viernes, noviembre 23, 2007

ANTIPROPÓSITO DE ANTEAÑO NUEVO

Para el próximo Año Nuevo me había propuesto hacerme "antipropósitos de Año Nuevo". Nada de buenas intenciones para una supuesta vida mejor según los cánones establecidos. En realidad mis antipropósitos se reducían a uno: Dejar la piscina.

Mientras todo el mundo se propone apuntarse a un gimnasio, adelgazar, dejar de fumar y aprender inglés, yo renuncio a mi escaso ejercicio físico semanal que me obliga a levantarme una hora antes dos días a la semana para someterme a torturas de humedad, temperatura, respiración y coordinación (muscular y de horarios). Si creen ustedes que lo hago irresponsablemente por debilidad, pereza y falta de disciplina, están equivocados. Soy un buen soldado cuando el fin lo requiere, pero, parafraseando a los filósofos Platón Cruz y Aristóteles Raya, "ir pa' ná'...". Cuando me apunté, en septiembre de 2006, mi único objetivo era aprender a nadar. En mayo de 2007, ya ascendí del CAB (curso de aprendizaje básico) al nivel 1. La meta estaba alcanzada. He prorrogado mi asistencia por eso de hacer algo de deporte...

Dedicaría ahora unas líneas a poner en entredicho esa verdad asumida y no contrastada de que el deporte es sano. Por de pronto, el mundo de la lesión se alimenta en un ochenta por ciento de deportistas (profesionales, aficionados e incluso de aquellos que lo practican aunque no les guste, entre los que me incluyo, en el caso de la natación). Es enormemente difícil hacerse un esguince de rodilla viendo una película o romperse un codo leyendo. Y las agujetas y dolores lumbares que consigo con mis esfuerzos natatorios no me los da ninguna otra actividad. A cambio, claro, tengo la satisfacción de vencerme a mí mismo, al hacer algo que no me gusta.

El mayor problema es que, en el destierro en que vivo desde el mes pasado, no consigo una buen conciliación de mi vida deportiva con la laboral, y tampoco es que quiera uno convertirse en David Meca ni en Gemma Mengual (que a veces no sé muy bien a cuál de los dos conducen las clases), así que he decidido dejarlo. La buena noticia es que he conseguido adelantar el Año Nuevo a diciembre y, simplemente, dejando pasar la fecha tope para el pago de la mensualidad, he conseguido que mi "antipropósito" sea de "ante Año Nuevo". (Ojalá desvincularse de una compañía telefónica fuera la mitad de fácil).

Para el verdadero Año Nuevo no empezaré a fumar, porque va contra mis principios, pero seguiré intentando engordar y tal vez me decida a olvidar inglés, si es que aún recuerdo algo. Todo ello para dejar más tiempo a conseguir esa auténtica vida mejor.

martes, octubre 30, 2007

PAREADOS DE LA VIDA COTIDIANA

Cada vez que hago una cosa, me salta a la vista un pareado. Es una tarea cotidiana, sin gran importancia, y el verso es, como casi todos, simple y sin ingenio: dos nombres de acción que riman en -ón. Pero a pesar de la poca gracia del significante, algo en mí se regocija con el significado, como si uno hubiera sido tocado por la magia del universo para librarlo de una carga que pesa sobre sus semejantes. Y sonrío, complacido. Simultáneamente, no puedo evitar imaginarme la frase coreada como un eslogan de manifestación (sin sentido ninguno, dicho sea de paso). También vosotros podéis imaginarlo: una muchedumbre de personas caminando tras una pancarta y gritando como un solo hombre: ¡Esta operación/ no tiene comisión!

¿No habrá más pareados parecidos en la vida cotidiana? Ahí os dejo la pregunta.

miércoles, octubre 10, 2007

PRINGADO

El gran aliciente de mi trabajo es tener los viernes libres. Es un día laborable en que poder hacer la compra, gestiones, dentistas, peluquería, etc., sin consumir tiempo del fin de semana. Si esta semana el viernes es fiesta, ¿qué gracia tiene? Seré un pringado como cualquiera. ¡Mueran las fiestas que caen en viernes!

domingo, octubre 07, 2007

EL TRABAJO DE TRABAJAR

Dos amigos se encuentran después de un tiempo sin verse, y uno le pregunta al otro qué tal la vida, y éste... se lo cuenta:

- ¿Que qué tal la vida? Imagínate. Levántate todos los días a las seis y media, desayuna cualquier cosa para salir volando. Coge el metro que está hasta arriba, luego el cercanías, igual, llega a la obra. En invierno te pelas, en verano, te torras. A la hora de comer, abres la tartera a ver qué te ha puesto tu mujer y te encuentras patatas, como siempre. Luego otra vez al tajo. Cuando vuelves, te encuentras el tren igual de petado, pero encima todos oliendo a chotuno; y el metro, lo mismo. Llegas a tu casa queriendo descansar, y los niños venga a correr y a dar gritos, y cuando te sientas a cenar, te encuentras que tu mujer te pone ¡otra vez patatas!

El amigo se queda impresionado y le pregunta:

- Jolín, sí que tiene que ser duro. ¿Y cuánto tiempo llevas así?

A lo que el currante sufridor contesta:

- Empiezo mañana.




(Yo empecé el lunes).

miércoles, septiembre 26, 2007

EL DEL VOTO DE SILENCIO

Convento de clausura. La regla de la orden indica que los monjes no pueden hablar. Sólo una vez cada diez o doce años, cuando el día del Fundador coincide en Año Jacobeo, excepcionalmente, los monjes pueden decir dos palabras. Forman una fila ante el padre prior, y uno por uno se expresa libremente, aunque de forma escueta.

En uno de esos días especiales, cada monje va diciendo las dos palabras que ha podido elaborar y seleccionar a lo largo de los últimos años. Uno dice "Dios todopoderoso", otro "Dios misericordioso"; éste "Dios bendito", aquél "Virgen Santísima". En la cola, un monje avanza con gesto reconcentrado y, cuando le llega el turno, suelta "Cama dura".

Pasan los años y vuelve a haber un día del fundador. Se forma la fila, y uno por uno van pasando: "Santo Dios", dicen; "Padre nuestro", "Señor mío", "Totus tuus", "Miserere mei", etc... El monje de antes llega ante el padre prior y, con gesto similar, dice "Sopa fría".

Todos vuelven a su silencioso día a día de austeridad, huerto y contemplación, hasta que, transcurridos otros diez años, se permite de nuevo que rompan brevemente su mutismo. Los monjes, muchos de ellos ancianos, escogen sus dos palabras con sabiduría: "Dios bueno", "Dios santo", "Dios justo", "Dios sabio"... pero nuestro monje protagonista, una vez más, se sale del guión de las frases pías y utiliza sus dos palabras para anunciar: "Me voy". El prior, entonces, mosqueado, no puede evitar comentar:

- No me extraña, no hacías más que protestar.

martes, septiembre 11, 2007

4-0

No sé de dónde vine ni por qué,
pero aquí me mandaron, y aquí vine,
a cumplir un papel como en el cine,
escrito en una lengua que no sé.

En el cine, por cierto, yo una vez
vi a un guerrero jugarse con la muerte
su futuro, destino, karma o suerte
a una sola partida de ajedrez.

Y aunque el símil bastante nos aporte
de reflexión, ideas y enseñanza,
yo a la vida le encuentro semejanza
con algo diferente: otro deporte.

La vida que a simple vista se ve
es ruidosa, agitada y con bullicio,
y despierta afición y también vicio
como sólo lo hace el balompié.

Sin saber ni jugar, sale uno al campo;
como un extraterrestre, pisa el césped,
sin poder evitar saberse huésped,
y corriendo torpón y patizambo.

Así he jugado mi primera parte,
muy encerrado en defensa, muy en mi área,
sin más acción que la que es necesaria,
pero, lo he de admitir, con cierto arte.

Y ahora que llegamos al descanso,
la vida me apabulla con su examen,
su burla, su chacota y su vejamen,
y yo aguanto abatido, mustio y manso.

¿Por qué está tan altiva, tan sobrada,
tan ufana, por qué ensoberbecida?
La respuesta es muy clara, es que la vida
va ganando por franca goleada.

Yo soy mi propio equipo y mi portero,
que ha encajado impotente el aguacero:
el marcador señala cuatro-cero
(Los goles de la vida van primero).

¿Me rindo?, ¿me amilano?, ¿me derrumbo?
¡Ni de broma! Desde que el mundo es mundo,
después del primer tiempo va el segundo,
y bien puede todo cambiar de rumbo.

Algo hay en mi interior de quijotesco,
pues, pese al tanteador, yo no me humillo,
sino que miro a un lado, hacia el banquillo,
buscando un delantero de refresco.

Y caigo, como caen años encima,
en que hace un momento yo ganaba,
y una espina paranoica se me clava:
que el marcador va mal y que me tima.

Ayer yo iba ganando por seis goles,
yo ganaba, recuerdo, tres a nueve,
pero es que el marcador, cuando se mueve,
es injusto, es un caos... ¡Tiene bemoles!

Si el marcador del tiempo es así, loco,
absurdo y saltarín como el del tenis,
yo lo he de remontar, como Ave Fénix;
muy pronto por delante me coloco.

En un año, en el campo yo me afinco,
reduzco mi derrota a cuatro a uno,
sigo marcando goles, los reúno,
y en cinco años el saldo es cuatro a cinco.

Y si os quedáis a ver, después veréis
al visitante coronado rey,
ganándole a la vida con su ley:
en otro año, ya vamos cuatro a seis.

Y así en lo sucesivo, obviamente,
Pero ahora estamos, claro, en el presente:
hoy justo hace vint anys que tengo veinte
y es hoy cuando la cuarentena me echa el diente.

Acepto esta verdad que se presenta.
Sé que no es personal, no es una afrenta;
se trata de una suma, de una cuenta:
Treinta y nueve más uno son cuarenta.

Descubierto ya el truco del poema,
(¿les costó descubrir de qué iba el tema?),
no es deshonra, pecado ni anatema
suprimir el guión falso del lema.

Juntas hacen 40 las dos cifras:
El título lo esconde, fementido,
pero es mi edad, lo admito, y la he cumplido,
no es que me haya tocado en una rifa.

Y al pasar el desierto de este trance,
la crisis queda atrás, no me da alcance;
al contrario, positivo, hago balance
y pienso que la vida me da chance.

Un cuarentón me manda ser Violante,
Y entiendo que es negocio, y se lo acato,
dejar por fin de ser joven novato,
para ser madurito interesante.

Aunque ya con cuarenta no se es joven
Y te dicen “usted” más que “oye tú”,
yo seguiré teniendo juventud,
al menos mientras nadie me la robe.

Mientras no eches barriga y lleves fajas,
los cuarenta están llenos de ventajas:
queda lo falso en agua de borrajas,
y luce la verdad sin zarandajas.

A mitad de la vida ves que estás
y por fin vas sabiendo adónde vas.
Cuarenta años me miran desde atrás
pero yo miro adelante a muchos más.

Ayer dejé dejar para mañana,
Y así, determinado, desde hoy,
voy a hacer lo que debo y ser quien soy
aparcando la duda y la desgana.

Y ahora que me detengo por un momento,
me fijo en que los versos, ¡vaya cosas!,
iban a ser unas rimas jocosas,
y se han quedado casi en testamento,

Tal número de estrofas pretendía,
como edad, dicha en años, es la mía,
pero eso es demasiado, y la porfía
no merece alargarme en mi poesía.

Es tan vano el empeño, que ahora cejo.
No me importa ese reto ni un comino,
yo ya he hecho mi trabajo, y lo termino.
Pienso que ya está bien, y aquí lo dejo.

martes, septiembre 04, 2007

GREGUERÍAS DE LA ECONOMÍA DOMÉSTICA

- En los últimos tiempos he venido observando la duración de las cosas, y he desarrollado lo que llamo la paradoja del paquete de macarrones y que ahora expongo:
Un paquete estándar de macarrones vale para que una persona coma tres veces,
dos personas dos veces;
tres personas... también dos veces;
y cuatro y hasta cinco personas una vez.

- Todo se pega. Menos la hermosura. O eso dicen. Y así es: Se pega el arroz, se pegan las lentejas, se pega el pescado, se pega el pollo, etc.

Más cosas, otro día. Por no saturar.

lunes, septiembre 03, 2007

AGRADECIDO Y EMOCIONADO,

Solamente puedo decir "gracias por venir", que diría Lina Morgan. Pues eso, que agradezco y que me halaga que se me visite y se me eche de menos. Qué diferente, Sakura, que te digan "jo, vuelve ya" a que, al verte, te sorprendan con un decepcionado "¿ya de vuelta?" de quien esperaba más tiempo sin tu presencia y compañía.

Es un compromiso para mí tener que estar a la altura de tanta expectativa. Yo haré lo que buenamente pueda, que lo último que me faltaba era estresarme por el blog. De momento, estoy preparando unos versitos de esos que tanto os gustan para colgar en breve. Si no os los queréis perder, entrad a diario, amiguitos. No os adelanto más.

