viernes, junio 21, 2013

LA VIDA ES COMO UNA CAJA DE BOMBONAS

Soy fan del butano. Del gas, no del color. Del color también, siempre que lo llamemos naranja y se componga de más amarillo y más luz que ese oscuro tono de las bombonas. En comparación con los otros consumos domésticos que tengo o podría tener es sin lugar a dudas el más barato, y ya saben que por ese lado a mí me ganan. Soy un hombre extraño. A mí no se me conquista tanto por el estómago como por la economía. En serio, hace poco en una revista (gratuita) de la OCU salió un reportaje comparativo entre las maneras de vivir de una joven pija y una funcionaria de mediana edad. La primera, acostumbrada a marcas "premium" y caprichos; la segunda, austera hasta la médula, concienciada con el medio ambiente, y esforzada por salvar algo para oenegés (OONNGG, para los puristas de las siglas). Por un par de semanas estuve enamorado. Luego vi a la cajera del Eroski y dudé de mis sentimientos.
 
El caso es que la instalación del butano requiere cierto mantenimiento, una revisión oficial cada cinco años. Me tocaba ya (y no en diciembre pasado, como querían hacerme creer para cobrarme antes de tiempo), y llamé para reclamarla. No estaba quien llevaba el tema, así que tomaron nota de mi teléfono para llamarme, y cuando me llamaron lo hicieron como si hubiera partido de ellos la idea: "Oiga, que le toca hacer la revisión". "Ya lo sé, he llamado yo, y la voy a hacer porque quiero, no porque me lo diga usted".
 
Me sorprende la ausencia de lógica en algunas conversaciones. Me dicen que vendrán de 9 a 10. Como no quiero que me encuentren en calzoncillos y con las legañas, tendría que levantarme como a las ocho, así que pregunto "¿No puede ser más tarde?". Y me dicen: "Si quiere, se lo pongo de 9 a 11". ¿Y qué gano yo con eso? Me tengo que levantar igualmente a las ocho por si vienen a las nueve, y encima aumentan su margen de llegada con lo que en lugar de tenerme pendiente una hora me tienen dos. Supongo que si le hubiera pedido que viniera por la tarde, me habría dicho que vale, que entre las nueve y las cinco.
 
Finalmente, vino el técnico a las nueve y media y fue rápido: todo estaba bien. La revisión era tanta pasta que las vueltas parecían ridículas, pero ¿qué sentido tiene dejárselas de propina? A lo mejor lo esperaba y le parecí un tacaño. Puedo vivir con ello. Hasta dentro de cinco años no volveré a verle, si es estoy aquí y si es que viene el mismo. Por otro lado, él está trabajando y yo en paro. ¿Qué es eso de ir de señorito? Podrían perfectamente venir a regañarme los señores del INEM (que ahora se llama SEPE, como míster Proper se llama Don Limpio). "No le damos a usted 400 euros para que los vaya tirando en propinas; si le sobra el dinero, no le damos nada". Se lo tenía que haber dicho al técnico para que no me odiara. "Pensaba darle propina, pero estoy en paro". Y a lo mejor me hacía descuento. Se me ocurre que dentro de poco en el Servicio de Empleo a los perceptores de prestación o subsidio nos obligarán no sólo a buscar trabajo activamente, sino también a reclamar descuentos, como hacía mi madre cuando éramos pequeños en cualquier tienda en la que entrábamos. "El no ya lo tienes".
 
Me enrollo por nada, sólo quería hablar de la conversación de besugos: ¿De nueve a diez, no puede ser más tarde? De nueve a once, si quiere. En momentos así uno quisiera ser un profesor delante de un alumno y explicarle el error, ponerle un negativo y suspenderle la evaluación para que aprenda a pensar. Pero no quise encenderme mucho hasta pasar la revisión del butano, no fuera a soltar una chispa y a saltar por los aires.
 
Una línea más tachada en mi lista de tareas. Qué poco épico suena eso al lado de las muescas de los revólveres. Qué distinta es la vida del amo de casa de la del pistolero.

2 comentarios:

Guillermo Gautier Casaseca dijo...

No he venido nunca por aquí, es la primera vez, pero creo que tú eres como el pesado ése que se encuentra uno alguna vez en los bares. ¡Vaya coñazo que has dao con el puto butano...! No volveré por aquí.

Julián dijo...

pues a mí me mola mazo