sábado, mayo 24, 2014

ALEGRÍA

Como decía mi admirado Agui (www.malajesolo.com), "Voy a contar una cosa antes de que se me olvide".

Acabo de venir de la presentación del libro de viñetas "Los lunes me odian", de Laura Santolaya, a la que había sido convocado por la asociación cultural Guindostán hacía quince días y cuya página web www.p8ladas.com esta mañana me ha recomendado mi jefe sin saber que yo sabía. Me divierte muchísimo este juego de llegar al mismo punto desde caminos distintos que me está sucediendo últimamente casi a diario. Ni me ha extrañado que la guapísima fotógrafa de la fiesta fueran en realidad dos gemelas, y que una de ellas esté trabajando ahora para el Mago More, con quien coincidí hará unos doce o trece años en el programa de chistes "Esto no es serio" (título que yo mismo presté de mi primer libro, de otros catorce años antes, y que había sido prologado, curiosamente, por el mismo jefe con el que hoy trabajo y que me ha recomendado a Laura). Y, por cierto, acabo de darme cuenta, en aquel programa también participaba el mismísimo Malaje Solo, a quien he hecho referencia al inicio de este post. Sí, yo también me estoy mareando.

Y lo bueno del caso es que no era esa la cosa que quería contar. Si lo he mencionado es porque, precisamente, conocer a una humorista gráfica me ha recordado la nota que desde hace un par de días estoy queriendo escribir. Quiero hablar, antes de que se me olvide, de alegría. Estoy muy contento. ¿Porque tengo trabajo? Sí, pero no es por eso. ¿Porque lo que pase en Lisboa se quedará en Madrid? Felicito al publicista, pero no me va la vida en ello. ¿Porque el domingo es la fiesta de la democracia? No digo nada, que estamos en jornada de reflexión. Si estoy contento es porque ha sido reconocido un genio: Quino.

Que concedan el Premio Príncipe de Asturias a Quino es, sin lugar a dudas, la mejor noticia que he recibido esta semana. Para mí supone un reconocimiento al humor como signo de inteligencia y de cultura; a la viñeta como forma de arte; a los chistes, como expresión poética y filosófica. Yo admiro a Quino por todas esas cosas; por la humanidad que se desprende de sus personajes y situaciones, por la serena reflexión que encierra su línea clara y precisa; por sus personajes conocidos y por sus anónimos. Y no es una alegría sensiblera que entronque con recuerdos de mi vida, de una niñez feliz pegada a las tiras de Mafalda. No recuerdo haberla leído de niño; de hecho, cuándo leí el primer chiste de Quino, si tenía texto o era mudo, si era de Mafalda o de otra gente. Lo que sí sé es que todos han sido siempre luminosos. Trascendentes o triviales, tristes o alegres, serios o divertidos, todos sus chistes tienen algo de aforismo, de sabiduría y, más allá de la aparente, de belleza y sutileza. De amor y de arte.

Les parecerá una tontería, pero cuando premian a una persona que admiro me parece que de alguna forma me premiaran a mí, un poco porque lo siento mío, como si lo hubiera descubierto yo. Es como si, silenciosamente y sin saberlo, hubiera estado apostando por él desde hace años y que, de pronto, alguien me dijera: "tienes razón". También me parece que, en ese premio, se reconoce a todos los dibujantes y a todos los humoristas, al Roto, a Forges, a Laura también, a Les Luthiers, y a la Argentina entera. Me entran ganas de felicitar a todos ellos y darles las gracias por Quino, su compañero, su hermano, su hijo... nuestro padre, tío, abuelo, amigo.

Felicidades, Quino; muchas gracias, Quino.


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