En todo caso, al contrario que los de la ínclita vedette cómica, mi agradecimiento y emoción no lo son de despedida, sino de saludo, porque ya estoy aquí de nuevo, dispuesto a actualizarme (y a eternizarme también, pero eso es otra historia). En fin, que, si me habéis sido fieles en mi ausencia, os animo a que sigáis siéndolo ahora que vuelvo a estar con vosotros.

Bienvenidos los que entréis.

viernes, julio 13, 2007

TAPIADO POR DESCANSO DEL PERSONAL


Ponga aquí su comentario. Gracias.


martes, julio 10, 2007

NADA COMO IRSE DE CASA PARA RECIBIR MENSAJES

Cuando era pequeño, comprábamos leche de vaca en el pueblo. Quiero decir, recién ordeñada, ni en botella ni en tetrabrick, ni pasteurizada ni uperizada. Los procesos sanitarios eran caseros, y se reducían a hervir la leche según la traías. Después, ya quedaba apta para el consumo humano (o eso espero).

La leche se ponía en enormes cacerolas y se vigilaba hasta que empezaba a hervir, se ponía en ebullición y su volumen crecía. Era el momento de apagar rápidamente el fuego. La cosa tenía su ceremonia, porque la leche tardaba mucho en subir, pero una vez que subía, se aceleraba el ritmo, y lo hacía en unos segundos. Por eso, no era infrecuente que, en un momento de descuido, la leche se saliera, armando gran desastre en la cocina. Parecía que la leche tuviera constancia de nuestra atención y aprovechara el momento en que te despistabas para escapar.

Con las llamadas, mensajes y noticias, sucede parecido. Estás en casa expectante y no llama nadie, y basta que salgas a hacer un recado para que te encuentres tres correos a la vuelta.

Impacientes del mundo, ¡salid a la calle!

lunes, julio 09, 2007

ELOGIO DE BORDE Y MENOSPRECIO DE SIMPÁTICO

Mi jefe: locuaz, sociable, simpático. Le pides algo y es que sí. Pero no. Quiero decir que no te presenta ningún problema, parece que se pone de tu parte, te anticipa que va a estar solucionado en un par de días y... nunca más se supo. Reclamas y se extraña de que no esté ya hecho, y lo vuelve a resolver... la semana que viene. Y tampoco. Como no te niega nada, te hace difícil enfadarte con él. En su imaginación, todos los problemas están permanentemente resueltos en un eterno presente, pero en el imperfecto mundo de la materia, todo se desplaza a un futuro inmediato... que nunca llega. Sus contratos y compromisos escritos son alambicadas redacciones en las que eres tú realmente quien se compromete, mientras que él aparece como un testigo de tus obligaciones. No estoy orgulloso de ello, pero he de confesarlo: me exaspera. Y, sin embargo, al igual que lo cortés no quita lo valiente, lo exasperante no impide lo simpático.

Hace tiempo que observé que se me daba mejor el trato con bordes que con simpáticos. Quizá sea que los semejantes se atraen, y debería preocuparme mi don de gentes. Recuerdo que una compañera tenía fama de borde, de antipática, de hosca. La primera vez que necesité su colaboración, me dirigí a ella con toda ingenuidad y procurando evitar el prejuicio. Es cierto que un primer momento se hizo la huraña, pero yo no lo acusé ni presenté batalla. Al no encontrar oposición, enseguida suavizó el trato. Y para siempre.

No me fue mal tampoco con el profesor más arisco de la facultad cuyas perlas políticamente incorrectas que ahora entiendo y comparto tan impopular le hicieron. Fue, de hecho, uno de los únicos dos profesores interesantes que encontré en cinco cursos. Su materia era lengua, y en el examen final del primer curso, me permití colar, a modo de broma, un agradecimiento a Juan, sin cuya colaboración no hubiéramos podido realizar este curso, puesto Juan era el nombre que siempre escogía el profesor como sujeto de las oraciones que se analizaban. En cursos sucesivos elegí seguir con él, y nunca me hizo ningún comentario sobre esta chanza.

Muy al contrario, un profesor de historia, simpático él, consideró una "infantilidad" o "provocación" que introdujera la contestación a sus preguntas en un examen con un encabezado, a modo de carta, dirigiéndome a él: "Estimado profesor Cepeda, he recibido su telegrama pidiendo información sobre algunos puntos, que espero poder contestar", o más o menos. Quizá eso me hizo redactar todo el examen en estilo indirecto, en plan: "Sobre el tema al que se refiere en el punto uno, le diré que...". Dentro del árido panorama que debe resultar la corrección masiva de exámenes, a mí francamente me gustaría encontrarme cierta originalidad de pronto en el planteamiento (¡y ya ves tú lo que era!). Además, el examen era bueno, no para tirar cohetes, pero para un notable holgado. Lo calificó con un escaso aprobado, tirando a menos, y con la nota manuscrita "Por favor, no sea infantil... ¿o provocador?". Fui a disculparme por lo que, sin duda, había sido un malentendido, y, aferrándose a que "no había nada que disculpar", permaneció haciéndose el ofendido.

Éste era un profesor muy popular porque hablaba con simpatía, contaba muchas anécdotas y con el que, al parecer, se aprobaba fácilmente. Yo lo recuerdo como un hombre desordenado que se pasaba las clases enteras hilando una idea con otra en una permanente digresión de la que era imposible sacar nada en claro. Y de una simpatía que, al parecer, no permitía competencia.

Cargaría con mil kilos de bordería de cien hombres de palabra, trabajadores, responsables, cumplidores y rigurosos, a cambio de regalar toda la ligereza y amabilidad de un solo hombre simpático, irresponsable, caótico y tramposo.

viernes, julio 06, 2007

ANATOMÍA DE UN CROISSANT

A veces desayuno fuera, y cambio el yogur, la fruta, los cereales y la infusión por un café con leche y un croissant. Es un mínimo dispendio y una pequeña intoxicación para que el cuerpo no se malacostumbre a mi ortorexia. Con frecuencia me llevo de propina los malos humos de algunos fumadores mañaneros que siguen campando a sus anchas en todos los bares.

De entre todos los bollos, el croissant es el que mejor se ajusta a mis maniáticas ceremonias. Se compone esta pieza de tres partes: dos cuernos laterales y un cuerpo central. Lo primero que hago es cortar por la sisa de uno de los lados, que a su vez, parece articularse en brazo y antebrazo, partes que también separo. A continuación, hago lo propio con la extremidad contraria. El cuerpo, tórax o abdomen, continúa siendo una unidad demasiado grande para mi objetivo (¡sacrilegio del protocolo!): mojarlo en el café. Si se fijan ustedes, verán como pliegues o estratos que van escalonando siméticamente en forma de montaña el caparazón de este crustáceo horneado de harina y mantequilla. Es fácil imaginar dos líneas de puntos diciendo "corta por aquí". Y corto. Saco así dos aleros más largos que anchos, que dejan en medio del plato el solomillo del croissant: un cogollo gordo, grande en sus tres dimensiones, como inflado y con una corteza exterior más dura y más marcada que en el resto de las piezas. Mi último corte cambia la dirección longitudinal de su trayectoria por una sección horizontal, y termino así de desmembrar el bollo en ocho trozos.

Hoy me he sentado en una mesa en un salón vacío. La gente que ha llegado ha dejado libres las mesas adyacentes a la mía, amontonándose en otras tres mesas contiguas entre sí. Y ninguno fumaba, ¡qué dicha! Segunda rareza: me han traído un croissant no sé si cojo o tuerto, de un sólo cuerno. No es que estuviera mordido: había un muñón horneado con su correspondiente corteza. Y ha habido más: he pedido un vaso de agua sin hielo, y me lo han traído, efectivamente, ¡sin hielo!

Uno pide un vaso de agua, y le ponen hielo por defecto. Uno, pues, se ve en la necesidad de especificar que lo quiere sin hielo. Pero el mero hecho de pronunciar la palabra "hielo" anula en el cerebro de los camareros el efecto de la preposición. "Usted ha dicho hielo". Sí, pero también dije "sin". ¿Cómo conseguir, pues, un vaso de agua sin hielo? La única posibilidad es la que se ha producido hoy, y no está en la mano del cliente, sino en el azar. La camarera me ha dejado mi impecable vaso de agua del tiempo con una disculpa llena de humildad y de dolor: "Se nos ha acabado el hielo". Magnánimo, la he absuelto de su pecado de carestía y la he dejado ir en paz.

martes, julio 03, 2007

EL NOMBRE

La edad media de mi comunidad de vecinos es ... de la Edad Media. Hay dos avanzadas octogenarias; dos hermanas de edad indefinida, pero mayores; varios jubilados, y algunos ausentes (cuento seis, por lo que me han contado) que han caído en los últimos ocho años. Hoy viene una extraña, le sujeto la puerta del portal, comparto con ella el ascensor, y, entre agradecimientos y torpezas al pulsar el botón, se ve obligada a darme conversación. ¡Novedad de novedades! Viene a ver a un recién nacido. Me da su fecha de nacimiento y su nombre. Se llama como yo.

Me gusta que le pongan mi nombre a un bebé. Sólo por ello siento un vínculo hacia él, quizá algo como gremial. Me sucede también con las niñas que se llaman como mi ahijada. Como si fueran algo mío.

Y a la vez, no me gusta que nadie se llame como yo, y me roben esa parcela de exclusividad que, durante un breve tiempo en el colegio, pensé que era mi nombre. Somos demasiados. No hay sitio para tantos Álvaros.

Igualmente con las niñas, se me despierta un sentimiento encontrado (encontrado con el anterior, quiero decir) como de "territorialidad nominal": Ese nombre es de mi sobrina, no te vayas a pensar que por llamarte como ella vas a ser igual.

Aunque ojalá miles de niñas se pusieran de acuerdo para lucir al mismo tiempo e iluminar la Tierra. Es oro puro.

martes, junio 26, 2007

ASOCIACIÓN DE IDEAS

Un amigo de un amigo va a editar un epistolario de Unamuno.
Unamuno decía que filosofía es filosofía.
Filosofemos filológicamente.

Vengo yo últimamente en pensar si no será la palabra "contento" una forma participial irregular del verbo contener, y al igual que el que se distingue es distinguido o distinto indistintamente, el que se contiene es contenido o contento.

Vendría ello a darnos un sentido nuevo al contento y la alegría, tantas veces asociados con una sobresatisfacción desbordante que, sin embargo, no deja de ser causa de ansiedad, pues, aun siempre colmada, siempre quiere más, siendo así que el que "no cabe en sí" de gozo es tan alma en pena como el que está "fuera de sí" de rabia.

Entendería este "contento", no como contención o continencia, sino como un abrazo entre continente y contenido, que habrían de ser acordes uno a otro. Quien está vacío, nada contiene, y no puede estar, pues, "contento". Pero quien está lleno no necesita más. Aunque quizá pueda suceder al revés, que, por el hecho de contentarse, uno se llene.

¿Verdad que alguien lo entiende?

sábado, junio 23, 2007

DISIMETRÍA

Todos somos disimétricos. Yo mismo me he pasado una semana sin actualizar el blog, y hoy hago dos entradas.

Pero quería referirme en esta ocasión a la disimetría del rostro. Dicen los que saben que si nuestros rasgos fueran absolutamente simétricos inspiraríamos frialdad, desconfianza, temor, disgusto. Y si miramos cada lado de la cara por separado, podemos ver una expresión diferente.

Todo esto me lo ha sugerido la cara de Woody Allen, hoy en http://www.elpais.com/, sección CARAS DEL DÍA (¡que alguien me enseñe a colgar fotos!). Me ha parecido que su lado derecho (a la izquierda del lector) miraba alegre con brillo en el ojo, y sonreía tímidamente y con simpatía, mientras que su lado izquierdo (a la derecha del lector) era triste y desencantado, con un ojo un tanto caído que miraba sin mirar y un rictus serio en la boca que impedía la sonrisa.

Probablemente si vemos otra foto no será igual, así que les recomiendo que, si pasan por este blog hoy mismo, hagan la prueba de mirar la foto de Woody Allen que les refiero, tapando consecutivamente una u otra mitad. El lado encantador y el que da pena conforman la unidad del genio que tantos admiramos.

UNA TONTERÍA QUE SE ME HA OCURRIDO HACIENDO LA COMIDA

La mujer que se busca a sí misma se acerca por la espalda a su gurú y le tapa los ojos con las manos:
- ¿Quién soy?
Le pregunta, en lugar de preguntárselo ella sola.
El gurú, que sabe bien lo que quieren de él, para hacerse el interesante, suelta una frase críptica sobre la identidad (plagiada, por cierto, del programa de televisión que vio la otra noche).
- Soy lo que como.
La mujer, decepcionada, contesta con ironía:
- Pues hoy, soy gazpacho y ensaladilla rusa.

