jueves, noviembre 20, 2008

CARPACCIO DE MANZANA (FUJI)

libDespués del éxito obtenido por mis entradas "Anatomía de un croissant" en julio de 2007 y "Ganas de níspero", en mayo de este año, muchos (decir muchos es como decir ninguno) han sido los lectores que me han insistido para que hable sobre el tema. ¿Cómo te comes tú las manzanas? Me preguntan unos. ¿Cuál es tu fruta favorita del invierno? Dicen otros. A los segundos les diré que no hay en las estaciones frías una fruta que goce de mi favor y preferencia como lo hacía en esa corta primavera el níspero. No obstante, mis buenas costumbres me llevan a traerme a diario en los días laborables un plátano y una manzana fuji.

De entre las manzanas, eso sí, prefiero la fuji por su sabor ligeramente ácido, no tanto como la granny smith que en su día me cautivó con su intenso color verde, y su textura dura, resistente y al mismo tiempo jugosa, tan diferente de la textura harinosa de las starking y del tacto blandurrio de las golden (parecería pedir que se llamaran hutch como la pareja televisiva) o las reinetas. Mención aparte merece la verde doncella, que comparte con las fujis las dos cualidades antes mencionadas, mejorando incluso el sabor y, sobre todo, el color. Ese verde tan blanco que parece una luz me parece uno de los colores mejor logrados en el campo de la agricultura (en el campo del campo, vamos). Se da la circunstancia, además, de que su nombre en español me las hace más simpáticas. Sólo prejuicios en torno a la diferencia de precios me llevan a ser más consumidor de fuji que de verde doncella.

Y ahora, a lo que vamos: ¿cómo me como yo las manzanas? Como podréis suponer, no lo hago como el común de los mortales, partiendo la pieza en cuatro cuartos, para luego descorazonar y pelar cada parte. Lo he hecho así durante buena parte de mi vida, no lo niego, hasta que encontré mi manera de comer manzanas. Todo hombre debe encontrar su lugar en el mundo y su forma de comer manzanas. Bien, yo ya tengo lo segundo. Mi manera de comer manzanas consta fundamentalmente de dos partes: el pelado y el cortado. Porque, por supuesto, las pelo. Pero, diréis, ¿no se supone que en la piel es donde están las vitaminas? Pues sí, se supone, pero también es la parte de la manzana que ha estado en contacto con el suelo, con las manos de todos los distribuidores y que ha sido muchas veces encerada y abrillantada con Dios sabe qué productos para parecer más atractiva a la vista. Así pues, la pelo.

¿Cómo la pelo? Trato al pelarla, como en general con cualquier fruta, especialmente la naranja cuando la comía, que me quede una única monda en espiral, detalle éste complicado, especialmente por el punto de inicio en el hundimiento alrededor del rabito. Comienzo, pues, por ahí, con mucho cuidado, metiendo la punta del cuchillo, haciendo un giro centrífugo que me lleve la continuación del corte hasta la parte alta de la manzana, en la que ya puedo manejarme con el filo del cuchillo. Mi atención, a partir de aquí, se pone en que el corte sea lo más superficial posible para aprovechar el máximo el cuerpo de la fruta, manteniendo, por supuesto, una única monda.

Pelada ya la manzana, paso al siguiente punto, el corte. Podría, claro, comérmela a mordiscos. También lo he hecho en mi vida, y sin pelar la fruta, y debo decir que, después de mi manera actual de comer manzanas, es la forma en que más podría gustarme. Pero no lo hago así. Habiéndose uno ya pringado y teniendo un cuchillo en la mano, lo apropiado es usarlo. Y he aquí mi originalidad, que hago sobre la manzana un finísimo corte para sacar una rodaja casi traslúcida a través de la cual se vislumbra el filo del cuchillo al otro lado. Y según la he cortado, me la llevo a la boca, y paso a hacer el siguiente corte. Y así sucesivamente hasta casi llegar al corazón. Le doy entonces a la manzana un giro de noventa grados, y empiezo a lonchearla desde otro sector, repitiendo así la operación hasta llegar al centro. Un nuevo giro, y más cortes milimétricos, sacando, claro está, cada vez lonchas de menor superficie, hasta cortar el último sector. Quedará ahora una especie de prisma en cuyo centro se sitúa el corazón de la manzana, pero que aún reserva algo de carne por arriba. Bien, se trata ahora de cortar con delicadeza los últimos trozos aprovechables... o comérmelo todo, como en algún caso he hecho, que hay quien me ha dicho que en las semillas es donde se encuentran los principales nutrientes de la fruta.

Y así, poco más o menos, es como me como yo una manzana.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo no soy muy "frutívora". Entre las frutas que no me gustan y las que no puedo comer al final sólo me quedan naranjas (y similares), plátanos, fresas y manzanas. Pero de entre todas las manzanas, la fuji también es mi favorita. Yo la pelo, corto la carne de las cuatro caras, me la como en seis bocados, y pa'lante.
Recuerdo cómo odiaba las golden que nos ponían de postre en el colegio. Era como comer arena blanda y dulce. ¡Qué asco!

Álvaro dijo...

Sakura, sabiendo cómo te gusta todo lo que suena a japonés, no me sorprende que tu manzana preferida sea la Fuji.

Por cierto, ¿seis bocados para cuatro cuartos...? No me salen las cuentas.

Anónimo dijo...

Los dos primeros trozos que cortas son más grandes que los dos siguientes y necesitan dos bocados. Se me olvidó puntualizar que los cortes no son realmente cuartos, porque dejo la parte del corazón fuera del corte, dejándola como un prisma rectangular.
Por eso los trozos son cada vez más pequeños. No sé si me he explicado bien.

Otra cosa. ¿Por qué Bernardo Marín?

Álvaro dijo...

