jueves, junio 22, 2006

¿TE MOLESTA QUE FUME? PUES MIRA, SÍ.

Transcurridos unos meses desde la ley de protección al no fumador, quisiera hacer unas reflexiones. En el día a día, no he encontrado grandes cambios. Ahora trabajo en casa, quizás en las oficinas sí se note. Conste que soy partidario de que hubiera la posibilidad de habilitar salas (smoking rooms) para los fumadores a los que costara dejar su hábito. Pero en todo caso, creo que es un hábito personal y perjudicial no sólo para ellos (allá cada uno), sino para todos los que están a su alrededor. Y a esos hay que protegerlos.
Sin embargo, tanta amenaza de persecución y en el 95% de los bares lo son de fumadores. Lo entiendo, es su negocio, y muchos no-fumadores ya están acostumbrados a convivir y tolerar el humo.
Por cierto, hay una organización llamada "Fumadores por la tolerancia", en cuya página web he intentado entrar repetidas veces sin conseguirlo. Siempre me he preguntado a qué tolerancia se refieren, porque es evidente que una persona que fuma en un lugar público está obligando a todos los demás a que toleren su hábito... pero ¿qué tolerancia ofrecen ellos a cambio? ¿A qué tolerancia obliga un no-fumador?
¿Y eso del "derecho personal de cada uno"? Claro, el fumador tiene derecho a ahumarte cuando y donde quiera... ¿y el derecho de uno a que no le ahúmen?
Todo sería más fácil con educación y civismo entre todos, desde luego. A mí me da un poco de vergüenza que tenga que ser una ley la que ordene esta convivencia, pero así es. Lo más cercano a la educación que podemos ver en los fumadores es esa pregunta, que en el fondo es retórica (o si no, ¿por qué siempre se hace con el cigarrillo en una mano y el mechero en la otra?): ¿Te molesta que fume? Con eso creen que quedan como señores caballeros educadísimos, y claro, si a uno le molesta, tiene que contestar "Sí", y chafare al amigo, causarle estupor, frustración y un enojo mal disimulado. Sí, evidentemente uno queda mal si contesta que sí a la pregunta "¿te molesta que fume?". En mi opinión, lo más educado es no fumar delante de conocidos no fumadores o desconocidos de hábitos también desconocidos.
Y en cuanto a la ley, si bien creo que se han pasado en el ámbito del trabajo, al no permitir las salas de fumadores, se han quedado cortos en otras cuestiones. Fumar al aire libre no es legislable y uno siempre puede evitar ponerse al lado del que fuma, pero ¿y en los puntos de encuentro o lugares de espera donde uno debe permanecer? Hablo de las colas. La cola del autobús, la cola del cine... ¿Tiene uno que aguantar el humo del que va detrás de él? Claro, uno podría moverse... y perder el turno.
Los fumadores sienten ahora que se les acosa, pero no se dan cuenta de que hasta ahora (y siguen un poco) han sido ellos quienes han acorralado a los no fumadores con sus cigarros.
Sí, todo esto es un problema, pero lo es de los fumadores. Toda ayuda que se pueda aportar, será bienvenida, pero la solución no es aguantar los humos.
Os dejo con un poemilla que escribí al respecto en mi casa para mis amigos tabaquistas que, cómo no, les hizo mucha gracia y que, cómo sí, no les quitó la intención de fumar.

MI ÚNICO RUEGO.

Amigos que venís, y encantado os recibo,
recordad que es aquí la casa donde vivo.
Así que si fumáis, habéis de saber, pues,
que, sin querer fumar, fumaré ahora y después.

Os quiero como sois y no os quiero cambiar,
y si fumáis, fumad, no dejéis de fumar.
Ni opino sobre ello ni tampoco os ataco.
(Sólo debo decir que odio el tabaco).

Pero odio el tabaco como se odia el delito,
y al igual que al ladrón la ley le compadece,
para mí un fumador en nada desmerece.
Lo que fume, pa’ él; a mí me importa un pito.

Un amigo es amigo aun siendo fumador,
y por toser un poco no creo que me muera,
pero dejad que sueñe en un mundo mejor:
el que quiere fumar fuma muy poco, y fuera.

Deciros esto aquí resulta doloroso,
pero es que, si fumáis, yo luego después toso.
No lo pido por mí, que si quiero me aguanto,
pero otras razones a mi razón se suman,
y es que tengo también amigos que no fuman
y no quiero, si vienen, el causarles quebranto.

¿Os suena estricto?
Obrad como queráis,
que si me preguntáis
negaré haberlo escricto.

En fin, nada prohibo;
si os empeñáis me haréis un fumador pasivo
del tabaco cautivo
aun en mi propia casa.
Pero esto es lo que pasa:
que estáis en vuestra casa,
al fin, en todo caso;
y haré la vista gorda, haré como que paso.
Enfadarme por eso no sería de recibo.

Esto, pues, es lo más que puedo hilar de fino:
y creo que el respeto, al menos, compagino
con mi aversión al humo en grado sumo,
y como veis abajo muy breve lo resumo:

Si podéis no fumar,
yo lo prefiero.
Si me queréis matar,
tomad el cenicero.

Si decidís fumar a mi costa y pesar,
el caso el rizo riza,
si también además
me ensuciáis todo el suelo con la propia ceniza.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí, eso de la "tolerancia" a mí me repatea un montón. Pero si son ellos los que deberían tener tolerancia o al menos respeto a los demás, los que nos deberían dejar respirar el aire. Es tremendo y, como dices, la ley no ha cambiado nada. En lugares de trabajo, aunque esté prohibido, la gente se lo salta y se pone a fumar. El resultado es aún peor porque cierran la puerta para que no les pillen y ya el tufo que te queda a ti es tremendo.

Vicisitud y Sordidez dijo...

Un bar "fashion" ponía un letrero de "Espacio por la tolerancia: aquí se permite fumar". Escupí ante su puerta y me juré no entrar jamás en un antro de imbéciles. Esa es la palabra. Bueno, "gilipollas" no está mal tampoco.

¡Tienes mi apoyo, Battiato! ¡Y más si expones tus irrebatibles puntos de vista en verso!

El Autor dijo...

Totalmente de acuerdo con lo que expresa y manifiesta, Don Álvaro.

Los fumadores no son, o no quieren ser, conscientes de lo mal que lo pasamos los que no fumamos. La verdad es que una de las pocas cosas que no me gustan de mi nuevo curro en que, a diferencia de cuando se trabaja sólo con guionistas, mis nuevos compañeros (redactores en su mayoría) sí fuman.

Y es que el no fumar es, junto con el tener gafas, signo de que se es un verdadero buen guionista. Me congratulo con usted, Sr. Lopez.

Pues eso.
Un abrazo, te debo una llamada.