Aquí, pueden ustedes hacerse su propio chiste sobre si la mujer sabe mucho, y si sabe por saber o por sabor, y si está buena o sabe a ajo o a mayonesa.


La misma mujer, quizá porque haya comido demasiado, va después a ver al médico aquejada de un malestar inconcreto, y al preguntarle el galeno (porque era de Gales) por sus síntomas, dice la mujer:
- No sé, que no termino de encontrarme.
El médico le recomienda:
- Pues búsquese bien.

Así pues, compenso la frivolidad del primer chiste, con una moraleja en serio proporcionada por el doctor: Búsquense bien.

viernes, junio 15, 2007

BURBUJA INMOBILIARIA

El banco de Santander vende todos sus inmuebles, y el BBVA creo que también va a vender un edificio. ¿Qué está pasando? ¿Nuestras hipotecas no les bastan para pagar sus hipotecas? Qué pena me da (¿Con qué banco tienen sus hipotecas los bancos? ¿Con ING direct?). ¿Y por qué no reunifican sus deudas? O a lo mejor es que, verdaderamente, van a bajar los pisos, y los bancos se han adelantado a los acontecimientos. Dicen que venden sus casas para comprar otros bancos, más grandes... ¿Y van a trabajar en la calle? ¿O alquilarán oficinas? Si a los bancos les parece más rentable alquilar que comprar, es cosa de pensárselo. Aunque lo verdaderamente interesante sería comprarles los edificios, y luego ponerles el alquiler por las nubes. Y cobrarles comisiones aparte por el portal, el ascensor y las ventanas.

miércoles, junio 13, 2007

¿CUÁNTO HAS ESCRITO?

Sobrinos en casa.
Se quedan solos viendo la tele, mientras uno trabaja un rato.
Abres el documento, no sabes cómo abordarlo, entras a internet, juegas una partida de ajedrez rapidita con el ordenador (la ganas incluso), sales al salón.
- ¿Qué has escrito?
(Uno calla, con mala conciencia).
Y se les ocurren luego otras preguntas curiosas:
- ¿Cuántas palabras escribes al día?
(Ni idea. ¿Cien? No, tienen que ser más. ¿Mil? Esas son muchas, ¿no?)
- ¿Y cuántas letras?
(Qué alivio que lleven sus preguntas al absurdo).

Pero mi conciencia reinterpreta sus preguntas ingenuas: ¿Eso es todo lo que has hecho hoy?
¿En qué se te va el día? ¡Trabaja, coño!

Ya se han ido.
Mis sobrinos, digo; no mis remordimientos.

sábado, junio 09, 2007

VINCIT QUI SE VINCIT (VENCE QUIEN SE VENCE A SÍ MISMO)

Texto en el dibujo de una lata de cerveza sin alcohol.
¿Será su departamento de marketing un pozo de sabiduría?
Más bien me inclino a pensar que es una velada (¡y tan velada!) expresión de ánimo para los ex-alcohólicos, en plan "sigue bebiendo cerveza sin alcohol, que es la que no mata".
¿Sabrán latín los alcohólicos anónimos? Raro, pues les han engañado como a chinos.
Vincit qui se vincit.
Si supieran lo que han dicho... Hasta en la selva del consumo, se cuela la Verdad.

40 DE MAYO

Hoy es cuarenta de mayo, el único mes del año con cuarenta días
(junio tiene 21, por tanto, pero disimula empezando por el 10, y termina en 30, como otros).
Hora es, pues, de quitarse el sayo, quien sepa lo que es y lo lleve puesto.
¿Será tal vez el edredón de la cama?
(invento moderno que ha reducido el año a dos tiempos: invierno y verano, representados por "con edredón" y "sin edredón").
Parece que apetece quitárselo últimamente, pero no sé no sé... me parece arriesgado. En cualquier momento, te viene un golpe de frío.
Y lo cierto es que todavía no he sudado como un pollo por el calor.
¿Qué tal una ampliación? Hasta el 54 de mayo no te quites el sayo. Y junio, que empiece su cuenta el día de San Juan.


Cuánto se aprende con los refranes.

El día que necesite revolver Roma, buscaré a Santiago para que me ayude.

miércoles, junio 06, 2007

UN SONETO

Un soneto me manda hacer Gallud
que en mi vida afronté cosa más alta.
Catorce versos dicen que hacen falta.
y aún me quedan diez, ay, madre, qué cruz.

Yo pensé poner la mala salud
de excusa para no aceptar el reto
y rendirme ya, pero este cuarteto
ahora se termina y yo veo la luz.

Hace diez versos las pasé moradas
y ya voy terminando este terceto.
Las rimas que quedan ya están chupadas.

Dirán que en vaya líos yo me meto.
Me inspiré leyendo el blog “humoradas”.
Con la publicidad, fin del soneto.

sábado, junio 02, 2007

CÓMO SE GANAN EL CIELO LAS PAREJAS

Se confiesa la mujer:
-Padre, me acuso de que... en realidad todo es por mi marido, que es un imbécil inaguantable: perezoso, mentiroso, soberbio, desconsiderado...
- Pues rece usted cuarenta padrenuestros al día, y dígale a su marido que le absuelvo.
- ¿Cómo? ¿Hago yo la penitencia y le absuelve a él?
- Cuando venga él y me cuente, ya sabré de que absolverla. Así que rece, rece para que venga pronto.

viernes, junio 01, 2007

DESMITIFICACIONES

- La belleza no lo es todo.
(Pero es algo).
- El dinero no lo es todo.
(Pero también es algo).
- El tiempo pone a cada uno en su sitio.
(Y un poco más de tiempo quita a cada uno de su sitio).
- El éxito en esta vida poco tiene que ver con los conocimientos que uno tenga.
(Falso: si conoces a banqueros, directores de empresa, alcaldes y ministros seguramente tengas éxito gracias precisamente a esos "conocimientos").

Pero nada de esto me importa demasiado. Me vuelvo a mi sitio.

jueves, mayo 24, 2007

EXCESO

Los ordenadores e internet me sobrepasan.
Uno es sencillo.
Necesitaba un ordenador para escribir y para mandar y recibir correos electrónicos.
Pero no hay un ordenador sencillo; todos están superdotados.
Claro, luego alguien te manda una foto o un vídeo, y si el ordenador no es un poco potente se te queda colgado.
Mis documentos caben en un extraíble de 512 megas; mi ordenador es de unas 100 Gigas.
De las que, por cierto, 30 las ocupa el propio ordenador con su sistema operativo, programas y demás.
Eso sí, el word (que era lo único que necesitaba) no lo incluía, me lo tuve que comprar aparte.
Por supuesto, en un paquete que incluye el office (que, aunque poco, sí utilizo) y otros dos programas que no me sirven para nada.

Necesitaba internet sólo para el correo, alguna consulta a google, ver la cuenta del banco, y visitas a blogs (que tampoco son precisamente imprescindibles, incluido el mío).
Entre entrar y salir varias veces a diario, y lo lento que iba, tardaba tanto que me animé a coger una adsl.
Claro, que ahora va tan rápido que tardo poquísimo en hacer lo que necesito, y parece que no amortizara la tarifa plana.
Ya que la tengo, lo suyo sería hacer más cosas en internet.
Aunque no las necesite.
Un amigo me ha puesto el e-mule para descargar películas.
Me descargué una peli en 24 horas.
En el ordenador se puede ver; en el dvd no.
Luego me puse a descargarme vídeos de mi programa de la tele, para conservarlos. ¡Lo que tardaba!
Cuando los tenía, me daba reparo salir de e-mule porque había gente que se estaba descargando mis vídeos.
(Una serie de dibujos japonesa que me dio este mismo amigo).
Uno podría pasarse toda la vida conectado bajando y colgando cosas.
Con esa posibilidad, uno querría descargarse la filmografía universal completa, completamente gratis.
Pero no es necesario.
Y no es completamente gratis.
Descargarte una peli no te da trabajo, pero te mantiene pendiente.
Es como ir de pesca.
Pero más tiempo.
Y crea ansiedad.
Uno lo quiere todo.
Propongo racionalizar la "pesca" en internet.
Pescar sólo lo que vayas a ver; pescas una peli y la ves.
Yo la mía todavía no la he visto (en el ordenador apetece poco).

Tantas posibilidades, aparentemente a nuestro servicio, tal vez nos esclavicen.
Es el consumismo de la información.
Parece gratis, pero te roba el tiempo y la dedicación.
Hagamos lo que tengamos que hacer, pero hagamos cuentas.

viernes, mayo 18, 2007

UNA CUESTIÓN DE PROTOCOLO

Los gurús del protocolo se preocupan mucho de las grandes celebraciones sociales y cenas de gala con invitados de alta alcurnia, pero a este que escribe se le ocurre que también en la vida diaria debe haber un protocolo más doméstico. Plantearé un problema. A un vecino, al tender la ropa en un patio interior, se le cae un calcetín en la cornisa de la ventana del vecino de abajo. ¿Corresponde a éste coger el calcetín y subírselo a aquél o más bien es tarea del de arriba bajar a por su prenda? Soy de la opinión de que, aunque sería un rasgo de cortesía por parte del de abajo subírselo al de arriba, es obligado por varias razones que el de arriba baje a buscarlo. 1) Es él quien lo ha perdido, 2) Es él el propietario del calcetín, 3) Es él quien puede haber incomodado a su vecino con esa "invasión" de su cornisa.

Hablamos en este caso de un calcetín, una prenda que se presta a cierto escrúpulo, a pesar de estar presumiblemente recién lavada, y a que no puede considerarse del todo "ropa interior". ¿Pero y si fuéramos más allá y la prenda caída fueran unos calzoncillos o unas bragas de mujer (¿de quién si no?). Eso sí que sería una invasión de la intimidad... pero con la intimidad como invasora no como invadida. Si lo (o la) hubiéramos perdido nosotros, ¿no daría un poco de vergüencilla que viniera un vecino a traérnosla (o lo)?

En fin, que uno como presidente de la comunidad está dispuesto a llamar a la puerta que haga falta para informar, pedir, mediar o negociar con los vecinos por el bien común, pero de los calcetines propios que se preocupe cada uno. Así que, como no lo hayan recogido en una semana, yo lo tiro.

martes, mayo 08, 2007

NECESITA REFORMA

Creo recordar que al principio me sorprendían, pero uno se acostumbra y es hoy cuando, de pronto, vuelvo a caer en el sinsentido que suponen. Me refiero a esos anuncios cutres, escritos a mano y un poco feos, que se encuentran por la calle, pegados con celo en las farolas, anunciando pisos que se venden.

Que una señora rumana, ecuatoriana o polaca, seria, responsable, limpia y con buenas referencias, ofreciéndose para trabajar en casas limpiando o cuidando niños, se dé a conocer en hojas de libreta cuadriculadas manuscritas pegadas en los portales me parece normal, y hasta aplaudo su esmero en hacer buena letra en cada original, porque muchas veces no fotocopian, sino que escriben todos y cada uno de los avisos. Pero que en la farola de al lado, en plena calle, te encuentres la oferta de un piso de 144 metros en un séptimo piso en Pintor Rosales (zona) por poco más de 600.000 euros ya es más llamativo (probablemente sea un chollo, no digo que no, aunque ya me enseñó mi padre aquello de "a cuarto va la vaca; si no hay cuarto, no hay vaca").

Hay varias cosas curiosas en este fenómeno. Primero, la ausencia total de selección del cliente. Esos anuncios se dirigen a todo el mundo, como si cualquiera que pasase por la calle pudiera comprarse el piso. Supongo que, al igual que uno se ha acostumbrado a ver esos anuncios, puede haberse despertado entre los compradores una rutina. Antes, quien quisiera comprarse una vivienda, consultaba en las inmobiliarias y miraba los anuncios por palabras de los periódicos, preferiblemente especializados. Ahora, se va uno "de farolas", "a ver qué se vende por ahí".

Otra cosa es el detalle de escribir el texto a mano. Las asistentas lo hacen con cuidado y pulcritud, porque precisamente ese texto es un indicador de lo que ofrecen. Los anuncios de pisos, al contrario, son abigarrados y sucios. Si es por el aspecto del papel, lo mismo podían estar ofreciendo un chalet en Majadahonda que una fregona de segunda mano. Me parece absurdo. ¿Cómo es posible que alguien tenga un piso de cien millones y no tenga un ordenador? ¿Es que cuanto más cutre el cartel más chollo parece? Yo más bien diría lo contrario. Tomen nota los anunciantes, porque, antes que los pisos, son sus anuncios los que "necesitan reforma".

lunes, mayo 07, 2007

FRIVOLIDADES

Permítanme los lectores un frívolo apunte sobre una frivolidad. Sí, después de escribir de fútbol el otro día, hoy (estoy degenerando) me toca hacerlo sobre la tonadillera. Qué encantadora palabra: "tonadillera". La usan en los medios de comunicación como un nombre denotativo de profesión, neutro y sin matices, y sin embargo, cómo suena a epíteto repleto de ironía y retintín. Yo no puedo evitar pensar en los locutores de informativos reprimiendo una risilla cada vez que sueltan con insultante hipocresía ese "tonadillera", con cara de "yo no he dicho nada que no sea cierto; ¿no canta tonadillas? pues es tonadillera". Hasta los informativos pueden darnos alguna vez una alegría lingüística. Pero no quería hablar de la tonadillera (otra vez) sino del otro.

