viernes, noviembre 10, 2006

DILATACIÓN DE PUPILAS (MÁS ES MENOS)

De un tiempo a esta parte veo peor. He perdido agudeza visual. Veo MENOS. Fui a graduarme la vista, pensando que me hubiera aumentado la miopia. Y así ha sido. Tengo MÁS dioptrías.

La mujer que me atiende - supongo que médica oftalmóloga - no es la titular de la consulta. A mitad de la tarea, y mientras estoy mirando al frente, sin mis gafas de ver y con unas de "ir viendo qué tal", se presenta el amo: alto, mayor, canoso, trajeado, con aire de aristócrata que bajara a los establos de la mansión, a echarle un vistazo a los caballos. Lee mi apellido y lo reconoce: "a tus padres los trataba yo, ¿no?". En efecto. Le contesto sin poder mirarle y casi sin verle. Descubre que hacía tres años que no pasaba por allí. "Entonces hay que dilatarle". "Eso pensaba hacer", dice la médica. Y aún me pregunta el doctor: "¿Y no has pensado en operarte?" "Pues sí, me lo estaba pensando". Otra vez se le ha adelantado el hombre a la mujer. "Se lo iba a preguntar ahora". Y mientras tanto, no me dejan a mí consultar mis dudas, incertidumbres y miedos al respecto. Veo así que el médico, con su brusca interrupción, no busca sólo desautorizar a su empleada y desconcertarme imponiéndome una segunda opinión antes aún que la primera. Viene a captar operaciones, a convertir al paciente en cliente sin que sé dé cuenta. Le bastan diez segundos para romper el "tempo" y la confianza médica-paciente, sembrar el espacio de avidez, y llevarse todo el sosiego que pudiera haber en ese espacio. La médica me dice que sí, que me ha aumentado media dioptría en cada ojo, pero que no me hace receta hasta dilatarme la pupila, y sin darme lugar a preguntar, me conduce con una tarjeta hasta la recepción y se va. Ella sigue en la consulta, así que no se despide. Yo también, así que tampoco. Pero luego no hay más ocasión. La recepcionista me pregunta qué día prefiero para dilatarme. El viernes, sin duda, y me cita. Le pregunto cuánto tiempo tengo que estar, y me dice que una hora. Y aun quiero asegurarme de algo más, cómo voy a ver después y si no veo bien, por cuánto tiempo, y contesta, como regañando: "¡Pues mal, cómo va a ver! Después de dilatarse la pupila tiene la visión disminuida 24-48 horas". No lo hace con mala intención, sino para demostrar cuánto sabe y lo rápida que es, que no para de atender llamadas, dar citas y despachar en el mínimo tiempo posible a los clientes (digo, pacientes). Pero a uno le parece haber oído subliminalmente un "que parece usted tonto". Chica, sólo me han dilatado las pupilas una vez y no lo recordaba. (Por cierto, otro día hablaremos del uso del singular y del plural en oftalmología: las pupilas son la pupila y las gafas son la gafa). El caso es que uno sale del oculista con las orejas gachas, sin despedirsey con una cierta desazón. Le queda a uno la extraña sensación de que lo fueran a operar ya de improviso sólo por haber dicho que se lo está pensando, que ahora no se puede echar atrás, y que sería una impertinencia preguntar por los riesgos.

De momento, hoy me dilantan las pupilas. Mis pupilas serán MÁS grandes; mi visión MENOS aguda.

4 comentarios:

El Autor dijo...

Yo si fuera tu me operaba.

Yo no puedo hacerlo por una movida, pero de poder... no me lo pensaba dos veces. Aunque las gafas me dan este toque interesante y atractivo que sólo alcanzamos los guionistas no canosos, pero poder ver bien todo el rato es genial.

Por otro lado... ¿Con qué te van a dilatar las pupilas?? ¿Con colirio con con sangre de Alien? Te lo digo porque a mi me han dilatado cienes y cienes de veces (En plural) y el efecto se pasa en, como mucho, 2 o 3 horas. Así que lo flipo con eso que te van a poner y que dura de 24 a 48.

Mucha confianza no me da ese sitio.

Álvaro dijo...

No, la verdad es que no ha sido para tanto, pero ya sabes cómo son los médicos, lo mismo te dicen una barbaridad para curarse en salud que no se les ocurre recomendarte que vayas con gafas de sol, porque luego la luz te puede deslumbrar. Y lo de operarme me lo estoy pensando. Riesgo hay, no creas que no, será mínimo, pero hay que asumirlo.

Anónimo dijo...

Pues yo estoy viendo cada vez peor (o esa es la sensación que me da. Nunca he tenido miopía ni ningún otro defecto de la vista. Al contrario, cuando hice la prueba para el carnet de conducir, con mis tiernos 18 añitos, me dijeron que veía más de lo normal. Es decir, que leía una línea más abajo de lo que se suele leer. Pero también me advirtieron de que tendría vista cansada más temprano. Con el tiempo que me paso delante de una pantalla y leyendo del ordenador, no me extraña. Soy un poco joven para la vista cansada (no un poco joven a secas), pero a lo mejor ya la tengo. Me haré una prueba.

Galahan dijo...

Yo tengo astigmatismo e hipermetropia, así que he desarollado capacidades extrasensoriales, cual Matt Murdock de medio pelo (y no pelirrojo).
Ahora distingo a la gente a lo lejos, o las cosas... por movimientos o formas globales. Y lo peor es que me sale bien!

Eso sí, cuando quiero ver claramente algo en lo que necesito tener el contorno seguro, frunzo el ceño para tensar el cristalino (algo que mi ex decía que era "lanzar rayos laser". Aún recuerdo su cachondeo cuando lo hacía y me golpeaba diciendo: "que lo vas a quemar, que lo vas a quemar").

Igual un día me opero, por ahora no llego a 1 dioptría, así que bien, pero quien sabe... mi cuñado lo hizo y ahora el cabrón ve de miedo y antes tenía unos culos de vaso en los ojos que lo flipas!