a famosos. Un día la hicimos con los compañeros que trabajábamos. Hubo a quien se sacó un parecido más o menos razonable y a quien no hubo manera. Yo hice cinco apariciones: con barba, como El caballero de la mano en el pecho, Cervantes y don Quijote; afeitándome el bigote, y de perfil, emulé a Lincoln, y quitándomela del todo y ayudado de una camiseta de rayas, era Wally (el de ¿Dónde está Wally?). Me han sacado parecidos a mi padre y a mi abuelo materno (al que no conocí, pero por las fotos no me encuentro el aire), al actor John Turturro, a Franco Battiato (de hecho, en un blog amigo me han puesto como nombre para el enlace "El que se parece a Battiato"), recientemente al personaje de Bernardo de Camera Café (y en consecuencia al actor que lo hace), y ayer (no es la primera vez) a mi hermano. ¿Puede alguien igualar este record de parecidos? Ahí va ese reto. Descuento los parecidos anónimos al primo de alguien o al amigo de alma de otro alguien y retiro también, si queréis, los parecidos familiares, que al fin y al cabo, quien más quien menos los tiene igual. Y, por lo demás, quede constancia de este párrafo en sustitución de la foto de carné que no he puesto adornando mis datos personales en el blog.
Por cierto, a los que estéis en Madrid, os recomiendo la obra "Café", en la Cuarta Pared. Mucho ritmo y mucho humor. Un pelín estirada, quizá, como si terminara dos veces, pero se ve con agrado.
4 comentarios:
Oye, la cosa era decir a quien se parece uno, no a quien me parezco yo, Capitán Pescanova de los cojones.
Que interesante, ya quisiera yo parecerme a alguien famoso, pero mi cara es de las que te cruzas por la calle y dices "tuve una amiga parecida" y claro si eso me lo llegan a decir fusilo al dueño de comentario, porque que te anden diciendo eres parecida a..., me recuerdas a..., es como decirte que un coño le importas!
Ah, un saludo de lunes.( la q se cortó el cabello)
Pues yo no me parezco a nadie.
Bueno, sí, pero prefiero que ni me lo digan.
Por otro lado y en el tema de los parecidos, me ocurrió lo que tu hermano pero al revés. Una compañera de instituto coincidió con mi hermana mayor en una excursión, no se conocían de nada ni había ninguna posible pista para establecer un parentesco entre nosotros más allá del apellido (El cual siendo "Sánchez" tampoco es demasiada pista) Pero mi compañera tras escucharla hablar se acercó y le dijo "¿Tu no tendrás un hermano llamado Daniel?" Mi compañera me lo contó y dijo... Es que la oía hablar y pensaba "Habla igual que Daniel". ¿Será algo bueno? Prefiero pensar que sí.
:-D
Sí, me puedo llegar a parecer bastante al asesino de la Katana.
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