jueves, septiembre 07, 2006

ENVIDIO MI CASA

Se dice que los franceses son chovinistas, y les gusta más lo suyo que cualquier otra cosa, y los españoles somos envidiosos, y nos gusta lo de los demás más que lo nuestro (excepción hecha de las opiniones y prejuicios: nuestras ideas son siempre insuperables, faltaría más). Para uno, ser español no es más que un cúmulo de circunstancias y condicionantes a menudo favorables, pero a veces no tanto, y se mueve, por tanto, entre el tópico nacional y el individualismo rebelde. Traducido: que, a veces, lo propio me parece mejor que lo ajeno, mientras que, por temporadas, me da por encontrar siempre en los demás elecciones más acertadas. Por ejemplo, la vivienda: el tipo de casa, su situación, su decoración, el estilo de vida... Se trata de una envidia de escaso alcance, que se agota en sí misma, pero me sorprende por su comportamiento compulsivo y desordenado. Así, puedo un día envidiar el estilo recogido y hogareño de la casa de unos amigos, para el día siguiente soñar con el elegante piso de techos altos que he visto en una película francesa; un día admiro el minimalismo de un pequeño estudio que te muestra una revista, otro deseo el ático con terraza del prójimo, en el mismísimo centro, y más tarde me da por pensar que el que sí que se lo sabe montar es el que se ha ido a vivir al campo, alejado del mundanal ruido, en una casa grande, con terreno y huerto. Vamos, que me das el catálogo de ikea y me vuelves loco. Y luego mira uno su casa, y le parece que está bien, que tiene su gracia, pero no tiene un estilo muy definido, que está un poco desordenada, algo sucia, y que si tuviera que decorarla ahora, no metería tantos colores, pondría menos muebles... o igual se iría a vivir a otro sitio, de otra manera... Y en este punto es donde sucede lo asombroso. De pronto, veo el reflejo de algún espacio de mi casa en un espejo, y me impresiona. Pero no al reconocerlo como de mi casa, sino, al contrario, como si fuera un rincón entrevisto en cualquier otro sitio. Como si acabara de ver la foto en una revista y pensara: qué buena idea, me encantaría tener un escritorio así. Al fin y al cabo, como ya nos anticipaba la Alicia de Lewis Carrol, al otro lado del espejo, está el País de las Maravillas. En este caso, mi casa simétrica. Qué locura.

Me gustaría tener mi casa. Me gustaría ser yo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, muy bueno.

Harry Reddish dijo...

coincido con ottinger, muy bueno, felicidades!!!

Salud

El Autor dijo...

A mi también me gusta tu casa, pero me gusta la mia mucho más. ¡Dónde va a parar!!

...

..

¡¿¿La cambiamos??!!

:-P