jueves, junio 01, 2006

COMO UNA PRESENTACIÓN DE POWER POINT

Podría cagarme en todo, como hacen las palomas en mi coche. Sí, podría, pero no lo hago. Al contrario, me siento extrañamente feliz y aliviado, como si hubiera sido bendecido con un chorro de buena suerte. ¿Quizás me he convertido, sin darme cuenta en un personaje de presentación de power point? Qué horror. A partir de ahora puedo ir de una dirección de correo a otra, repartiendo bendiciones y maldiciones a quienes continúen o interrumpan la cadena. No, decididamente no autorizo a comerciar así con mi historia. Os la cuento, no obstante.

Quienes me conocen, saben que una de mis pertenencias más queridas es un renault cinco (por el culo te la hinco) del año 1985 (por el culo te la hinco otra vez). Sí, tengo un blog y simultáneamente un coche de más de veinte años. Son las paradojas del ser humano. Para lo que lo uso no me compensa cambiarlo.

Para mañana tenía programado un ¿viaje? a Alcobendas, y se me ha ocurrido mirar qué tal seguía aparcado el coche. Hay que hacerlo de vez en cuando, por si de pronto te colocan un aviso de mudanza y, sin que te des cuenta, estás en plaza prohibida. Aparte de encontrarlo guarro como él sólo, me ha parecido ver una grieta en el parabrisas. Efectivamente, siguiendo el rastro de la raja, he llegado al centro de un impacto con su "tela de araña" alrededor y rayas en todas direcciones. Mi primer impulso ha sido no hacer nada y posponerlo todo, pretendiendo - como Dani siempre recuerda que hace Homer Simpson - que todo se resuelva por sí mismo. Pero, ¿no sería peligroso llevar así el cristal? ¿Y si se termina de romper por el camino? Había pensado incluso en pasar por un lavado automático, pero en estas condiciones me parecía temerario exponer el cristal a ningún tipo de presión. He subido a casa, he cogido la llave, he sacado el limpiacristales que llevo en el maletero y he limpiado todas las ventanas con cuidado. Después, he cogido la carpeta del seguro para ver si me cubría la luna, esperando que sí.

Pues no. Tengo lo menos que se despacha en seguros. No sólo es a terceros y nada más, sino que abajo del todo, como recochineo, te lo pone expresamente: no ha contratado incendios, robos ni lunas (así dicho, parece lógico: ¿quién iba a contratar un incendio?). En todo caso, he llamado haciéndome el tonto, por si las moscas. Lo mismo en los años que llevo con el seguro las cláusulas han cambiado a favor del cliente o qué se yo. Pues tampoco. Me han ofrecido los nombres de algunos talleres, pero yo, estando a 20 metros de un Arevalillo, y puestos a tener que pagar, he preferido no desplazarme demasiado. Hasta aquí hemos llegado al límite de mi desgracia: cristal roto, seguro que no paga y explicación de que, en las condiciones que describo, el parabrisas es irreparable y hay que cambiarlo.

Entro en el taller y pregunto: cuánto cuesta el cristal, cuánto tardan en hacerlo y si me lo pueden hacer mañana mismo. A todo que sí, pero me hacen la pregunta del millón: ¿es un renault cinco o un supercinco? Si el tamaño es el mismo, no entiendo la diferencia. Pues resulta que el cristal del renault cinco vale 120 euros porque va con goma y se pone en una hora, y el del supercinco son 255 (sólo 45 euros menos de lo que me costó el coche), porque va pegado y necesitan tres horas. El caso es que siempre he pensado que era un Supercinco, pero nunca lo he tenido claro. Ya estoy multiplicando (sí, más 40.000 pelas).

No obstante, vuelvo al coche, donde había dejado la carpeta del seguro, miro la ficha técnica y - aquí llega el giro de guión hacia el final feliz - no encuentro en ningún lugar el prefijo "super". Vuelvo al taller y lo confirmo: es renault cinco, y el cristal me va a salir barato.

No sé cómo se ha roto el cristal ni por qué, pero los accidentes ocurren. Puedo cabrearme pensando que tengo que gastarme 120 euros con los que no contaba o saltar de alegría porque me ahorro 135 de si el coche fuera un poco mejor. Puedo, además, dar gracias de que me venga en un momento en que no me supone un descalabro económico. E incluso, con las mismas, he medio negociado que me consigan un retrovisor de desguace a modo de favor, que me iba haciendo falta. Y a todo esto, la actividad y la eficacia desplegada me han dado de pronto una mayor seguridad en mí mismo; he podido manejar una situación sin agobiarme y prácticamente la he neutralizado (que todas las cosas sean como ésta, claro). Así son mis desgracias y mis accidentes: prudentes y de efectos discretitos. El universo confabula a mi favor incluso en estos casos.

No enviéis este post a nadie, que vengan aquí a verlo. Os deseo a todos mucha suerte, pero no os garantizo nada.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

O sea, que te rompen el cristal delantero del R5 y te ahorras 135 euros..., es una nueva forma de ahorro (a otros les da por los sellos). Yo que tú me autorrompería el cristal trasero para ahorrarme otros 135 euros. Y si haces lo mismo con los laterales, entre los cuatro sacarías por lo menos otros 200 euros más. Total 470 euros. Tú no trabajarás para el Forum.

Álvaro dijo...

Lo peor es que al final es de los que se pegan, o sea de los caros, y me he ahorrado mucho menos. Sólo un 15% de descuento que me ha ofrecido la chica del taller, sin que yo haya llegado a pedirle nada. Es lo que tiene dar pena.

Vicisitud y Sordidez dijo...

El Renault cinco es un icono trascendente de mi infancia (mi padre tuvo uno naranja y mi abuelo uno rojo) por lo cual se sitúa en un nivel superior al de, por ejemplo, un Rolls o un Mustang. Así de subjetivo es el ser humano. Enhorbuena por tu suerte y piensa que un R5 se lo merece todo.

El Autor dijo...

Yo te compro el coche por 20 euros. Realmente el coche lo abandonaría, pero la cadena y el peazo candado con el que sujetas el volante pueden venir genial para cerrar la Puerta Negra de Mordor.

Ah, y si está contento por haber superado tu trauma del cristalito... ¡CON MI CASA TE QUERÍA VER YO!!
(Aunque hoy ha dado un giro especialmente feliz, eso sí)

Un besote.

El Autor dijo...

Donde andas?