lunes, abril 03, 2006

A LOS TOROS, POR LOS CUERNOS

Cada cual cuenta la feria según le va en ella, incluso la de San Isidro, o especialmente ésa. Cuando era pequeño, las corridas de toros en televisión siempre me parecieron un espectáculo usurpador que te quitaba tu programación infantil habitual, tu rutina diaria de dibujos animados, y no podía entender que a mi padre le gustaran. En verano, en El Espinar, como mi casa estaba de camino a la plaza, justo al lado, significaba trasiego de coches y de personas, de pandas en las fiestas, de tambores, trompetas, de banda municipal, de ruido, y al final un reguero imposible de bolsas vacías de patatas, gusanitos, pipas, chicles, caramelos, chocolatinas y demás. Digo esto por delante para que entendáis mi prejuicio de antipatía ante la mal llamada "fiesta nacional" (digo mal llamada porque no nos representa a todos).

El otro día, en el metro, no pude evitar oír la conversación entre dos mujeres. Una de pie contra la puerta, junto a mí, y la otra, que estaba sentada, se levantó al verla. "Ah, ¿pero eres tú? No te había conocido con la gafa (sic) negra; te queda fenomenal la gafa (sic) negra". El caso es que iban ambas a los toros, ilusionadas. Una, por ver a Paula (Rafael de, supongo), al que conocía y admiraba. La otra, no le había visto nunca, pero su padre, de viaje, no iba a llegar a tiempo, y le había autorizado a utilizar su entrada. Se bajaron en Ventas, claro, y entraron, no diré que en su lugar, pero sí de forma complementaria, y ahora me explico, una chica jovencita y dos amigos. Hablaban de una discusión que acaban de tener con una cuarta persona que defendía los toros (las corridas), frente a ellos, a los que les parecía un espectáculo horrible. Y ridiculizaban el argumento que les había dado su interlocutor: los toros de lidia nacen para esto. Me pareció curiosa esta especie de "debate fantasma" entre las dos mujeres y los tres adolescentes. No se encontraron en ningún momento, pero mi presencia como espectador sirvió para que sus argumentos se contrastaran en un mismo lugar y a continuación uno de otro. Y pensé sobre el tema.

Es cierto que los toros de lidia, qué pena, nacen para eso (también muchos otros animales nacen sólo para alimentarnos, pero es otro tema) y entre los defensores de la fiesta (¿fiesta? ¿por qué? más bien "tragedia") se dice que si no hubiera corridas, se perdería la especie. ¡Menudos ecologistas! Digo yo que se reduciría el número de cabezas, claro, pero ya se harían reservas naturales como con muchas otras especies sin otra "utilidad".

Conozco personas, amigos algunos, a quienes tengo aprecio y cuya opinión valoro, a los que les gusta este espectáculo, le ven arte, cultura, tradición, y algo que no sé explicar del valor del hombre frente a la bestia. Bien, nadie le niega el valor a los toreros. Sólo si esa demostración de valor tiene algún sentido, si merece la pena matar a un animal sólo por espectáculo. El "arte", los propios aficionados no siempre se lo ven, y a veces silban y abuchean. La "cultura" se puede encontrar en muchas otras actividades humanas sin sacrificio animal. Y en cuanto a la "tradición", por lo que sé, este tipo de espectáculos han creado rechazo desde hace mucho. ¿O es que a los intelectuales ilustrados podían gustarles estas bárbaras manifestaciones?

Parece que se me ve un poco el plumero, ya lo siento. Pero, claro, ¿qué es, al fin y al cabo, "torear"? Cuando sale del ámbito taurino, significa "marear, dar largas a alguien o burlarse de él". Es cierto también, hay que admitirlo, que la palabra "torero" no tiene más que connotaciones positivas de valor, firmeza, elegancia y saber estar. Qué bueno sería entonces que hubiera toreros sin toros que matar. En todo caso, repugna a mi entendimiento la afición por algo cuya actividad puede resumirse en "un hombre mata a un toro sin necesidad".

¿Y a vosotros qué os parece?

6 comentarios:

El Autor dijo...

Yo una vez estaba en mi pueblo en fiestas (Pedro Bernardo) allí las corridas son muy populares y me junté con un grupo de chavales que, como yo por aquel entonces, tendría como unos 17 años. Allí y aunque a mi no me gustaban los toros, presencié la corrida junto a mis nuevos amigos y a una chica que en sólo unos días me había robado el corazón. Todos gritábamos los logros del torero y su muestras de valor. Me descubrí lanzando el típico ¡Oléeee!! de cuando en cuando y, de algún modo, sentí que aquello no podía estar tan mal. Llegó el momento de la estocada final, el toro cabeceaba agotado, confuso por el griterio, el matador se lanzó sobre él y hundió el estoque hasta el fondo, pero algo debió fallar. A los pocos segundos el astado, como le llaman los entendidos, comenzó a moverse de un lado a otro de un modo extraño, de pronto le vino una convulsión extraña y empezó a vomitar sangre de un modo terrible. Siguió luchando por levantarse pero la sangre no dejaba de brotar y su sufimiento superó con mucho la frivolidad que me había envuelto hasta entonces.

