viernes, octubre 27, 2006

¿QUÉ SE CREEN QUE SOMOS?

Desde hace algún tiempo, en los andenes de las estaciones de metro de Madrid hay pantallas de televisión. Sería más apropiado decir de vídeo, ya que imagino que no son receptores de emisiones sino reproductores de piezas grabadas. Eso es lo de menos. Lo que me ha dado por pensar es ¿por qué?

Metro de Madrid ("Vuela", decía una publicidad) se enorgullecía de dar un servicio rápido y eficaz, y en la medida en que yo lo uso, creo que lo dan. Los trenes vienen , según la franja horaria, más o menos distanciados, pero en general con bastante frecuencia, a excepción del final del día, en que sólo pasan cada cuarto de hora o así (en todo caso, mucho mejor que el autobús en cualquier momento del día). A veces llegan cada dos o tres minutos; otras cada cinco, cada siete, cada diez... Pongamos que la espera media sea de siete minutos. Bien. ¿No somos capaces los ciudadanos de estar en silencio siete minutos, simplemente esperando que llegue el tren? ¿Tienen que entretenernos en cualquier situación de pausa por la que pasemos? ¿Se creen nuestros gobernantes en la obligación de mantenernos siempre distraídos?

Si nos paramos a pensar es hasta ofensivo. Como unos padres modernos sin tiempo para sus hijos, cambian su mala conciencia por tecnología y nos despachan con un vídeo, como si fuéramos niños a los que mantener calladitos un par de horas con una película de Disney, aunque la hayan visto cien veces (como los reportajes del metro, por cierto). ¿Quiénes se creen que son? ¿Qué creen que somos nosotros? Lo peor es que igual nos hemos hecho a la idea y nos hemos vuelto tan infantiles como piensan. El día menos pensado, a alguno de nosotros no nos gusta el vídeo que echan, y nos ponemos a berrear, a patalear y nos tiramos al suelo.
A ver quién viene a recogernos y qué piruleta nos da para que nos callemos.

4 comentarios:

El Autor dijo...

A mi lo de las pantallas en el metro me parece una buena idea. Lo que me revienta es que cada vez hay más pantallas con sonido. Y creo que es ahí cuando empieza a resultar invasivo y molesto.

Porque a algunos aún nos gusta leer en el metro, y si bien puedo dejar de mirar la pantalla para mirar al libro... no puedo cerrar las orejas.

Claro, que el metro es un sito en el que, al menos yo, tengo que entrar relajado y hacer mi pequeña sesión de autocontrol. Porque si pienso en las puertas automáticas que se cierran cuando pasas, en la gente que va con bebés pidiendo en los vagones, en aquellos que escupen en el suelo tras un gargajo de impresión, en las haras punta en las que no se puede ni respirar, en aquellos que se ponen delante de la puerta impidiendo que salgan los que tienen que salir, y en los que invaden con tranquilidad la parte izquierda de la escalera mecánica para que nadie pueda subir andando... Me parece que lo de las pantallas es una bendición.

Y lo dice alguien que coge el metro toooodos los días.

:-P
K horror.

Anónimo dijo...

Yo cojo el tren. es mucho mejor. Cuando cojo el metro me deprimo, la única justificación que encuentro es que es rápido y fácil.
Pero, creo que no lo has entendido, daniel. Lo que le molesta a alvaro no son las pantallas en sí, sino su intención de idiotizar; o mejor dicho, la forma de pensar que dice: "Que bueno, vamos a ponerles unas pantallas a los cretinos que van en metro para que se entretengan. Les daremos calidad de vida!" Como los capullos de la URSS que ponían lamparas de araña en el metro, mientras la gente se moría de hambre en Ucrania.
Sin embargo... lo mejor de todo es que no lo hacen para que estes calladito o tenerte contento. Si no porque es una buena forma de poner publicidad y cobrar por ella. Eureka! Se encontraron! (a sí mismos).

Pero que le vamos a hacer... es la posmodernidad megaconectada hipermultimedia. Imágenes a tutiplen y mucho ruido.
Disfruta del trepidante flujo de impresiones de tu tiempo!!

Javi.

Álvaro dijo...

Efectivamente, Javi, es eso. Molestar en sí no es que molesten; un día quieres escuchar a un músico que está tocando en un pasillo algo que te gusta, y de pronto el sonido de la tele no te deja oír; otro día, de pronto, ves una noticia que interesa y dices qué bien. Pero todo eso es lo de menos. LO importante es que en un transporte público, una parte del dinero que pagamos se destina a un servicio claramente prescindible no solicitado, y uno se pregunta ¿por qué? Pues eso, para que no tengamos ni un segundo de pausa y, de paso, poner publicidad. Las pantallas serán lo que quieras, Dani, pero no una bendición.

Anónimo dijo...

La televisión, el cine, la publicidad, las pantallas del metro, como la publicidad del metro, no buscan idiotizar sino vender.
Otra cosa es que eso, igual que la religión católica acaban desculturizando a la gente. Por eso al final se parecen Tarancón y Toronto. Porque todos queremos parecernos a lo que vemos.

Lo malo creo que no es eso, sino la vida que nos toca. Entre dormir, currar y transporte (sobre todo en Madrid) poco tiempo nos queda para llegar a tener un atisbo del "sabor" de la vida real. Y en medio de ese agotamiento, esas cositas que se mueven en una pantalla, como el holograma de R2D2, nos fascinan. Aparecen islas desiertas, cuerpos fantásticos, famosos, allí mismo.

¿Son mejores los grabados de Goya en la parada del mismo nombre? Sin títulos (los de un lado tienen, los del otro no) y sin más pistas, se convierten en decoración. No hay tiempo para pararse y averiguar algo más. Estarás allí 3 minutos. ¿Vas a llegar a casa y buscar más sobre Goya?...

Es esta sensación de irnos convirtiendo en refugiados, escapando de las catástrofes del precio de los pisos, del miedo a perder el trabajo, del miedo que nos reparten por tantas cosas, lo que agota.
No nos idiotizan. Nos machacan. AlQaeda no está de acuerdo con la política de Bush y no mata a Bush, o Rumsfeld o Cheney... mata a gente trabajando... Las guerras que EEUU va haciendo por doquier las hace contando con los americanos pobres que no tienen muchas más opciones. Para lanzarlos contra los iraquies pobres, contra los afganos pobres,...

El miedo es una poderosa arma. Es dentro de ese agotamiento, de ese miedo, que cualquier cosa que nos dé algo de oxígeno, nos atrae. Sea la tele, sea internet, sea el futbol, sea la politica carroñera...

En medio de eso ayuda pensar que detrás de eso vuelven a estar los mismos que nos usan como carne de cañon para comprar, para vender, para protestar o para adorarles.

Es válido el sistema de siempre para encontrar al culpable: "¿Quien se beneficia de ese miedo?".

Sorry por el ladrillo