Leo, y no sé si creer, que el afamado y presuntamente infame exalcalde de Marbella, Julián Muñoz, se ha puesto en huelga de fame, o sea de hambre. ¿Siguiendo los pasos de algún otro preso? ¿Y cuál es el objeto de su reivindicación? Parece ser que protestar por la detención y el trato aplicados a su amiga (la tonadillera). ¿Y qué pretende ahora este sagaz estratega con su huelga? ¿Que el mundo gire hacia atrás, hasta antes de detener a la cantante (no hay que abusar de la palabra), y así haya ocasión de no detenerla ni tratarla mal? Pienso que alguien debería aclararle que no se puede hacer presión sobre el pasado. Lo más que puede conseguir es hacer desaparecer todos los documentos judiciales y policiales, y que algún sicario intervenga las hemerotecas para quemar todas las noticias referentes al tema, de forma que en la Memoria Histórica no quede rastro del maltrago sufrido por la tonadillera. Pero lo que pasó, si pasó, pasó.

Por lo demás, me parece aberrante que se utilice una huelga de hambre como si fuera una pataleta de niño caprichoso. En este caso, hasta la huelga de hambre de aquel otro preso que todos sabemos me parece más digna. Respondería a unos ideales criminales nada respetables, pero ideales al fin y al cabo, y, en todo caso, fue bastante más inteligente. De hecho consiguió lo que pretendía.

LA RAZÓN DE LA MINORÍA

El sábado volví a ver, después de años, "Un enemigo del pueblo", de Ibsen, y descubrí algunas razones y argumentos que no recordaba y me sorprendieron. El doctor Stockmann, médico del balneario de su ciudad, descubre que las aguas están contaminadas con metales pesados, por lo que será necesario cerrarlo para reformarlo. Su hermano, director del balneario y alcalde de la ciudad, y los medios de comunicación, viendo peligrar la prosperidad de la ciudad, intentan acallarlo y consiguen que la gente, que ha oído campanas pero no sabe dónde, lo considere "un enemigo del pueblo". El pueblo sólo llega a oír la versión del alcalde, y nunca la información del médico, pero ante la sola posibilidad de cerrar temporalmente el balneario, prefieren no saber. Thomas Stockmann, en un ejercicio de incorrección política impensable actualmente, arremete entonces contra los fundamentos de la democracia y el sufragio universal. "¿Por qué ha de tener razón una mayoría de borregos manipulables y manipulados?" viene a decir el doctor.

Creo recordar que hace años un anuncio publicitario utilizaba el argumento de que "millones de personas no pueden equivocarse" como eslogan para su producto. Recuerdo que a veces al pensarlo me ha quedado una extraña sensación interior de que debería ser justo al revés. La mayoría de la gente está equivocada; sólo unos pocos tienen la razón. Lo difícil es reconocer quiénes son, porque ser minoría no garantiza estar en posesión de la verdad. Eso nos llevaría a un extraño sistema de elecciones en el que habría que dar el triunfo al grupo menos votado.

Políticos, medios de comunicación y ciudadanos están representados en la obra, y ninguno de ellos queda bien parado. Políticos y ciudadanos vimos la obra y la aplaudimos, sin darnos nadie por aludido.

jueves, mayo 03, 2007

IGNORADOS

Me entero por el blog chicadelatele de que hay un videojuego que se llama TV Giant en el que tienes que gestionar una cadena de televisión. He entrado a verlo. Dice lo siguiente:

"TV Giant
¡Por primera vez en un videojuego, podrás gestionar y dirigir tu propio canal de televisión!
4 canales de televisión se reparten la red local de la ciudad y sus espectadores. Como director de tu cadena, deberás intentar reunir la mayor audiencia, ganar los máximos anunciantes posibles y obtener el más alto nivel de satisfacción por parte de los telespectadores.
Para ello tendrás que echar mano de las mejores estrategias a tu disposición:
- Contrata y despide a los presentadores, actores, realizadores, cámaras…
- Compra los estudios necesarios para realizar tus programas
- Produce tus propias emisiones, telefilmes, series…
- Modifica a tu gusto la parrilla de programación
- Gestiona la administración y forma tus equipos
- Organiza la publicidad en la cadena y en cada uno de los programas
- Negocia los spots publicitarios difundidos por vuestra antena
Pero sobre todo decide las emisiones que serán pasadas en tu canal, su formato y horario… en función de los sondeos de opinión, para convertirte así en el rey de la audiencia. ¿Conseguirás seducir a todos los telespectadores de menos de 50 años ?"

Llamo la atención sobre la primera de las estrategias: Contrata y despide a los presentadores, actores, realizadores, cámaras... ¿Y dónde quedan aquí los directores, redactores y guionistas? Luego dice "Produce tus propias emisiones, telefilmes, series...". Que, claro, supongo que las escribirán los presentadores, o las improvisarán los actores, con las directrices del realizador y el visto bueno del cámara.

No es por ir de susceptible, pero en una serie en que trabajé, el actor protagonista y productor ejecutivo de la misma, reunió al equipo en un momento de crisis para agradecer el gran trabajo que se estaba haciendo (o se había hecho, no sé si ya terminábamos). Y felicitó, uno por uno, a todos los actores y a todos los equipos, dejando para el final a los guionistas. Tan para el final, que ninguno oímos que se nos mencionara.

Buena enseñanza ésta para que aprendamos a ir por la vida desaparecidos, sin darnos importancia, como si no existiéramos.

miércoles, mayo 02, 2007

LIVERPOOL

No soy demasiado futbolero. Ni soy socio de un club ni he ido nunca a un estadio - ni pienso - ni hago esfuerzos por ver los partidos en televisión. Cuando los veo, los suelo coger empezados, aunque, eso sí, si simpatizo con un equipo, me altero con el desarrollo del juego, los goles que fallan, las jugadas de peligro, las injusticias arbitrales o los golpes de fortuna.

Ayer puse el Liverpool-Chelsea a mitad de la segunda parte, a ver cómo iban. El Chelsea me cae mal, porque me parece un equipo prepotente, bien representado por el chulo de su entrenador Mourinho. Con el Liverpool, sin embargo, simpatizo por varias razones. Por ejemplo, que el entrenador es español y muchos de sus extranjeros también. Quizá jueguen en el Liverpool más españoles que en otros equipos de aquí.

Pero, sobre todo, porque tengo un buen amigo (¿los hay malos?) que es seguidor suyo. Seguidor de irse hasta Turquía para ver la final de la Champions. No comparto su visión apasionada del fútbol, pero reconozco en su afición y la de toda su hinchada algunos valores.

En aquella final de Turquía, el Liverpool se fue al descanso perdiendo 3-0. Muchos hinchas se habían gastado una pasta en el avión y la entrada, y en sólo 45 minutos el partido estaba ya perdido de forma humillante. ¿Pero qué podían hacer? ¿Aguantar la segunda parte con la cara hasta los pies rezando porque el Milán no les metiera más goles? Era una posibilidad. Ellos escogieron ponerse a cantar el himno de su equipo, "you'll never walk alone".

Otra razón, por cierto, de mi simpatía hacia ellos: cantan todos juntos sin pudor alguno una balada melódica de contenido casi religioso (nunca caminarás solo), y demuestran una fidelidad por el grupo poco usual. Aquí muchas veces parece que los socios de un club son los "dueños" de los jugadores y el entrenador y pueden exigirles que cumplan su trabajo y mostrarles desprecio si hay malos resultados. La sensación que me da el Liverpool (tal vez me equivoque) es que todos, jugadores y afición, son lo mismo.

En la segunda parte de aquella final el Liverpool empató y le sobró tiempo. Luego hubo prórroga y penaltis, y ganaron la Copa de Europa. Los jugadores - y Rafa Benítez - se convirtieron en héroes. Pero aunque hubieran perdido, la afición ya había hecho su heroicidad particular.

Parafraseando la última campaña de publicidad del zoo de Madrid ("los animales nos enseñan a ser personas"), podíamos decir con respecto al fútbol que, en algunos casos, algunas aficiones también nos enseñan. (¡Hala, lo que ha dicho!)


Ayer, al terminar el partido, vi que me estaba poniendo nervioso por algo que en realidad ni me va ni me viene, y no quise ver los penaltis. Luego miré cómo habían quedado, y me arrepentí. Espero que en el informativo repitan la tanda de penaltis. Yo también soy portero, y cuando uno de nosotros para un penalty, siento un absurdo orgullo gremial (no os preocupéis, que me lo estoy trabajando).

Todo este post se puede resumir en dos cosas:
- que los Reds me parecen un equipo con corazón
- y que ¡enhorabuena, Amador!

martes, mayo 01, 2007

FESTIVOS

Esto de trabajar en casa tiene un algo de ir a la contra. Cuando todos trabajan, uno se siente de vacaciones; cuando es fiesta, que pringa. Lo digo porque hoy estoy currando. Y mañana también.
No me gustan estos festivos entre semana. Rompen el ciclo natural de la semana, que empieza, se interrumpe y vuelve a empezar para terminar al día siguiente sin que a uno le dé tiempo a acostumbrarse ni al trabajo ni a las vacaciones. Mientras tanto, cierran las tiendas, y acostumbrado como estoy, a comprar de poco en poco en las tiendas del barrio (frutería, herbolario, y un par de supermercados), esto de saber que durante dos días enteros no puedo comprar nada si lo necesito, la verdad, me da un poco de vértigo. ¿Qué sería de mí en tiempos de guerra? Tendría que acostumbrarme a hacer una exhaustiva lista de la compra antes de salir o exponerme mil veces entre las trincheras y los tiroteos para llegar a la frutería a por un par de limones y un poco de perejil que se me había olvidado. Diréis que compre más en cantidad para que me dure, pero es que los plátanos, por ejemplo, no los puedo comprar más que de cuatro en cuatro, porque se me pasan.

En el mundo de las fiestas, es todo muy extraño. ¿Por qué el día del trabajo se celebra sin trabajar? Y si los días de la madre y del padre se les hace regalos a los susodichos, ¿por qué en el día del trabajador los empresarios no nos envían un jamón a los currantes? Por cierto, ¿sabrá mi productora que estoy trabajando? Nosotros, por la mecánica del trabajo, no podemos tomarnos un día libre, porque se descabalaría todo, de modo que, o descansamos o trabajamos, pero tiene que ser la semana entera. En semana santa optamos por lo primero, y hemos tenido que firmar un papel diciendo que nos tomábamos lunes, martes y miércoles de vacaciones. Ahora tendré que pedirles que nos firmen otro dándose por enterados de que hemos trabajado el 1, el 2 y el 15 de mayo, san Isidro, que también le daremos a la tecla.

Aquí lo dejo, que al final va a ser verdad que no trabajo.

jueves, abril 26, 2007

EMOCIÓN Y REFLEXIÓN

¿Qué quieren? Uno no es del todo de piedra y hay cosas que también le emocionan aunque probablemente no las mismas que a todo el mundo.

Recojo a un sobrino en el colegio y veo la siguiente escena: Un niño pequeño, rebelde, no acepta una galleta que le da su madre para merendar, la tira al suelo y se va. El padre, que está cerca, va a por el niño, lo coge de la mano, lo trae junto a la galleta y le obliga a recogerla y a dársela. Luego, le mira serio a los ojos y le dice que no vuelva a hacer eso. De pronto me emociona ver a un padre cumpliendo con su deber, mostrando su autoridad y educando a su hijo. Hubiera sido más fácil recoger él mismo la galleta y tirarla a una papelera sin más, ahorrándose el paripé del padre enfadado y aguantar el berrinche del niño. Pero esa lección es necesaria. Esto, que una persona desempeñe su papel y, como en este caso, eduque a su hijo, es algo más cercano al amor que la mayoría de las carantoñas de las parejas que se dicen "de enamorados". Y a mí me emociona más.

