jueves, septiembre 14, 2006

FELICIDAD Y ESTADÍSTICA

9.999 veces de 10.000 uno sale de casa con la cartera y vuelve con ella. Podría decirse incluso que 99.999 de 100.000, pero siempre hay uno que la pierde dos veces al año y jode la media. La única vez de las diez mil en que uno la pierde, se siente el hombre con más mala suerte del mundo. Sin embargo, nadie da gracias por las nueve mil novecientas noventa y nueve veces en que fue afortunado porque no la perdió. Pongamos que tres o cuatro de esas veces, uno estuvo atento, y le corresponde el mérito de haberla custodiado, pero las otras nueve mil novecientas noventa y cinco la ha conservado por mera suerte, sólo porque no se le ha caído ni se la han quitado.

El lunes fui al cine a la Plaza de España. Al salir, fui andando por la Gran Vía y en Callao me di cuenta de que no llevaba la cartera encima. Fácil que se me hubiera caído sola de un bolsillo lateral del pantalón, o al sacar el móvil, sin darme cuenta, o incluso que me la hubiera quitado un artesano carterista. Di el dinero por perdido, e hice un somero inventario de tarjetas y carnés que habría que anular y volver a tramitar, y entretanto corrí todo lo que pude para llegar antes del siguiente pase de la película. No tenía mayor confianza en encontrarla, pero ir mirando el suelo de la acera por si se me hubiera caído y siguiera allí sí que me pareció un trabajo duro, ingenuo y seguro que infructuoso. Llegamos (hice correr también a mi amigo Dani), y, sí, ahí había estado, la habían encontrado, la habían entregado en taquilla y, por fin, me la devolvieron.

Cuando llegué a casa, me di cuenta de que había salido con la cartera y había vuelto con ella, y me sentí un hombre afortunado, a pesar de haber estado viendo Alatriste.

Fue una fortuna también que me acompañara Dani y no una modelo del club Fuera de Cibeles. Si en Callao me doy cuenta de que no llevo la cartera, ¿cómo pedirle que se ponga a correr a mi lado con los tacones? O sigo con ella sin saber qué habrá sido de mis carnés, y pidiéndole que me invite a todo, o la despacho a su casa, mientras yo me entretengo en estas minucias prosaicas. Nunca hubiera acertado.

Y a quien piense que le debo una carrera a mi amigo (que por cierto no llevaba cartera, porque se la había dejado en casa) le diré que se equivoca, él después se dejó un libro, y le tuve que acompañar yo. Entre los dos hemos roto la estadística en un solo día.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues eso, que sólo quería decirte que he parado por aquí. Un abrazo y feliz cumple

Álvaro dijo...

Bienvenido siempre que quieras, Jacobo. Y gracias por la felicitación.

El Autor dijo...

La verdad es que sí pero... ¿Crees que mi olvido del libro fue casual? Jajaja Dije, "A este se la tengo que devolver" y de ahí tener que volver a pegar carrerón después.

:-P

La verdad es que correr por Madrid, aunque fuera en chanclas, fue más divertido que Alatriste.

Por cierto:

1)LAETITIA ya tiene dos hijos y sigue siendo la más hermosa de las docellas, aunque sólo sea porque lo más seductor de ella es su sonrisa y esa, al menos cuando uno es rico, no se pierde con la maternidad.

2) Sobre lo de que Alatriste es comparable con Las Dos Torres...

...

¿Qué decir? Nada, imposible.

Anónimo dijo...

La verdad es que viendo Aatriste a uno de le cae la cartera, las palomitas... menos mal que infunde un poco de honradez y apareció la cartera.

Anónimo dijo...

Muy bueno lo de "a pesar de haber estado viendo Alatriste". Jajajajaja

Cuadritos de colores dijo...

Hola, es la primera vez que entro en tu blog y lo he hecho a través del de mi hermano, tu compañero corredor.
Solo voy a decir dos cosas...a mi hermano que es un desastre y a ti...dime con quien andas y te diré quien eres!! Je, je, con cariño, eh!
Cris