"- ¿Usted, que está aquí sentado,
no ha observado
si ha pasado
el corredo
de Bilbado?
- Nodo".
Estas simpáticas rimas contestaban en mi casa a todo aquel que, en la familia o en la tele, por ultracorrección o por mero lapsus linguae intrascendente, colase una "d" intervocálica en palabras que no lo precisasen, como bacalao o Bilbao.
Viene esto a colación de un episodio divertido que me sucedió hace un par de semanas (no existía ni mi blog). Iba en el metro (Madrid), línea 1 (la azul claro), trayecto Iglesia-Gran Vía, cuando pasamos por la estación de Bilbao. Miro a la pared del andén, y me encuentro que el letrero dice "Bilbado". Tuve que volver a mirar para darme cuenta de que el rótulo había sido manipulado, añadiendo un palo a la "o" final de Bilbao y una nueva "o" a continuación, tan perfecta como la original. La imagen me hizo sonreír. Incluso pensé que de alguna forma mágica yo había sido el público destinatario de esa travesura. No vi que nadie en mi vagón se percatara del rótulo, y en cuanto a la gente del andén, no puedo asegurarlo, pero no parecía que a nadie le hubiera llamado la atención. Entre los túneles subterráneos tan dados al ajetreo y a la prisa, y tan poco propicios para pararse a mirar y sonreír, de pronto uno encuentra un regalo como éste. Sólo una palabra, que ni siquiera se repite en el resto de los rótulos del andén. Una sola imagen y sólo una oportunidad para descubrirla.
Uno piensa en que detrás de esa humorada ha estado el ingenio y la idea de alguien, la determinación y la osadía de llevarla a cabo, y, sobre todo, el esmero en realizarla. No hubiera sido lo mismo añadirlo chapuceramente con un rotulador: la gracia está en la perfecta imitación que, por un momento, te hace creer que el rótulo ha sido así impreso. A ojos de los guardias de seguridad y demás gente de orden, el hecho no cabría más que en el inmenso cajón del vandalismo, junto al graffiti de vagones, el "Paco quiere a Luisa" o la quema de papeleras. Como si fuera todo lo mismo. De momento, habría que hacer una cierta gradación: travesura, gamberrada y vandalismo, en función de la intención que los anima y del daño que se produce. En este caso, sin duda, ninguno. El añadido se veía tratado y pegado con mimo, de modo que pudiera despegarse sin mayor problema. Travesura, entonces, como mucho. Juego de niños. El vandalismo se define como "espíritu de destrucción" y el que tuvo "Bilbado" (y quizá sigue teniendo, si continúa ahí, desafiando la mirada que no ve de tanta gente) fue más bien de construcción, de creación o, si lo prefieren los posmodernos, de "deconstrucción" (deconstruir Bilbao para hacer Bilbado). En todo caso, si se quiere considerar vadalismo cualquier manipulación de la propiedad pública, entonces sí, Bilbado fue vandalismo. Pero un un vandalismo incruento, un vandalismo lúdico, sonriente y amable, y, sobre todo, un vandalismo mejor trabajado que muchas ingenierías (se me ocurre, por ejemplo, la del metro del Carmel, en Barcelona). Yo lo llamaría, ya lo he dicho en el título, vandalismo zen.
Gracias, artista.
Por cierto, hablando de chistes visuales (en este caso también poemas), recomiendo la exposición de fotografía de Chema Madoz en la Fundación Telefónica, en Gran Vía ( no sé el número).
8 comentarios:
Sí que es cierto que hay gamberradas que, quieras o no, nos hacen sonreír.
Yo también he visto, además también en el metro, cosas así. Aunque ahora (Frustrantemente) no puedo recordar ninguna en concreto. Pero sí he visto bromas que dejan muy atrás al típico chaval con complejo de caries, un rotulador y mucho tiempo libre. Hay "gamberradas" que, de puro ocurrentes, deberían ser perdonadas. "Anda, pues tiene gracia. ¡Puedes irte!"
:-D
Lo que no tiene gracias ha sido recordar lo que se le hacía en mi familia al que se lo ocurriera colar una "d" intervocálica en palabras que no lo precisasen. Era... ¡Oh, Dios mido!
Además, te digo una cosa. Este finde haré mi primer viaje a "Bilbao" llevaré algo de pintura blanca y quizá yo mismo lo convierta en Bilbado en algún que otro lugar. Muahahahahahaaaa!!
Creo que lo tienes difícil, Dani. Te encontrarás más "Bilbo" que "Bilbao". En todo caso, y siendo tú quien eres, te sugiero que le añadas un "Bolsón" al nombre euskera de la capital. Buen viaje.
¡OSTRÁS!!
Ya mismo estoy comprando la pintura!!
:-D
Pues yo soy de Bilbao y allí no nos andamos con chiquitas. Yo no jugaría con fuego, muchachos.
En mi familia ante ese error gramatical se respondía con algo así como "ja, ja, como el bacalado de bilbado" Humor vasco.
Yo me opongo al vandalismo, zen o no. Primero, porque hay muchos más sitios donde escribir lo que se te ocurra (como aquí) y segundo, porque, si se ha de escribir, que se lo encarguen a profesionales. Podemos tener a Gala o a Pérez-Reverte escribiendo en las paredes de la mezquita de Córdoba, por ejemplo. Quedaría para la posteridad.
Un blog muy bueno. Enhorabuena.
Gracias por entrar y por la felicitación, Enrique. La verdad es que, por la impresión que me dio, la "acción Bilbado" se podía deshacer fácilmente, o sea que no es estrictamente igual que una pintada. Por cierto, de joven fui un gran admirador de Enrique Jardiel Poncela, y me ha impresionado ver su nombre y apellido en otra persona. ¿Me conoces y te has puesto ese nombre como pseudónimo o es una mágica casualidad? Un saludo.
Para mí que lo de "Bilbado" es una venganza porque en la ETB vasca a Madrid siempre le dicen Madril (acabado el ele)
Yo también soy gran admirador de Jardiel Poncela!
Por otra parte, también soy fan de las gamberradas inteligentes. También de algunas pintadas que me han parecido memorables en muchas ocasiones, más allá de las típicas "fascistaS" o "gora tal" que por poco originales, merecerían doble castigo.
Pero vaya, que es que yo siempre he sido muy fan de Cyrano de Bergerac y su gran "gamberrada" en el teatro (en la que le decían que que insensato y respondía que - sí, pero qué gesto!).
Por otra parte, ver cosas de Perez-Reverte en la Mezquita de Córdoba, más que una gamberrada, me parece un crimen.
Y muchas veces, verlas escritas en papel también!
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