Ahora la reflexión. Ayer nos sorprendía la noticia de una madre asturiana que había pedido al Principado que se hiciera cargo de su hija de trece años, a la que le es imposible mantener a raya. Siento compasión por estos padres que tienen que lidiar con una hija irrespetuosa, agresiva y ladrona que no les reconoce ninguna autoridad, y desde luego no me atrevería a formular ningún juicio sobre ellos. No son un caso único. Mis amigos profesores se ven abocados a ejercer de meros celadores de una generación de adolescentes ineducados que, en el mejor de los casos, se limitan a simplemente no crear problemas. No sé nada de ellos y sus circunstancias familiares, pero me ronda la cabeza una reflexión. ¿Alguien, cuando eran niños, les cogería de la mano y les obligaría a recoger esa galleta, juguete o papel que hubieran tirado al suelo en acto de rebeldía? ¿Alguien les miraría a los ojos con autoridad alguna vez y les explicaría las reglas del juego del respeto y la convivencia?

viernes, enero 12, 2007

DECISIONES

Tenía que tomar una decisión incómoda, y los acontecimientos se han acomodado por sí mismos a mi favor. Todo ha quedado de la manera más ventajosa para mí sin necesidad de dar, ceder o negociar. Doy las gracias a quien corresponda. Vendrán nuevas cuestiones, pronto quizás, y más difíciles.

Cuando yo sea quien quiero ser mis decisiones ya no serán apuestas, sino certezas.

jueves, enero 04, 2007

UNA ENEMIGA DEL PUEBLO

Un hombre descubre un problema en las aguas de su pueblo, con el agravante de que el balneario es la principal fuente de ingresos de esa comunidad. El hombre intenta dar a conocer esta noticia, y ponerle remedio al mal, pero eso supone renunciar a un importante negocio. ¿Resultado? Vecinos, amigos e incluso familiares le intentan callar la boca, y como él se resiste, acaban considerándolo "enemigo del pueblo". El argumento es de Ibsen.

Ahora (en realidad el mes pasado, pero la cosa no parece que tenga mucha prisa) la ministra de medio ambiente suelta como si tal cosa que se podrían hacer las corridas de toros sin matar al animal (supongo que también sin banderillas ni puyas, no sé exactamente qué propone). Sé que hay opiniones en contra y que se esgrime el argumento del arte y la cultura, pero yo pienso que la mal llamada fiesta nacional (ni nos representa a todos ni tiene mucha gracia, la verdad) es una tortura a los animales. Me parece obvio. Ahora lo señala la ministra y se le echa encima todo el mundo. Y uno de los argumentos a favor de la tauromaquia es que hoy por hoy, representa una industria que mueve no sé si 2000 millones de euros o así, que se dice pronto. ¿Y Narbona nos la quiere desvirtuar e irla quitando poco a poco? Es una enemiga del pueblo. Pues yo voy a romper una lanza (o una vara, si preferís) a su favor.

Si el hombre está llamado a desarrollar su humanidad, y ésta pasa, entre otras muchas cosas, por el respeto a los animales, querer anclarnos en estas costumbres no es hacer mucho por nosotros, ¿no? A lo mejor el verdadero enemigo del pueblo es el propio pueblo.

Hace unos meses se estaba hablando de asimilar a los monos como beneficiarios de los Derechos Humanos (de los que, por cierto, no todos los humanos disfrutan) y ahora nos escandalizamos porque simplemente se piensa en la posibilidad de no matar a los toros en las plazas. ¿No es un poco contradictoria nuestra generosidad con los monos y nuestra falta de delicadeza - por llamarlo así - con los toros?

"Al que no le guste que no vaya", dice el torero. "Al que no le guste que no fume" podrían decir también los fumadores (creo que lo decían hasta el año pasado) o "al que no le guste que no mire", los partidarios de la pena de muerte... y así con tantas cosas.

A lo mejor no es que los monos sean como los hombres, sino que los hombres seguimos siendo como los monos, y por eso podemos permitirnos algunas licencias. ¿Qué torturamos a los toros? Sí, ¡pero es tan bonito...! ¡Disfrutamos tanto...! ¡Mueve tanto dinero...! Mejor no pensemos en ello y persigamos a la que nos señale nuestro error: es una enemiga del pueblo.

martes, enero 02, 2007

FELIZ 2007

Este año no he felicitado a nadie. O casi. No he enviado mensajes ingeniosos. Casi todas mis felicitaciones eran del tipo "igual para vosotros" o "también para ti". Sólo he contestado a quien me felicitaba. Algunos de ellos no eran precisamente las personas más cercanas, sino, seguramente otros que, como yo hasta ahora, practicaban el "detallismo", el deporte de querer "estar en todo" con todos y en todo momento. Se pierde mucho tiempo y energía con ello. Este año me he liberado, no sé si definitivamente. El tiempo lo dirá.

En todo caso, no del todo. A los pocos incondicionales que me visitéis os deseo un sincero FELIZ 2007.

Bueno, con matices.

Porque... ¿qué es la felicidad? ¿Y si un día descubriéramos que si no la tenemos es porque no sabemos lo que es? Con frecuencia se nos identifica la felicidad con la alegría, el entusiasmo, la agitación, el cumplimiento de deseos - profesionales, personales, materiales, sentimentales, sexuales -, la actividad, el viaje, el derroche de dinero, tiempo, fuerza y energía, el mucho hacer y el poco pensar... En esta sociedad de consumo lo que al final se nos consume es la vida.

Seamos valientes y no le pidamos al 2007 que nos traiga lo que deseamos... sino lo que verdaderamente necesitamos (que para algunos es una buena mili, y lo dice un objetor).

Buen año para todos.

sábado, diciembre 16, 2006

NAVIDADES

En estas fechas de invierno, las calles del centro se llenan de luces y de colores, de gente abrigada mirando escaparates, de puestos de belenes y de cuernos de reno para ponerse en la cabeza, de villancicos y reguetones a todo volumen, de cursilería y horterada a partes iguales... La ciudad se convierte toda ella de pronto en un Todo a Cien. En Navidades, cuando el sol se pone, no atardece. Aturdece.

lunes, diciembre 11, 2006

LO PEOR QUE TE PUEDE PASAR EN LA VIDA

Modestia aparte, creo que tengo mi vena trágica bastante controlada, y no suelo ponerme demasiado intenso cuando me ponen una multa, pillo un constipado o me quedo sin trabajo, pero conozco gente que a menudo siente la tentación de dramatizar (incluso cae en ella) cuando le suceden cosas malas o incluso simplemente regulares. Vamos, cuando las cosas no salen como ellos querían, que a veces es lo mejor que le puede pasar a uno.

Hoy creo que he descubierto qué es lo peor que le puede pasar a uno en la vida. Lo peor que le puede pasar a una persona es... (si esto fuera una película, aquí soltaría un estertor y moriría). En realidad, lo peor que le puede pasar a uno no creo que sea en la vida, sino después.

Me explico. Es difícil, casi imposible, ya sabemos, llevarse bien con todo el mundo y caerle bien a todos. Lo que te acerca a unos, te aleja de otros, y así. Eso es inevitable. Como tampoco depende de uno que, de pronto, alguien te envidie. Por lo que sea. Por un dudoso talento, por un golpe de fortuna, merecido o inmerecido, pero deseable. Esas pequeñas antipatías y ojerizas son el pan nuestro de cada día de las relaciones humanas. Pero de ahí al odio hay un paso largo. El odio real, el odio en serio, no lo despliega uno tan alegremente hacia nadie sólo porque se le haya colado en la frutería, por ejemplo. Para eso ya hay que hacer méritos. O deméritos, más bien. En fin, llamadme Cándido, pero creo que realmente no es complicado evitar el odio de los demás. Es más, existen barreras que el odio normalmente no consigue traspasar. Se odia más fácilmente al fuerte que al débil, al rico que al pobre, al sano que al enfermo. Tu enemigo más odiado sufre un revés, y de pronto sientes lástima por él. Y entre todas las barreras, las más grande, la más insalvable es la de la muerte. El odio persigue al vivo, pero cuando éste muere, se para y le deja ir. ¿Qué clase de barrabasadas debe hacer una persona para que, después de muerta, se la siga odiando? Pues también sucede. Hoy lo he visto, quizá por primera vez, y me ha impresionado.

Lo peor que te puede pasar en la vida es que la gente se alegre de tu muerte.

jueves, diciembre 07, 2006

ESCENAS DE LA TELE

A menudo los guionistas nos sentimos tentados a titular nuestros episodios para televisión con referencias a novelas o películas conocidas. En nuestro programa, decidimos hace tiempo dejar de hacerlo. Ahora, de pronto, escribo un episodio con el título "Déjà vu", y a la semana siguiente empiezo a ver en televisión promociones de una película que se llama precisamente así: "Déjà vu". Esta vez me he adelantado. Por lo que he leído, poco tienen que ver ambos deyavís.

La reina del periodismo, la libertad y la modernidad no deja hablar a sus invitados si no piensan como ella piensa que se debe pensar. No me cae bien este joven perilludo, pedante y malhablado, que va de provocador. Se trabuca, habla rápido y alambicado y uno pierde el hilo de su argumento. Él también. Si la periodista le dejase terminar las frases, él solo se ahorcaría. Pero es dura y cortante, y acaba consiguiendo que el concursante nos dé pena.

Un periodista de programa rosa (más bien "colorada"), hace una proclama pública porque les han censurado un reportaje. Dice, textualmente: "Se puede estar de acuerdo y no se puede estar de acuerdo". ¿Cómo funciona la cabeza de una persona que piensa que una cosa es posible e imposible a la vez? Evidentemente, lo que quiere decir es que "se puede estar de acuerdo y se puede no estar de acuerdo". Eso sí. Los noes hay que saberlos poner en su sitio. Primero hay que entrar en el terreno de las posibilidades, donde hay muchas, entre ellas estar de acuerdo y no estarlo. Pero lo que no puede ser no puede ser y además es imposible.

Patética, por otro lado, la movilización por la censura de un reportaje absolutamente innecesario sobre las supuestas infidelidades de un hombre famoso, pero poco, ya fallecido, con su mujer famosa y muy famosa, y también fallecida. Apenas unas horas antes de emitirse el reportaje, el juez ha suspendido cautelarmente la emisión por una denuncia. Se queja el periodista de que lo haga sin haber visto el documento. Me parece lógico. Si no le da tiempo, lo primero es evitar el posible daño. Luego, cuando reciba la cinta, la verá con tiempo, y se decidirá a secuestrar definitivamente el reportaje o levantar la suspensión. Normal. A lo mejor piensa el presentador que un reportaje "No se puede emitir, pero se puede emitir". En ese caso, tiene toda la razón. Y no la tiene.

jueves, noviembre 30, 2006

PUBLICIDAD ENVOLVENTE

Ayer vi la hasta ahora mayor agresión publicitaria de mi vida. Una conocida marca de refrescos se ha apoderado literalmente de la estación de autobuses de Avenida de América. Tomando las escaleras de bajada hacia el metro, uno se ve envuelto por todos los lados por los colores de su campaña. Colores vivos, alegres y azucarados que invitan a vivir con euforia y entusiasmo... aunque, dada la superficie que ocupan, más que invitar, obligan.

Resulta que uno entra en un intercambiador de transportes de la Comunidad de Madrid - es decir, un servicio público que nos pertenece a los ciudadanos -, y sin embargo, se siente como si hubiera entrado en el mundo de este refresco. ¿No debería haber alguna medida o control sobre la ocupación publicitaria del espacio público? ¿Os imagináis que las cuatro fachadas que rodean la Plaza Mayor fueran pintadas con los colores y logotipos de una única marca comercial? Ahora ya no somos público que elegimos fijarnos o no en los anuncios... Ya no miramos la publicidad: la publicidad nos mira a nosotros. Ahora el anuncio se nos presenta como el ojo ubicuo de un Gran Hermano que todo lo ve y que nos vigila. Quizá no sepa dónde vivimos, pero al menos sabe qué autobús cogemos.

Ante semejante demostración de fuerza, sólo se me ocurre una cosa: no beber más cocacola.

(1.- Algún día me haré con una cámara digital y aprenderé a colgar fotos para este tipo de notas visuales.
2.- Con esta nota "refrescante" interrumpo la sequía de mi blog -hasta olvidé cómo acceder-.)

viernes, noviembre 10, 2006

DILATACIÓN DE PUPILAS (MÁS ES MENOS)

De un tiempo a esta parte veo peor. He perdido agudeza visual. Veo MENOS. Fui a graduarme la vista, pensando que me hubiera aumentado la miopia. Y así ha sido. Tengo MÁS dioptrías.