Ya me extrañaba, Sakura, que te comieras una manzana como todo el mundo. Ya lo visualizo. Un poco como yo, pero sin laminarla.

Y en cuanto a tu curiosidad, te daré una pista: primer post, marzo de 2006.

Anónimo dijo...

Ahhh!

Anónimo dijo...

A mi me preocupa mucho lo de tirar la piel. Nos han traumatizado con eso de que ahí es donde se encuentran la mayor parte de las vitaminas. Pero yo también las pelo, la piel es demasiado dura para mí y se mastica mal.

El Autor dijo...

Ciertamente un hombre debe encontrar su propio modo de comer una manzana. Y yo, debo aclararlo en este punto, también he comido manzana alguna vez. Es más, me encantan las manzanas. Si es que soy un pozo de sorpresas!

Eso sí, yo ME COMO la piel. No concibo no comerla. También defiendo el corte con cuchillo por encima del mordisco ¿Cómo puede cambiar tanto el sabor? ¿Merece esa intriga un nuevo post? Pero mis trozos son mucho más gordos que los que tú haces, lo de comer la manzana traslucida no es para mi, que lo que más me gusta es sentir como se parte en la boca.

Y así es como yo como una manzana.
Te veo ahora!

Álvaro dijo...

Planseldon, yo pelo hasta las uvas, y le quito las pepitas.
Dani, eres un pozo de sorpresas, efectivamente. Lo que no entiendo es cortar una manzana con cuchillo para luego comerse la piel.

El Autor dijo...

Pues sí, la pelo y luego me como la piel. Cosa que también hago con el pollo.

Qué puedo decir, soy un hombre complicado.

:-P

Pablo Tébar dijo...

Yo también la pelo. Y luego a mordiscos. La mía es la granny, pero también me gusta una que no mencionas: la royal gala.

Álvaro dijo...

La piel del pollo es lo peor, Dani. No sé qué es lo que tiene exactamente, pero creo que es lo primero que te quitan los médicos. Doctor, estoy costipado. ¡Pues deje de fumar y de comer piel de pollo!

Pableton, me alegra tu visita. La royal Gala me suena mucho, pero no la ubico. ¿Es dura y jugosa o blanda y harinosa? Creo que es como la fuji, pero menos dura y más dulce, ¿no? No es mala elección.

Anónimo dijo...

Pues debes de tratar una barbaridad en tomarte una manzana!
Y si la cortas tan fina, ¿se sigue distinguiendo si está carnosa?
No recuerdo ahora el nombre del tipo de manzana que compro... antes si me gustaba la fuji, pero ahora me parece demasiado perfecta, como si fuera de diseño.
Recuerdo una época que comía muchas manzanas que cada día inventaba una forma nueva, intentando buscar 'mi forma de comer manzanas'.
Ahora, sí lo hago como todo el mundo, algo rápido pero con cuidado de cortarme. Quizá soy poco original, pero después de probar muchas formas, me gustó el clásico 4 trozos, 8 mordiscos.
Es que la primera vez que lo ví hacer de pequeño me impresionó mucho la sencillez de la técnica. Aunque... si te viera a tí en acción igual cambiaba de opinión!
Ah! y comprar fruta ecológica y comeros la piel a gusto!
Verdura ecológica en google

Anónimo dijo...

En cuanto a alimentos ecológicos en Madrid, los de Ecosecha (info@ecosecha.es)tienen muchos puntos de distribución de verduras y frutas:
Martes en:
Chueca (C/ Pelayo);
La Latina (C/ Ruda);
Antón Martín (c/Amor de Dios);
Moncloa (C/ Vallehermoso);
Leganés (Avenida Europa);
Leganes (c/Ingenería)
Malasaña (C/ Pez);
Chamberí (C/ General Álvarez de Castro);
Delicias-Legazpi (Pza. Beata María Ana de Jesús).

Jueves en:
Mirasierra (C/ Nuria);
Rivas-Vaciamadrid (Avda. del Deporte);
Rivas Vaciamadrid (c/ Enebro);
Prosperidad (C/ Nieremberg);
Moratalaz (Camino de Vinateros);
Lavapiés (C/ Doctor Fourquet)
Cuatro Caminos (C/ Artistas);
Prosperidad (C/ Nieremberg);
La Guindalera (C/ Eraso);
Barrio del Pilar (C/ Santiago de Compostela);
Conde de Casal (C/ Lira);
Vallecas (C/ Torremolinos, Zona Antonio Machado);
Carabanchel (Glorieta Marques de Vadillo);
Alcobendas (Paseo de Valdelasfuentes).

En breve también en: Pozuelo-Majadahonda y Francos Rodríguez.

Seguro que hay uno que os pilla bien.
Si queréis más info, decídmelo y os mando un mail.

Álvaro dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Alvaro. por casualidad llego a tu blog, y aparte de reírme con tus cuentos breves (aunque en grandes dosis, agotan), me interesa lo de la manzana. Yo tengo dos aportaciones.
Mi modo propio de comerme la manzana es la siguiente:
1. La lavo bien (si ya me he sentado a la mesa y me da pereza, me limito a mojar la servilleta en el vaso y frotar la manzana).
2. Parto un trozo y me lo como (con piel). Y otro. Y otro. Así todo: incluido corazón y pepitas. El rabito lo tiro.
La piel tiene mucha vitamina y, sobre todo, ya que has pagado toda la manzana, ¿por qué vas a dejar de comerte un trozo?

Hace tiempo, cuando tenía más ídem a la hora de comer, mi hermano y yo teníamos por costumbre hacer esculturas con las manzanas, tras pelarlas con el cuchillo. Cuando quedaba una obra de arte, el otro cometía un atentado y destrozaba parcialmente la joya, que tenía que reesculpirse.