viernes, junio 13, 2008

ADIÓS, AMIGO

Se fue el otro día, después de una larga espera, y sin embargo fue todo tan rápido que por un momento sentí que no me había dado tiempo a despedirme. En algún momento, no sé si por frivolidad o, al contrario, por un exceso de sensibilidad mal entendida, llegué a pensar en hacer un reportaje fotográfico, pero ni siquiera pude echarle una última mirada o tocarle por última vez. Sí, lo pensé muchas veces, e incluso intenté llevarle a otro sitio, pero o por ellos o por mí, nunca pudo ser. Hasta que al final, no tuve más remedio que admitir que era lo mejor para todos. No seré yo quien diga que en esas condiciones ya sólo era un estorbo, pero lo cierto es que no me podía ocupar de él, y, mal que me pese el decirlo, lo dejé literalmente en la calle. Abandonado a su suerte. Sí, iba a verlo de semana en semana, e incluso me daba una vuelta con él, pero ¿qué más podía hacer? Diréis: ¿y la experiencia, la madurez, los años... eso no significa nada para ti? Para mí, por supuesto, pero esos valores no cuentan ya en la calle. Y yo no lo podía tener así, de esa manera, no podía. Así que el miércoles le acompañé a dar el último paseo. Yo mismo lo subí en el coche. Le saqué los pocos efectos personales que llevaba consigo, y, por supuesto, la cadena por la que sentía tanto aprecio. El conductor, impaciente porque estaba mal aparcado, y estaba a punto de ponerse a llover, me dio unos papeles, que firmé sin leer. Ya todo estaba hecho. Fue entonces cuando, por primera vez, sentí un pequeño arrebato de congoja, un apego inusual en mí y totalmente fuera de lugar. Sentía que perdía a un ser querido, que nunca lo volvería a ver, y, al tiempo, me asaltó un atisbo de culpabilidad. ¿Seguro que había explorado a fondo todas las posibilidades? Tardé toda la tarde en sacudirme esos pensamientos y llegué a la conclusión de que no vale de nada volverse loco, también hay que saber desprenderse de los más allegados. Pero no sufráis: le he hecho donante, él estaba de acuerdo. Su maquinaria podrá hacer revivir a otro viejo.






6 comentarios:

Daniel S dijo...

Mi primer coche era un Ford Fiesta de cuata mano. Tenia un techo solar mal puesto que hacía que si conducía mientras llovia me caia un chorro de agua de forma casi ininterrumpida sobre la coronilla. Si llovia y yo no estaba conduciendo sabia que la próxima vez que cogiera el coche el asiento estaría empapado. Tenia buena aceleración pero si hacía frío no arrancaba y los cambios de marcha le costaban tanto que en los últimos meses de vida me dejó dos veces tirado en plena rotonda, de un modo bastante peligroso. Con todo y con eso yo le llamaba el
Sith Infiltrator, en honor de la nave de Darth Maul el malo de la por entonces aún no estrenada "Amenaza Fantasma" y recuerdo con emoción que cuando lo llevaba al concesionario para dejarlo allí -a cambio de un descuento en mi flamante y nuevo Peugeot 206- le iba hablando con cariño, recordándole otros momentos más afortunados que habiamos compartido a lo largo de los años que pasamos juntos.

Y es que se les coge cariño a los malditos!!

Aun conservo, eso sí, la vieja chapa de Ford. Como recuerdo de su paso por mi vida.

Álvaro dijo...

Sí, Dani. Yo me he quedado con la cadena, el chaleco, los triángulos, y el llavero... que no es del coche. Es de Volvo, de otro coche que tuve, que tampoco era un volvo, pero que me lo vendió un tío que trabajaba en un concesionario de esa marca, que el coche no era suyo, sino de unos clientes que, éstos sí, se compraban un volvo y querían sacarle más dinero al coche de la mujer de lo que le ofrecía el concesionario por dejárselo. Un Honda Civic. Cochazo. Pero este es el post del R-5, no hablemos de otros coches.

Y sobre todo, ¡no nos pongamos moñas, que sólo es un coche!

Anónimo dijo...

Yo llegué a pensar que nunca tendría coche ni me sacaría el carnet, y los coches no me interesaban en lo más mínimo, pero cuando me destinaron a la Mancha se me hizo muy necesario y tuve que aprender a conducir y comprarme uno, y fue una sorpresa descubrir que los primeros meses estaba como "enamorado" de mi cochecito. Luego se me fue pasando, pero sí es cierto que se le coge cariño al cabrito...

Álvaro dijo...

Oye, Carlos, qué buena tu foto-dibujo. ¿Cómo la has hecho?

lover dijo...

Y pensar que yo he estado al volante de ese coche... y eso que no tengo carnet de conducir!!!

Cuantos recuerdos... bueno, no, uno sólo, el de ese día. O no, calla, que recuerdo también cuando Alvarito bajaba a los guionistas de Noche Hache a Madrid, e intentaban subir la ventanilla en invierno para que no entrara el frío, acción inútil pues la ventanilla no subía... Esos guionistas junior, ateridos, y sin embargo agradecidos de que nuestro amigo bloguero les dejara a buen recaudo en el centro de Madrid..

Álvaro dijo...

Y sin cinturones de seguridad atrás ni reposacabezas en ningún asiento... ¡pa habernos matao!

Pero siempre con armonía y buena voluntad, que es lo importante.