Fue largo, muy largo.

Sí sufren, sí es brutal, no es artístico y no tiene sentido justificar una existencia en una tortura.

Así como los niños al crecer comprenden que tienen que dejar atrás sus rabietas y sus privilegios infantiles... la sociedad tendría que aprender a dejar atrás ciertas cosas que no pueden ser defendidas con el único argumento de ser tradicionales.

Álvaro dijo...

Me alegro de que coincidamos, Dani. Y ahora, en el capítulo de casualidades, y a propósito de tu pueblo, te diré que estoy descubriendo la importancia del nombre de Bernardo - aparte de por su papel estelar en Camera Café -, por su carácter de topónimo. No hace muchos días, le comentaba por teléfono a una amiga que estaba haciendo "la ruta de los Bernardos": venía de la Calle "Bernardo López García", me acaba de encontrar con "San Bernardino" y pensaba tomar hacia "San Bernardo". Si ahora tú me dices que tu pueblo se llama "Pedro... ¡Bernardo!", sólo se me ocurre pensar "¿Pero qué pasa con Bernardo últimamente?"

* Otro Bernardo en mi vida, aunque este con pseudónimo, Nanín: el otro portero de mi equipo de futbito, mi maestro bajo los palos. No sé mucho de teoría y en la práctica apenas me muevo más que por reflejos e intuición, pero es justo reconocer que los conceptos que sé fue él quien me los enseñó.

Anónimo dijo...

Primero, saludos a tu nuevo blog. Daremos una vueltita de vez en cuando por aquí e intentaremos colaborar.

Segundo, tema toros, tema chungo.
Estamos acostumbrados -mal acostumbrados- a convivir con la fiesta de los toros (fiesta para el torero, no para el toro) y no nos paramos a pensar alguna vez la burrada que es. No me extraña que muchos extranjeros se horroricen de lo que ven o les cuentan, es que la muerte inútil del toro para regocijo del personal es cuanto menos una barbaridad y una estupidez.

El toro bravo no desaparecería, como dicen, si no se le mata en al plaza. Se harían dehesas para ellos y la gente iría a verlos.

¿Los toros cultura? Pues si los toros son cultura, el canibalismo es gastronomía.

Los toreros en general son buena gente y, como las putas, hacen un servicio público poniéndose delante de los cuernos para que los concurrentes disfruten. Pero muchas veces acaban mal. El traje de luces es una mortaja de lujo. Como dice el refrán: A la puta y al torero, a la vejez los espero. Saludos.

Álvaro dijo...

Por fin mi primera visita desconocida (aunque ya te conocía del blog de Jacobo). Bienvenida, Liuva. Ya ves que aquí la tertulia todavía no está muy animada, a ver si amplío mi poder de convocatoria. De momento, me ha sorprendido gratamente que el tema no haya suscitado polémica; yo ya estaba pensando "ya verás tú, mi segundo post, y metiéndonos con una de los 'pilares' de nuestra sociedad...", y de momento no. Mejor. Por cierto, gracias por ese refrán de la puta y el torero. Mira que me sé dichos y refranes, y éste no lo había oído en mi vida. Se ve que nunca te acostarás sin saber una cosa más. Yo por hoy, gracias a ti, ya he cumplido.

Me gustaría, de todas formas, al margen del tema taurino, hacer hincapié en el detalle del "debate fantasma" del metro. Dos grupos de personas de opiniones contrapuestas coinciden en un mismo espacio pero no en un mismo tiempo. Sólo la presencia de un espectador sirve como nexo de unión. Es curioso, ¿no?

Un saludo.

El Autor dijo...

La verdad es que mola lo del "debate fantásma" podría ser una buena estructura para un corto. Por ejemplo.

Ah, y a mi tampoco me gusta el aspecto de tu Blog! No te jode! :-P

(Quizá el uno por exceso y el otro por defecto)

Galahan dijo...

Yo también coincido en reprochar el tema taurino.

Eso sí, como hay mil gafapastas que lo hacen a mi ya me están dando ganas de defenderlo, leñe... pero es que son mis habituales ganas de llevar la contraria.