La mujer que me atiende - supongo que médica oftalmóloga - no es la titular de la consulta. A mitad de la tarea, y mientras estoy mirando al frente, sin mis gafas de ver y con unas de "ir viendo qué tal", se presenta el amo: alto, mayor, canoso, trajeado, con aire de aristócrata que bajara a los establos de la mansión, a echarle un vistazo a los caballos. Lee mi apellido y lo reconoce: "a tus padres los trataba yo, ¿no?". En efecto. Le contesto sin poder mirarle y casi sin verle. Descubre que hacía tres años que no pasaba por allí. "Entonces hay que dilatarle". "Eso pensaba hacer", dice la médica. Y aún me pregunta el doctor: "¿Y no has pensado en operarte?" "Pues sí, me lo estaba pensando". Otra vez se le ha adelantado el hombre a la mujer. "Se lo iba a preguntar ahora". Y mientras tanto, no me dejan a mí consultar mis dudas, incertidumbres y miedos al respecto. Veo así que el médico, con su brusca interrupción, no busca sólo desautorizar a su empleada y desconcertarme imponiéndome una segunda opinión antes aún que la primera. Viene a captar operaciones, a convertir al paciente en cliente sin que sé dé cuenta. Le bastan diez segundos para romper el "tempo" y la confianza médica-paciente, sembrar el espacio de avidez, y llevarse todo el sosiego que pudiera haber en ese espacio. La médica me dice que sí, que me ha aumentado media dioptría en cada ojo, pero que no me hace receta hasta dilatarme la pupila, y sin darme lugar a preguntar, me conduce con una tarjeta hasta la recepción y se va. Ella sigue en la consulta, así que no se despide. Yo también, así que tampoco. Pero luego no hay más ocasión. La recepcionista me pregunta qué día prefiero para dilatarme. El viernes, sin duda, y me cita. Le pregunto cuánto tiempo tengo que estar, y me dice que una hora. Y aun quiero asegurarme de algo más, cómo voy a ver después y si no veo bien, por cuánto tiempo, y contesta, como regañando: "¡Pues mal, cómo va a ver! Después de dilatarse la pupila tiene la visión disminuida 24-48 horas". No lo hace con mala intención, sino para demostrar cuánto sabe y lo rápida que es, que no para de atender llamadas, dar citas y despachar en el mínimo tiempo posible a los clientes (digo, pacientes). Pero a uno le parece haber oído subliminalmente un "que parece usted tonto". Chica, sólo me han dilatado las pupilas una vez y no lo recordaba. (Por cierto, otro día hablaremos del uso del singular y del plural en oftalmología: las pupilas son la pupila y las gafas son la gafa). El caso es que uno sale del oculista con las orejas gachas, sin despedirsey con una cierta desazón. Le queda a uno la extraña sensación de que lo fueran a operar ya de improviso sólo por haber dicho que se lo está pensando, que ahora no se puede echar atrás, y que sería una impertinencia preguntar por los riesgos.

De momento, hoy me dilantan las pupilas. Mis pupilas serán MÁS grandes; mi visión MENOS aguda.

viernes, noviembre 03, 2006

ESGRIMA Y LLUVIA

(Dedicado a mi amigo Txopsuey)

De mis tiempos de aprendiz de esgrimista poco conservo. El traje, la careta y la espada, pero pocas enseñanzas. No fui precisamente un discípulo aventajado. Sin embargo, en días de lluvia como hoy encuentro una insólita utilidad en los movimientos básicos que trataron de inculcarme. Según se me acerca algún transeúnte con paraguas (habitualmente mujer mayor bajita, gorda y que circula bajo la cornisa, para ser más preciso), se pone en marcha un reflejo adquirido. A derecha o a izquierda, aparto de mi camino ese instrumento del demonio con una eficaz parada de sexta.

(Si tuviera paraguas lo llevaría cerrado y sin fintas ni arabescos, les atacaría por sorpresa con un fondo.)

martes, octubre 31, 2006

CAMBIO DE HORA

Nunca me ha gustado el horario de invierno. Eso de que a las seis de la tarde sea totalmente de noche me deprimía bastante. Este otoño, afortunadamente, he entrado con buen pie, me encuentro con buena salud mental, nerviosa y anímica, y me doy cuenta de que todas las circunstancias son neutras. La tristeza la pone uno. Por supuesto, me sigue gustando mucho más el sol, el calor y la luz que la noche, las nubes y la lluvia, pero no me hago un conflicto por eso. Es otoño, luego el día dura menos, hace más frío y llueve. Es un hecho objetivo. Si el otoño no fuera así, el verano tampoco podría ser el que es. Pero me desvío, no quería hablar de las estaciones en sí, sino de la manipulación del hombre con los horarios.

Creo que siempre tenemos una desviación de horario con respecto al sol, no sé por qué (por otro lado, ¿qué sabe el sol de las horas?). Pero, por encima de esa supuesta desviación, nos sacamos otra más haciendo los cambios de hora de invierno y de verano. Uno pensaría, lógicamente, que cuando los días duran más, se podría retrasar una hora, y cuando duran menos, adelantarla. Así anochecería más o menos a la misma hora todo el año. Sin embargo, es al contrario. Cuando el día es suficientemente largo, se adelanta la hora para que se haga de noche más tarde todavía, y cuando es más corto, se atrasa, para que a uno la merienda le sepa a cena. Se argumentan razones de ahorro de energía. Estarán estudiadas, digo yo.

Ahora bien, pensemos en este detalle: la duración de los días va subiendo o bajando (según las estaciones), a razón de aproximadamente un minuto al día. Eso quiere decir que para que anochezca una hora antes, tienen que pasar dos meses. De modo que lo que la mecánica del universo tarda dos meses en hacer, el hombre lo hace en una sola noche. Yo no entiendo mucho de casi nada, pero me da la sensación de que eso no puede ser sano.

viernes, octubre 27, 2006

¿QUÉ SE CREEN QUE SOMOS?

Desde hace algún tiempo, en los andenes de las estaciones de metro de Madrid hay pantallas de televisión. Sería más apropiado decir de vídeo, ya que imagino que no son receptores de emisiones sino reproductores de piezas grabadas. Eso es lo de menos. Lo que me ha dado por pensar es ¿por qué?

Metro de Madrid ("Vuela", decía una publicidad) se enorgullecía de dar un servicio rápido y eficaz, y en la medida en que yo lo uso, creo que lo dan. Los trenes vienen , según la franja horaria, más o menos distanciados, pero en general con bastante frecuencia, a excepción del final del día, en que sólo pasan cada cuarto de hora o así (en todo caso, mucho mejor que el autobús en cualquier momento del día). A veces llegan cada dos o tres minutos; otras cada cinco, cada siete, cada diez... Pongamos que la espera media sea de siete minutos. Bien. ¿No somos capaces los ciudadanos de estar en silencio siete minutos, simplemente esperando que llegue el tren? ¿Tienen que entretenernos en cualquier situación de pausa por la que pasemos? ¿Se creen nuestros gobernantes en la obligación de mantenernos siempre distraídos?

Si nos paramos a pensar es hasta ofensivo. Como unos padres modernos sin tiempo para sus hijos, cambian su mala conciencia por tecnología y nos despachan con un vídeo, como si fuéramos niños a los que mantener calladitos un par de horas con una película de Disney, aunque la hayan visto cien veces (como los reportajes del metro, por cierto). ¿Quiénes se creen que son? ¿Qué creen que somos nosotros? Lo peor es que igual nos hemos hecho a la idea y nos hemos vuelto tan infantiles como piensan. El día menos pensado, a alguno de nosotros no nos gusta el vídeo que echan, y nos ponemos a berrear, a patalear y nos tiramos al suelo.
A ver quién viene a recogernos y qué piruleta nos da para que nos callemos.

miércoles, octubre 25, 2006

¿POETA MALDITO? MALDITO POETA

Me cuelo en la celebración del aniversario de un centro de talleres alternativos, y nos obsequian con muestras de sus actividades: bailes diversos y lecturas de poemas. Rondan dos niños pequeños, que supongo hijos de los organizadores. Uno de los aprendices de poeta se sienta en un silla en la cabecera de la sala y enuncia el título de su poema. Algo sobre una despedida en una estación de tren. Suena a pareja que rompe, pero él lo adorna de dramatismo con palabras como muerte, ataúd, y cosas así. Se ve que lo ha superado. Y mientras el lector se recrea en su negrura, a uno de los niños se le escapa una pelota en color, verde, redonda y alegre. La pelota bota y rueda hasta la silla del poeta. Su cara, ahora, es otro poema. Al ojo atento no pasa desapercibida su irritación por haber sido interrumpido. El joven coge la pelota, y no la suelta. Piensa así retener el juego del niño, sus gritos, e incluso captar su atención. ¡Que el mundo se detenga! Como debió de detenerse sin duda en la escena de despedida que describe. Falta un cartel de prohibición: Atención, personas sufriendo, prohibido disfrutar. El niño, ajeno a todo esto, interrumpe más, reclamando lo suyo: "Dame mi pelota". Alguien le hace callar, y el niño no insiste. Se pone a mirarnos a todos con asombro. Cuando termina la lectura, se le regalan al autor unos desganados aplausos de compromiso, y éste juega ahora a hacerse el guay devolviéndole el juguete al pequeño con una sonrisa falsa. Para poeta, el niño.

sábado, octubre 14, 2006

EXTRAÑAS DECEPCIONES

Hay satisfacción cuando se colman las expectativas. Frustración cuando se tuercen y no llegan a buen fin o lo hacen a deshora. Esto sucede, si hablamos de deseos, de proyectos, de cosas que queremos. Pero, ¿y si nos referimos a nuestros miedos y temores? Debo de tener una mente tortuosa (ya hago por arreglarla), pero alguna vez me ocurre también en esos casos. Ahí va un ejemplo reciente, con cuestiones de esta nuestra comunidad.

Tenemos que revisar la red de saneamiento de la comunidad de vecinos, engorrosa labor, que sin duda va a trastornar a los locales comerciales de la casa. De pronto, descubro que el bar está en obras, de reforma total, el mejor momento para que entren los poceros a ver qué hay ahí abajo y, si tienen que picar, que piquen. Total, el suelo van a ponerlo nuevo. Pero hay que darse prisa, porque los albañiles quieren ponerse a solar pronto. Tienen fecha de entrega y compromisos posteriores. Si queremos que coincidan, hay que elegir rápidamente el presupuesto, y uno no sabe, así que tiene que esperar a algún vecino sabio a pedir consejo, y luego llamar a la empresa elegida. Puede que tengan ya otros trabajos contratados y no puedan venir cuando a uno le interesa, en todo caso, ya estamos advertidos también de que hay que pedir permisos al ayuntamiento, y la cosa suele ir lenta... Uno, pues, hace lo que puede para hacer coincidir dos obras, cuando nada está en su mano, y se preocupa y se estresa inútilmente pensando en que va a llegar el tío Paco de la realidad con sus rebajas en forma de problemas. Y sin embargo, de pronto, como mágicamente, resulta que la empresa más barata les inspira confianza a los expertos, se les llama, y están disponibles y dispuestos para empezar de un día para otro. Podrán venir el miércoles. Una satisfacción, por supuesto, y un gran alivio. Las sensaciones positivas protagonizan este momento.

Pero, fuera de guión, escondida en algún oscuro rincón de la mente, hay una sombra decepcionada, la del mártir masoquista que esperaba dificultades que dieran sentido a su estrés, dimensión a su trabajo y voz a su queja. Está decepcionado, porque todo está siendo más fácil de lo que pensaba, y, por tanto, se ha estresado en vano como un gilipollas; su trabajo, ahora, ha quedado a la vista como lo que es, una simple llamada de teléfono, y, por tanto, no podrá contestar a quien le diga que eso de ser presidente de comunidad "no es para tanto".

Esto es sólo un caso. Podríamos, sin duda, encontrar anécdotas similares. Pero bastante me he extendido ya con el ejemplo. No quisiera que se perdiera de vista la reflexión: a veces, al ingrato, hasta la buena suerte decepciona.
Para el lector curioso, le diré que la tarde anterior a la fecha concertada para que viniera el camión-bomba de los poceros, habiendo coordinado la parte más difícil - los dos locales - apareció un problema donde menos se esperaba. Había que advertir al vecino del bajo de que iban a venir los operarios a las nueve de la mañana (su vivienda da acceso a dos patios, y tendría que permitirles entrar). Pero no estaba en casa, ni había dejado llave a nadie ni se le pudo localizar en toda la tarde ni por la noche. A uno de los patios se puede llegar también desde la farmacia, así que sólo cabía rezar para que no fuera necesario entrar en el otro. Después, por la mañana, los poceros no vinieron a las nueve. Un poco más tarde, uno recibe una llamada informando de no pueden dejar el camión como pensaban, y necesitarán acotar una zona con vallas. Quedan, por tanto, en volver el lunes. Este retraso anula - o dilata - el problema con el vecino, y vuelve a poner de relieve los problemas de coordinación: casi imposible que el bar no pongan nada de suelo hasta entonces.

Este que os escribe da en ese momento un salto cualitativo, y, ni satisfecho ni decepcionado, simplemente acepta lo que viene (y lo que no viene). Por cierto, es sábado, seguimos sin localizar al del bajo y el bar está solado casi del todo. Salga el sol por Antequera.

miércoles, octubre 04, 2006

¡EUREKA! ¡ME ENCONTRARON!

