viernes, noviembre 23, 2007

ANTIPROPÓSITO DE ANTEAÑO NUEVO

Para el próximo Año Nuevo me había propuesto hacerme "antipropósitos de Año Nuevo". Nada de buenas intenciones para una supuesta vida mejor según los cánones establecidos. En realidad mis antipropósitos se reducían a uno: Dejar la piscina.

Mientras todo el mundo se propone apuntarse a un gimnasio, adelgazar, dejar de fumar y aprender inglés, yo renuncio a mi escaso ejercicio físico semanal que me obliga a levantarme una hora antes dos días a la semana para someterme a torturas de humedad, temperatura, respiración y coordinación (muscular y de horarios). Si creen ustedes que lo hago irresponsablemente por debilidad, pereza y falta de disciplina, están equivocados. Soy un buen soldado cuando el fin lo requiere, pero, parafraseando a los filósofos Platón Cruz y Aristóteles Raya, "ir pa' ná'...". Cuando me apunté, en septiembre de 2006, mi único objetivo era aprender a nadar. En mayo de 2007, ya ascendí del CAB (curso de aprendizaje básico) al nivel 1. La meta estaba alcanzada. He prorrogado mi asistencia por eso de hacer algo de deporte...

Dedicaría ahora unas líneas a poner en entredicho esa verdad asumida y no contrastada de que el deporte es sano. Por de pronto, el mundo de la lesión se alimenta en un ochenta por ciento de deportistas (profesionales, aficionados e incluso de aquellos que lo practican aunque no les guste, entre los que me incluyo, en el caso de la natación). Es enormemente difícil hacerse un esguince de rodilla viendo una película o romperse un codo leyendo. Y las agujetas y dolores lumbares que consigo con mis esfuerzos natatorios no me los da ninguna otra actividad. A cambio, claro, tengo la satisfacción de vencerme a mí mismo, al hacer algo que no me gusta.

El mayor problema es que, en el destierro en que vivo desde el mes pasado, no consigo una buen conciliación de mi vida deportiva con la laboral, y tampoco es que quiera uno convertirse en David Meca ni en Gemma Mengual (que a veces no sé muy bien a cuál de los dos conducen las clases), así que he decidido dejarlo. La buena noticia es que he conseguido adelantar el Año Nuevo a diciembre y, simplemente, dejando pasar la fecha tope para el pago de la mensualidad, he conseguido que mi "antipropósito" sea de "ante Año Nuevo". (Ojalá desvincularse de una compañía telefónica fuera la mitad de fácil).

Para el verdadero Año Nuevo no empezaré a fumar, porque va contra mis principios, pero seguiré intentando engordar y tal vez me decida a olvidar inglés, si es que aún recuerdo algo. Todo ello para dejar más tiempo a conseguir esa auténtica vida mejor.