El lunes me encontraron. No es que estuviese fugado ni huyendo de nadie; es sólo que tuve uno de esos encuentros fortuitos que me son tan habituales, sólo que, en esta ocasión, no fui yo quien me encontré a otra persona, sino que fue la otra persona la que me encontró a mí. ¿El orden de los factores no altera el producto? No lo sé: siempre se ha dicho que Colón descubrió América, no que América descubrió a Colón, que también podría ser. Comparaciones aparte, sí es lo mismo en cuanto al hecho práctico de volver a vernos una antigua compañera y yo, ponernos al día de nuestras vidas, informarme de que tiene dos niños, uno de ellos presente durante el encuentro, e intercambiarnos teléfonos y correos electrónicos. Pero no en el hecho trascendente y real del azar. El acontecimiento, en este caso, le pertenece a ella. Ella es el sujeto afortunado (no por encontrarme a mí, sino por encontrarse a alguien) y yo el objeto de su casualidad. Desde algunos puntos de vista, si a uno le ocurren las cosas por algo, ella se ha encontrado conmigo por alguna razón; es decir, que mi localización, en teoría, será para aportar alguna clave a su vida, en este caso no a la mía. Debo decir que a la inmensa mayoría de los encuentros que tengo no consigo verles una razón última (ni primera, muchas veces), y alguna vez he pensado si el "receptor" de mis encuentros no serían los demás; por justa viceversa, a lo mejor podría ser yo el beneficiado de esta casualidad. Como no le he visto aún la ventaja, volveré a mi primera teoría: ella me ha encontrado, y yo he sido visto. Ahora sé cómo se sintió el Principio de Arquímedes cuando el propio Arquímedes lo vio claro y meridiano y salió a la calle gritando "¡Eureka!". ¿Qué puedo gritar yo?

sábado, septiembre 30, 2006

LA LEY DE LA VIDA

Desde hace cuatro o cinco años - quizá más -, cada vez que termina la temporada de futbito, hacemos una votación en el equipo para ver si seguimos. Algunos compañeros se van fuera los fines de semana y tienen que venir expresamente el domingo a jugar. Nos vamos haciendo mayores, somos pocos, venimos justos, y nos cansamos. Y raro es el año en que no nos lesionamos alguno, y tardamos en recuperar, con lo que, encima, somos menos. Incluso ha aparecido el reúma en nuestras filas. Una ruina. Pero aunque nos cueste, nos gusta jugar, y son tantos años, que se hace duro decir "ya no jugamos más". Este año el equipo ha cumplido el 25 aniversario, una cifra muy redonda como para poner fin, pero ha vuelto a salir que sí. De hecho, creo que nadie ha votado en contra.

Sin embargo, a la hora de apuntarnos, nos hemos quedado sin nuestro tradicional turno de los domingos por la mañana. Sólo nos dejaban los sábados por la tarde (imposible para los padres de familia con niños y para los que salen los fines de semana), y los domingos de 3 a 6 (imposible para los que tenemos la penosa manía de comer). ¿Total? Que, finalmente, no nos hemos apuntado. La vida ha impuesto su ley.

Quizá nosotros no nos hubiéramos atrevido nunca a dejarlo. Quizá estábamos prolongando demasiado una época. Quizá era necesario hacerlo incluso por salud. Por tiempo. Por tranquilidad... El deporte no es necesariamente tan saludable como dicen.

No escribo esto por contar mi vida, que poco interés tiene, por no decir ninguno, sino para hacer ver cómo, a menudo, ante nuestras indecisiones, nuestra confusión, nuestros bloqueos, apegos, inconsciencias o falta de metas, es la vida la que decide por nosotros. Éste, desde luego, no es un giro demasiado importante en la vida de ninguno, pero estoy seguro de que todos hemos vivido algún acontecimiento ajeno e involuntario que, positiva o negativamente, ha marcado el rumbo de nuestro camino durante un tiempo o para siempre.

lunes, septiembre 25, 2006

DOS COMO GREGUERÍAS

El hombre no desciende del mono: directamente empieza siendo mono. Impepinablemente, cada vez que una persona ve a una madre con su bebé en el cochecito, dice: Qué niño más mono.

Cuánta impertinencia la de esos desconocidos que paran a las madres con hijos pequeños y les hacen preguntas: "¿Cómo te llamas?". El niño, tímido, hosco o lento de reflejos, calla, mientras una voz impostada contesta en su nombre "Me llamo Carlos, y tengo cinco años". Tienen algo de ventrilocuas las madres.

miércoles, septiembre 20, 2006

MI PRIMERA VIDA

Tengo un amigo, Dani, que tiene un blog (aquí tenéis el enlace), y hace unos días traía una referencia sobre una página web en la que, simplemente poniendo tu fecha de nacimiento, te decía quién habías sido en tu vida anterior. Llamémoslo reencarnacionismo lúdico.

Un compañero de trabajo, Manu, dedicó hace poco un guión al tema de las vidas anteriores. Llamémoslo reencarnacionismo humorístico.

También otro blogger que me visitó recientemente tenía un post sobre el particular. Reencarnacionismo poético, en este caso.

Incluso Carlos Martínez Vallés, cuya página web referencio aquí, tiene un libro titulado "¿Una vida o muchas?", en el que aporta razones a favor y en contra de este asunto. Reencarnacionismo filosófico... o no.

Excepto el último, cuyo libro leí hace tiempo, los otros tres documentos han aparecido en mi vida en el plazo de dos semanas (incluso dos de ellos con pocos días de diferencia), de modo que he querido hacer una reflexión.

Se supone que el asunto éste de las reencarnaciones tiene que ver con la ley del karma, según la cual y hasta donde la entiendo toda acción tiene su consecuencia, en esta vida o en una futura, y uno debe seguir encarnándose hasta liberarse de todas sus deudas kármicas o aprender la lección que le toque. Esa ley del karma, según algunos, nos hace relacionarnos con antiguos familiares, parejas, amigos, enemigos, compañeros, y trocar amores en odios y odios en amores, y vivir en otra vida el rol del que fue tu antagonista en la anterior, y en definitiva sufrir los vaivenes, subidas y bajadas de las pasiones humanas. Así, cada vida es un tiempo para saldar cuentas de una anterior.

Pero... ¿y si fuera ésta mi primera vida?

jueves, septiembre 14, 2006

FELICIDAD Y ESTADÍSTICA

9.999 veces de 10.000 uno sale de casa con la cartera y vuelve con ella. Podría decirse incluso que 99.999 de 100.000, pero siempre hay uno que la pierde dos veces al año y jode la media. La única vez de las diez mil en que uno la pierde, se siente el hombre con más mala suerte del mundo. Sin embargo, nadie da gracias por las nueve mil novecientas noventa y nueve veces en que fue afortunado porque no la perdió. Pongamos que tres o cuatro de esas veces, uno estuvo atento, y le corresponde el mérito de haberla custodiado, pero las otras nueve mil novecientas noventa y cinco la ha conservado por mera suerte, sólo porque no se le ha caído ni se la han quitado.

El lunes fui al cine a la Plaza de España. Al salir, fui andando por la Gran Vía y en Callao me di cuenta de que no llevaba la cartera encima. Fácil que se me hubiera caído sola de un bolsillo lateral del pantalón, o al sacar el móvil, sin darme cuenta, o incluso que me la hubiera quitado un artesano carterista. Di el dinero por perdido, e hice un somero inventario de tarjetas y carnés que habría que anular y volver a tramitar, y entretanto corrí todo lo que pude para llegar antes del siguiente pase de la película. No tenía mayor confianza en encontrarla, pero ir mirando el suelo de la acera por si se me hubiera caído y siguiera allí sí que me pareció un trabajo duro, ingenuo y seguro que infructuoso. Llegamos (hice correr también a mi amigo Dani), y, sí, ahí había estado, la habían encontrado, la habían entregado en taquilla y, por fin, me la devolvieron.

Cuando llegué a casa, me di cuenta de que había salido con la cartera y había vuelto con ella, y me sentí un hombre afortunado, a pesar de haber estado viendo Alatriste.

Fue una fortuna también que me acompañara Dani y no una modelo del club Fuera de Cibeles. Si en Callao me doy cuenta de que no llevo la cartera, ¿cómo pedirle que se ponga a correr a mi lado con los tacones? O sigo con ella sin saber qué habrá sido de mis carnés, y pidiéndole que me invite a todo, o la despacho a su casa, mientras yo me entretengo en estas minucias prosaicas. Nunca hubiera acertado.

Y a quien piense que le debo una carrera a mi amigo (que por cierto no llevaba cartera, porque se la había dejado en casa) le diré que se equivoca, él después se dejó un libro, y le tuve que acompañar yo. Entre los dos hemos roto la estadística en un solo día.

martes, septiembre 12, 2006

YO TAMBIÉN SOY TOP MODEL

Me siento más bello en estos días.

He leído las últimas informaciones sobre las tablas de pesos y medidas que debe tener una modelo para desfilar en la pasarela Cibeles. Hay una magnitud denominada índice de masa corporal que está relacionada de algún modo con la salud (no con la belleza, que a las modelos, como el valor a los soldados, se les supone), y determina que una persona saludable debe marcar entre 18 y 25. Esta cifra se halla dividiendo los kilogramos de peso del individuo por el cuadrado de su altura en metros, de modo que, a más altura y menos peso, menor índice de masa corporal. Ni que decir tiene que las modelos llegan raspando al 18 mínimo exigido. Por ejemplo, dos chicas de 1'75 (cuadrado, 3'06) que pesen respectivamente 56 y 55 kilos, tendrán un índice de masa corporal de 18'30 (sana), en el primer caso, y de 17'97 en el segundo (insana). Con este rasero se han quitado de en medio en Cibeles a un tercio de las desfilantes aspirantes en la pasarela. A ellas, sobre todo, dirijo mi solidaridad. Si no os quieren en Cibeles, que sepáis que bajo mi techo, si no quedaros, al menos sí podréis siempre desfilar.

No penséis ahora que todos los hombres somos iguales y pensamos en lo mismo. Yo me considero en este caso semejante a vosotras. ¿Verdad que coméis bien y con apetito, y que en realidad es vuestra constitución delgada la que os mantiene así de esbeltas y etéreas? Pues yo igual. Coma lo que coma y en la cantidad en que lo coma, en el último año no he conseguido pasar de 58 kilogramos de peso. Midiendo como mido, 1'80 metros (cuadrado: 3'24), me sale un IMC de 17'90. Sí, a mí también me hubieran echado. Yo también soy top-model.

En resumidas cuentas, mis espigadas amigas, que si queréis que hagamos algún tipo de asociación para protestar, consolarnos o lo que sea, no tenéis más que decírmelo, que para eso estamos.

domingo, septiembre 10, 2006

NO SÓLO DE TORRES GEMELAS VIVE EL 11-S

Propongo un reto a mis dos lectores, entre los cuales me incluyo: adivinad a qué otra efeméride hace referencia el título de este post. Es decir, ¿qué acontecimiento señalado se conmemora el once de septiembre? (Pista: ocurrió en España).

jueves, septiembre 07, 2006

ENVIDIO MI CASA

Se dice que los franceses son chovinistas, y les gusta más lo suyo que cualquier otra cosa, y los españoles somos envidiosos, y nos gusta lo de los demás más que lo nuestro (excepción hecha de las opiniones y prejuicios: nuestras ideas son siempre insuperables, faltaría más). Para uno, ser español no es más que un cúmulo de circunstancias y condicionantes a menudo favorables, pero a veces no tanto, y se mueve, por tanto, entre el tópico nacional y el individualismo rebelde. Traducido: que, a veces, lo propio me parece mejor que lo ajeno, mientras que, por temporadas, me da por encontrar siempre en los demás elecciones más acertadas. Por ejemplo, la vivienda: el tipo de casa, su situación, su decoración, el estilo de vida... Se trata de una envidia de escaso alcance, que se agota en sí misma, pero me sorprende por su comportamiento compulsivo y desordenado. Así, puedo un día envidiar el estilo recogido y hogareño de la casa de unos amigos, para el día siguiente soñar con el elegante piso de techos altos que he visto en una película francesa; un día admiro el minimalismo de un pequeño estudio que te muestra una revista, otro deseo el ático con terraza del prójimo, en el mismísimo centro, y más tarde me da por pensar que el que sí que se lo sabe montar es el que se ha ido a vivir al campo, alejado del mundanal ruido, en una casa grande, con terreno y huerto. Vamos, que me das el catálogo de ikea y me vuelves loco. Y luego mira uno su casa, y le parece que está bien, que tiene su gracia, pero no tiene un estilo muy definido, que está un poco desordenada, algo sucia, y que si tuviera que decorarla ahora, no metería tantos colores, pondría menos muebles... o igual se iría a vivir a otro sitio, de otra manera... Y en este punto es donde sucede lo asombroso. De pronto, veo el reflejo de algún espacio de mi casa en un espejo, y me impresiona. Pero no al reconocerlo como de mi casa, sino, al contrario, como si fuera un rincón entrevisto en cualquier otro sitio. Como si acabara de ver la foto en una revista y pensara: qué buena idea, me encantaría tener un escritorio así. Al fin y al cabo, como ya nos anticipaba la Alicia de Lewis Carrol, al otro lado del espejo, está el País de las Maravillas. En este caso, mi casa simétrica. Qué locura.

Me gustaría tener mi casa. Me gustaría ser yo.

martes, septiembre 05, 2006

¿QUÉ SABE EL CUERPO?

El lunes me quise apuntar a clases de natación en un polideportivo municipal cerca de casa. La inscripción para las actividades deportivas estaría abierta desde las ocho y media, y yo tenía que irme a las nueve y media para una reunión, luego me convenía estar a primera hora, pero ¿qué hora era ésa? Es posible que, tratándose de plazas limitadas y baratas, hubiera grandes colas para conseguirlas. Sin embargo, sin una confirmación de este punto, no tenía mucho sentido llegar a las siete de la mañana para esperar el primero delante de nadie. Me planteé, por tanto, ir a las ocho, media hora antes de la apertura. Si no era suficientemente temprano, mala suerte.


Ignoro por qué razón, esa noche no conseguí conciliar el sueño. Pasadas las seis de la mañana, después de tratar de aburrirme con un capítulo de un libro denso, de hipnotizarme con un par de sudokus difíciles (que resolví) e intentos infructuosos de aplicar técnicas de control mental contra el insomnio (que no resolví), di la cosa por imposible, y me levanté para adelantar un trabajo pendiente. Después, hice tiempo para ir al polideportivo. Llegué sobre las ocho menos diez. Había apenas veinte personas que esperaban de forma desordenada. ¿Quién es el último?, pregunté. Hay que coger número, me dijeron. Efectivamente, en la puerta había un hombre repartiendo turnos. Me dio el 97.


Por las conversaciones que pude oír después, me enteré de que, aunque las puertas no se abrían hasta las ocho y media, se empezaron a dar números a las seis de la mañana. Los primeros que lo cogieron podían llevar desde las tres. Se especuló con que alguno había dormido allí. Me encontré (¿cómo no?) con una compañera, que había estado a las seis y poco, y le habían dado el 56. Y yo pensé que la noche que había pasado en blanco sobre la cama perfectamente la podía haber pasado en la cola del gimnasio. ¿Sabía mi cuerpo eso y no le hice caso?


Abriendo a las ocho y media, para que atendieran el número 97 - el mío - en la taquilla antes de las nueve y media tenían que ir a una velocidad de más de tres números cada dos minutos (90 en 60). Cuando a las nueve menos cuarto, supe que iban por el 8, desistí de esperar más. No obstante, parecía que la gente buscaba más bien actividades para sus hijos que para ellos. Quizá hubiera suerte con la natación para adultos. Por la tarde volví a ver si quedaban plazas para mi curso de aprendizaje... y sí. Quedaban, e incluso elegí entre distintos horarios. Podía haberme ahorrado el madrugón (que, puesto que no dormí, no lo fue tanto, aunque tampoco "trasnochón", pues resultó involuntario). Eso no lo sabía el cuerpo.


En el polideportivo, no habían tenido la deferencia de poner el listado de plazas libres visibles desde la calle para que nadie hiciera cola en balde, ni tampoco habían sacado el cartel con el horario de inscripción. Con suerte, había podido verlo días atrás, pegando la cara al cristal de la puerta, colgado de un tablón de anuncios interior (¿Qué sentido tiene informar de algo en un tablón de anuncios no accesible al público?). Lo que no pude ver fue la letra pequeña: se repartirán números desde las 6. Una faena, porque, de haberlo sabido, habría estado antes. Pero una suerte, porque no me era necesario hacer esa cola. Y también otra vez una faena, puesto que, al no dormir, no me costaba haberme acercado antes, y podía haber aprovechado, si lo hubiera sabido. Aunque una suerte de nuevo el que me dieran un número suficientemente alto para que no tuviera que plantearme quedarme a ver si daba tiempo. Qué mezcla de azares afortunados y desafortunados en un solo suceso.

Pero en definitiva: ¿sabía mi cuerpo que tenía que estar radicalmente temprano en la cola y por eso se negó a dormirse? ¿Y sabía mi instinto que habría plazas de sobra como para apuntarme después, y por eso insistía en buscar el sueño? ¿Y qué sabía mi razón? Poco, muy poco. Lo justo para decir: me voy, vendré después por si acaso. No tenía ninguna expectativa, esperanza ni corazonada de salirme con la mía, pero podía ir, estaba cerca y tenía tiempo. No perdía nada por intentar. Así fue cómo al final conseguí el objetivo sólo actuando razonablemente. Se ve que la razón también tiene razones que el corazón desconoce.

jueves, agosto 31, 2006

NO TENGO CALOR

Para rabia y envidia de mis conciudadanos madrileños colegas en rodriguicia agostera y aun a sabiendas de que puedo ganarme una justificadísima bofetada, declaro con osadía que no tengo calor. Reconozco que lo hace y, en cierto modo, lo capto, pero no me mueve a queja ni a lamento ni a respiración fatigosa siquiera. Y si noto la espalda empapada en sudor, lo achaco, claro, al calor, pero como si éste fuera una circunstancia periférica de escasa importancia. O mejor, como el inevitable defecto que se disculpa al amigo sin siquiera mencionarlo.
El verano es, en efecto, nuestro amigo, y sudores y mosquitos son esos pequeños inconvenientes que hay que saber pasar por alto, so pena de vernos privados de su amistad para siempre. A mí a veces me pregunta esta estación "¿tienes calor?". Y, aunque podría contestar un agónico "sííííggg" con voz de asfixia para crearle mala conciencia, prefiero sobreponerme y, sin llegar a mentir, ofrecer un discreto "un poco". Como cuando el amigo lleva media hora anclado en los prolegómenos de la historia que te quiere contar y de pronto se inquieta - "a lo mejor me estoy poniendo un poco pesado" -, y uno le tranquiliza con un "No, no te preocupes". Pues con el verano igual. "¿Calor? Sí, un poco, pero lo normal, no es ni para mencionarlo".


Debo apuntaros una cosa a este respecto. He observado que cuanto menos te quejas del calor, menos lo notas. El indiscreto que confiesa abiertamente "estoy sudando" (qué innecesario, además), destila gotas más gordas y en mayor cantidad en el momento de decirlo. Decid "qué calor hace" (o qué calor azo, que viene a ser lo mismo), y el propio calor al oírlo se hinchará de orgullo y se le hará mayor.

Y no es sólo eso. Asiste a mi argumento una razón moral. Algunos no me conocéis personalmente, pero enseguida os pongo en situación. Soy un delgadito sin reservas calóricas y me paso el invierno encogido en un ovillo como queriéndome hacer de lana para resguardarme del frío. Los días en que me destemplo ya podría ponerme encima el doble de mi peso en jerseis, y seguiría temblando. Paso mucho frío en invierno. Frío de tiritar, de no quitarme a veces la bufanda ni siquiera en interiores; de quedarme sentado temblando de miedo al frío y de frío propiamente dicho. Entonces sueño con el calor y anhelo la llegada de la primavera y más aún del verano, y me declaro friolero cuando me preguntan, y afirmo, si se plantea la cuestión, que soporto mejor el calor que el frío. Dónde va a parar.


Dicho esto, ¿qué clase de hombre sería, qué sinvergüenza incoherente o inconformista gruñón, si al llegar los rigores del verano, tan deseados, me empezara a quejar? No, señores. Si opto por el calor, cuando viene lo acepto. Y si es fuerte, lo aguanto, y si es insoportable, lo soporto con entereza. Sobre todo, eso: no perder la compostura y la dignidad. Nada de doblegarse ante el clima. Cuerpo firme, sudor controlado y sonrisa impertérrita de eterna gratitud al sol, por el buen tiempo.

Preguntadme, os reto, con malicioso retintín, sin queréis, "¿no tienes calor?". Entonces me volveré y, sin sombra de duda ni de sufrimiento, con un abierto contento que todo lo acepta (y lo que no lo disimula), que, por cierto, interpreto muy bien, contestaré "¿Calor? No. No tengo calor".

miércoles, julio 12, 2006

EL CINE ESTÁ ENLADRILLADO

No es el comienzo de un trabalenguas, sino la triste realidad. No tengo cámara digital para incluiros una foto, pero la verdad es que impresiona. Si alguno tenéis ocasión de pasar por la calle General Oraa, podéis ver como han emparedado las dos entradas contiguas y simétricas del cine Dúplex (en lenguaje inmobiliario estricto, debería ser "adosado" o "pareado" más bien). La imagen me recuerda la escena de la película "Solas" (creo que la vi en ese cine, solo, por cierto), en que María Galiana abre la ventana de la habitación de su hija y se encuentra una pared de ladrillos. No estaba el cielo ni el sol al otro lado, ni están ya las películas dentro del cine. Lo malo es que no me extraña. Cuando me acercaba muchos martes por la noche (su día del espectador), a menudo tenía un pase privado para mí solo. Cuando estaba el hombre mayor (dueño o gerente, no sé), era un poco más estricto, y no pasaba la peli si no había un mínimo de tres o cinco personas de público. Parece que hay una normativa al respecto. Qué gusto de sesiones, que ya no disfrutaré. Hacía algún tiempo que habían puesto un cartel agorero de "Se Vende", pero yo esperaba que nadie lo comprase y el cine siguiera como estaba, a mi disposición para los pases privados de los martes. No ha podido ser. Me queda el temor de que dentro de poco lasofertas que presente este local no sean un reducción de precio un día a la semana, sino unos prosaicos 3 x 2 en latas de atún y detergente para lavadoras. Espero equivocarme. Los chinos que están al lado, también lo esperan.

viernes, julio 07, 2006

BISES

Por invitación de una amiga, estuve el otro día en el concierto de un cantautor. Un lugar pequeño, pero muy bien aprovechado. A decir del artista, el mejor garito. No quiero hablar de sus canciones, ingeniosas, emotivas, bonitas, tristes y también duras; de amor, desamor, altibajos emocionales y desgarro; entre lo brillante a veces, y lo sensiblero siempre. Arrastró mucho público incondicional que se sabía las letras, a menudo complicadas. Tampoco se trata ahora de sacar pegas a la excesiva optimización del espacio en el local, aunque la incomodidad fue la que me llevó a la reflexión que ahora os traigo.

Después de hora y media larga de música, solo, con un bajo, con un batería, o con el batería y un bajo, por fin el cantante anunció su última canción. Y la cantó. Le aplaudimos.La canción había estado bien, el concierto había estado bien... incluso ya estaba bien de concierto. Él y sus amigos desaparecieron de la escena no se sabe bien por dónde, y la gente aplaudió pidiendo más. Yo me congratulé de ver que ellos ya no estaban. Pronto podríamos salir de ese microespacio reducido. Se encendieron las luces. Los aplausos ya eran muy dispersos. De vez en cuando, alguien gritaba: Otra, otra... y despertaba las palmadas y las reclamaciones de más música por parte de otros fans. Todo muy intermitente, sin un entusiasmo general muy sólido. Pero los provocadores eran tenaces y siguieron, y poco a poco consiguieron un aplauso más continuado y que el "otra, otra" tomara cuerpo. Y entonces salió el artista, volvió al escenario y cantó tres o cuatro canciones más.

Y digo yo: ¿a qué viene ese juego tonto entre público y cantantes? Si dices que terminas, termina, y si vas a cantar más, cántalo ya y no nos hagas sufrir ni a los que te quieren seguir escuchando ni a los que soñamos con verdaderamente has terminado. Podía haberme ido, pensaréis... Era difícil entre ese mar de taburetes. Además, había venido con gente, y estaba un poco obligado.

Son cosas extrañas estos añadidos postizos que nos encontramos en la vida: la coletilla del torero, la propina del camarero, las tomas falsas de las películas o series de televisión, que cada vez son más falsas y menos tomas, los bises y las posdatas. Curioso tema este de las posdatas. Inventadas para las cartas manuscritas, para poder añadir algo, una vez firmadas, y no tener que reescribirlas enteras de nuevo, adquieren un carácter un poco absurdo en la era informática, en que se puede editar, poner y quitar palabras a nuestro antojo antes de imprimirla en papel. Entonces, si la carta se firma después de la posdata... ¿por qué la posdata es posdata, habiendo habido ocasión de que fuera antedata? He visto - probablemente yo mismo he escrito - posdatas en un e-mail. ¿Qué sentido tiene eso?

Al final, todo se trata de tradiciones, rutinas y complicidades creadas. El cantante con su público, sabiendo ambos que aunque diga que termina, luego seguirá si le ruegan un poquito; el camarero con sus clientes, que sabe que sabe que éstos se van a dejar alguna moneda de más sobre lo marcado en la cuenta porque hay una ley no escrita que lo manda; el remitente y el destinatario de un e-mail, que juegan a imitar en su mensaje una realidad de referencia: la carta manuscrita de siempre, sin firma, sello ni sobre, pero con posdata.